domingo, 8 de enero de 2017

Rescatar la banca: una bomba presupuestaria para Italia



Por Giovanni Vegezzi
El Economista, 04/01/2017.

Las suspicacias en Europa sobre las maniobras de Italia para rescatar su banca van en auge. El primer aviso directo llegó de Berlín: el Ministerio de Finanzas alemán declaró la semana pasada en una nota que "el BCE y la Comisión Europea tienen que verificar y asegurarse de que las autoridades italianas respeten las reglas europeas". Pero la toma de posición del Ministerio de Wolfgang Schäuble sólo es la última de una serie de declaraciones de políticos germanos sobre el rescate del Monte dei Paschi di Siena (MPS).

Otra muy dura había llegado de Joachim Pfeiffer, portavoz parlamentario de Economía de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel: "Las reglas para la liquidación ordenada y la reestructuración de los bancos en crisis deben ser también respetadas por el Gobierno italiano".

Mientras tanto, Bruselas calla. La Comisión Europea espera conocer el plan industrial del banco toscano, previo a la "ampliación de capital cautelar" que avalará el Estado para pronunciarse sobre el decreto con el que Roma rescatará a MPS (y espera auxiliar a otras tres entidades: Veneto Banca, Popolare di Vicenza y Carige).

El BCE, a su vez, ya ha demostrado su escepticismo subiendo el coste de la intervención o agujero del banco de 5.000 a 8.800 millones de euros y pidiendo que MPS se prepare para un escenario económico tan crítico como fue el de Grecia. "Habría sido si no gentil, al menos útil, explicar los criterios con los que se ha cuantificado la petición de capital adicional", se quejó el ministro italiano de Economía Pier Carlo Padoan a Il Sole 24 Ore, tras la decisión del BCE.

Italia se salta las reglas

Pero, aunque como subraya Padoan, es quizás necesario que el BCE "cambie sus modos de comunicación", las dudas que el rescate italiano levanta en Berlín, Fráncfort y Bruselas no son infundadas.

Y es que Italia se está saltando las reglas con tal de proteger a los inversores particulares. Formalmente, el decreto ley aprobado por el Gobierno respeta la directiva europea sobre reestructuración y resolución bancarias y el llamado burden sharing. Pero prevé también una escapatoria para que los particulares no carguen con el peso del saneamiento del banco, canjeando su deuda subordinada con bonos ordinarios de MPS. Y un problema aún más grande es que para rescatar a su sector financiero, Italia no ha querido pedir un préstamo a sus socios europeos, sino que votó en el Parlamento una asignación de 20.000 millones que aumentará su ya abultada deuda pública.

La situación tiene dos salidas, ambas muy problemáticas para Roma: burlarse también de las normas presupuestarias europeas que, tras años de derogaciones, le imponen reducir la deuda o volver a empezar con los recortes, tras las lágrimas, sudor y sangre sufridos con los planes de austeridad en 2011 y 2013.

De hecho, mientras el Ejecutivo transalpino se había comprometido a reducir la relación entre deuda y PIB un 3,5% cada año, la agencia de rating Standard & Poor's cree que el rescate aumentará ese indicador un 1,2%.

Ajustes o impuestos

Así que, para respetar los compromisos europeos en 2017, Italia debería aprobar recortes o subidas de impuestos por el 4,7% del PIB, es decir casi 70.000 millones de euros: una misión imposible, ya que mientras el déficit sigue creciendo (los presupuestos para 2017 prevén una relación entre déficit y PIB del 2,3%, frente al 1,8% convenido con Bruselas) el PIB no despega. Italia crecerá un 0,9% en 2016, tasa que, aún siendo mejor a la prevista, continúa demasiado baja para sostener el peso de una deuda pública que supera los 2 billones de euros.

El nuevo Gobierno de Paolo Gentiloni (que es una fotocopia del Ejecutivo saliente de Matteo Renzi, ya que el nuevo primer ministro y antiguo titular de Exteriores confirmó a la mayoría de los ministros salientes, incluido Padoan) ya está trabajando para cuadrar las cuentas, a la espera de que en primavera la Comisión Europea se pronuncie sobre la última ley presupuestaria.

El problema es que Italia introdujo en los anteriores Presupuestos una "cláusula de salvaguardia" de 19.500 millones de euros para 2018. Esta cláusula - pensada para ganar tiempo y aplazar de año en año la solución al problema presupuestario - obliga a una subida del IVA si no obtiene los ingresos previstos a través de otras medidas.

El importe es precisamente lo que Roma ha utilizado para el rescate a la banca e Italia y, tras el rescate, podría verse obligada a cumplir con la cláusula y a subir el IVA. Sólo hace falta ver si Gentiloni se empeñará en un doble pulso con Europa sobre el rescate y el cumplimiento de los compromisos presupuestarios o invertirá el rumbo de la política económica acabando con los estímulos fiscales de Renzi e imponiendo una subida de impuestos.

En ambos casos es una decisión muy difícil para una economía tan frágil: Italia, de cara a las previstas elecciones anticipadas, tiene todo que perder, tanto de un largo pulso con Bruselas que podría elevar la incertidumbre política y económica, como de nuevos recortes que afecten al consumo y que acaben con la tímida recuperación.

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