Por Juan Bolea
El Periódico de Aragón,
12/01/2017.
Los bancos españoles vuelven a estar de moda en los medios
de comunicación porque regresan, una vez más, a los Juzgados. En el último
caso, de manos de los consumidores, que han visto con alegría cómo una reciente
sentencia daba la razón a sus reclamaciones sobre los costes de sus hipotecas,
que el banco les atribuye o como mucho reparte.
En España hay banqueros dignos, honestos, que realizan,
además, un trabajo social, mecenazgo cultural, que financian investigaciones y
becas, proyectos y utopías, pero los que vemos no son tan honrados ni
generosos, empáticos con su cliente ni con su sociedad.
Los que vemos, por lo general subiendo o bajando las
escaleras de los tribunales, son carne de nuevos ricos, falsos como la falsa
moneda, arribistas, bucaneros, chantajistas, y en algunos casos --oportunamente
denunciados y tardíamente condenados--, delincuentes. Su mal ejemplo afecta al
resto de los directivos de la banca, condicionando la mala impresión que los
españoles tienen de los banqueros.
«Si quieres triunfar en mi oficio --me dijo en una ocasión
un célebre banquero-- viste bien y habla poco». Pero todos estos mamarrachos de
las blacks, de las copas y de las queridas, de los yates y coches de lujo
hablan por los codos, se meten en política, se hacen amigos del presidente del
gobierno y del de su club de fútbol y opinan, pontifican, orientan, pretenden
representar a una sociedad que meses o años después asistirá atónita a la
revelación de los datos de sus emolumentos y dietas, posesiones, operaciones
con información privilegiada y tantas bicocas. Muchos, para colmo, habían
creído en ese banquero y le habían confiado sus ahorros, tantas veces
disminuidos o perdidos por mala gestión. O ausencia de gestión, pues ni
siquiera trabajan.
Da igual, en el fondo, porque el Estado está y estará al
quite de sus errores de cálculo, de sus quiebras y desastres y proveerá, pondrá
uno tras otro hasta esos cien mil millones de euros que los españoles nos hemos
gastado para reflotar galones supuestamente llenos de oro que, como Bankia,
abrieron una vía de agua cuyo arreglo costó más que un barco nuevo.
¿Son públicos o privados, los bancos? Unas veces, cuando se
lucran, practican el capitalismo, y otras, cuando se reflotan con dinero
público, el socialismo.
¿Solución?
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