Por Carlos Aspe
Diario Público.es,
7/5/2013
Hace un tiempo, mi vecina María,
a la que todavía no tengo el gusto de conocer, se tomó la molestia de escribir
con su caligrafía de posguerra un mensaje al director del banco de la esquina. Sólo nuestros abuelos son capaces de reutilizar el dorso de los tickets
de compra para elevar una queja a la sucursal de la Caixa “azul” que gobierna
los bolsillos del barrio. En tiempos de subidas de impuestos y bajadas de
esperanzas, un puñado de letras escritas con la bilis de una pensionista me
sirvieron para recordar que la austeridad no consiste en quitarse de nada, sino
en saber aprovecharlo todo.
María tiene 78 años y, a juzgar
por lo que anota con pulso firme, es una más de las personas mayores
afectadas por las preferentes. Según mi vecina, la empleada del banco
(a.k.a. “la cantamañas de la Denis”) no le advirtió del riesgo que conllevaba
invertir en el citado producto bancario. Cuántas veces en los últimos meses
hemos oído esta historia. Lejos de ser un pueblo que se retroalimenta nos hemos
convertido en una sociedad que busca carroña a cualquier precio. No soy capaz
de intuir el nivel de desesperación de la señora María al enterarse de que no
podría sacar el dinero que había conseguido ahorrar durante toda una vida. Ya
se sabe, a río revuelto ganancia de especuladores. Supongo que María,
antes de recurrir a su mensaje, optaría por pedir explicaciones a pie de
ventanilla y solicitaría soluciones educadas y de buena fe.
Sin embargo, por mucho que pueda estirarse, la
paciencia de una generación que ha vivido el hambre no es infinita y María
acabó por estallar en su pequeña revolución inadvertida. Quizás el papel
se cayó o la señora de la limpieza que adecenta la sucursal antes de que lleguen
los clientes eliminó el mensaje de María sin que el Sr. Director llegara a
leerlo nunca. Quién sabe, tal vez Denis no imagina que su cabellera corre el
peligro de ser arrancada mientras sus vaqueros se arrastran calle arriba. El
caso es que siento que le debo esta ventana al gesto de María que, con su
pequeño mensaje, me ha demostrado que no importa la edad que uno tenga mientras
haya gente que quiere luchar para cambiar su mundo. Y ojo, que ella tiene el
ticket.
Disponible en:
<http://www.importanciacapital.com/?p=845>
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