Por Claudi Pérez
Diario El País, 16/5/2013.
(Extracto)
Palos desde Berlín y palos desde
Bruselas. Alemania reabrió ayer otro flanco preocupante para España: el
bancario. No acaba de estar satisfecha con la reforma financiera, que se había
ganado fama de modélica en Bruselas.
Una alta fuente del Gobierno
alemán lamentó que en su día España solicitara solo algo más de 40.000 millones
de la línea de crédito de hasta 100.000 millones que expira a finales de año.
Berlín considera que el sector financiero europeo, empezando por las cajas
españolas, no ha conseguido despejar todas las incertidumbres acerca de su
credibilidad, a pesar de las continuas pruebas de esfuerzo. O precisamente a
causa de esos test, realizados con continuas interferencias políticas
(empezando por la propia Alemania).
No es solo cosa de Berlín. El
Banco de España exige a la banca más provisiones para los créditos
refinanciados: considera que aún puede haber morosidad oculta bajo la alfombra.
Y en la misma línea que Alemania, el economista jefe del FMI, Olivier
Blanchard, aseguró hace unas semanas que persistían serias dudas sobre la banca
española, aunque después se vio forzado a rectificar.
Los recelos, en fin, están ahí.
En los mercados se habla abiertamente de la posibilidad de que algunas
entidades puedan necesitar más dinero público. Berlín destacó que, de haber
usado todo el arsenal europeo, los bancos estarían mejor capitalizados y la
carestía de crédito a particulares y pymes sería menos preocupante. Alemania
parece animar a España a usar los casi 60.000 millones restantes, algo a lo que
se ha negado esta misma semana el ministro español Luis de Guindos. Tampoco el
Banco de España considera que sea necesario más capital.
Pero no se trata solo de la banca
española o la italiana. El sector en conjunto es un misterio. Otro de los
grandes focos de desconfianza son las grandes entidades alemanas y francesas,
cargadas hasta las cejas de activos tóxicos que nadie sabe aún dónde se
esconden exactamente, según fuentes europeas.
Otra fuente de la cancillería
explicó que la reforma financiera española se ha aplicado de forma convincente,
y atribuyó los eventuales problemas que puedan surgir a la sangría en la
economía real: desempleo, deterioro de los activos por el pinchazo del ladrillo
y falta de crecimiento, que achaca a la falta de reformas.
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