Por Luís Doncel
Diario El País,
11/12/2013.
Los 28 ministros de Economía se han devanado los sesos hasta la medianoche para
buscar una solución a los problemas que llevan semanas estudiando. Pese a los
avances que todos destacaban, han sido incapaces de cerrar un acuerdo total y
convocarán una reunión extraordinaria del Ecofin el próximo día 18. Para
entonces, ya se sabrá si los socialdemócratas alemanes habrán dado el sí al
Gobierno de gran coalición; y si Wolfgang Schäuble volverá a Bruselas como
todopoderoso ministro de Finanzas.
“Estamos muy cerca de crear un
fondo y un mecanismo de resolución único. Tenemos un acuerdo general del que
habrá que cerrar los detalles”, señaló el ministro de Economía, Luis de
Guindos, a la salida de la reunión. La cuestión es cómo llegar a esa meta. De
momento, las tesis alemanas se imponen.
12 de diciembre de 2012. Pasadas las cuatro de la madrugada, los ministros de
Economía de la UE llegan a un acuerdo in extremis para impulsar la
unión bancaria. Sus jefes, los presidentes y primeros ministros, lo rematarán
tan solo unas horas más tarde en la última cumbre del año. Esto ocurrió el año
pasado, pero todo apunta a que la historia se va a repetir, prácticamente
idéntica, en 2013. Entonces se trataba de regular el supervisor único de la
banca europea; ahora, del
mecanismo para cerrar, separar o liquidar las entidades en ruinas.
En ambas ocasiones, Alemania se oponía a los demás prácticamente en solitario.
El año pasado logró mucho de sus propósitos. Ahora, a falta de conocer los
detalles la semana próxima, también. El preacuerdo al que llegaron los cinco
países más importantes de la zona euro recogía casi todas las exigencias de
Berlín.
Pese a las muchas reuniones
celebradas en estos días y a las constantes menciones de que se están acercando
posturas, los puntos conflictivos no han variado. Básicamente se resumen en dos
preguntas. ¿Quién tendrá el poder para liquidar un banco? ¿Y quién pondrá el
dinero?
A la primera pregunta, una gran
mayoría de países respondía que la Comisión; pero Alemania era
reacia. El preacuerdo al que han llegado los cincos grandes —Alemania, Francia,
Italia, España y Holanda— otorga a la Comisión un papel secundario: deberá dar
su aprobación final, pero el organismo que decidirá en primera instancia será
un consejo de nueva creación formado por representantes de los Gobiernos y en
los que la Comisión solo estará como observador. Bruselas no dispondrá pues del
superpoder que pretendía atribuirse para asegurar que la decisión de cerrar un
banco se tomara de forma ágil y fuera de la batalla política de los países. El
comisario Michel Barnier mostró ayer su frustración por el resultado. Primera
victoria alemana.
La segunda pregunta es aún más
compleja. Habrá fondo común, sí. Pero solo al final del proceso para dotar un
fondo que sufrague los rescates bancarios. Mientras tanto, como quería
Alemania, será cada país el que pagará los desperfectos en su sistema
financiero. “Va a haber un periodo transitorio en el que los fondos nacionales
irán perdiendo importancia y el fondo único la irá ganando”, explicó Guindos.
Habrá que esperar diez años para ver el fondo único que Francia y otros países
se marcaban como requisito sine qua non para firmar. Será necesario
que llegue 2026 para estar ante un auténtico fondo único europeo. Segunda
victoria de Merkel y los suyos.
Los triunfos germanos no acaban
aquí. Tal y como ocurrió con el mecanismo de supervisión, Alemania insistía en
que el brazo liquidador de bancos afectara solo a las entidades más grandes y
transnacionales; y dejar así a salvo de injerencias europeas sus cajas
regionales. Schäuble logró su propósito con el supervisor único, y lo ha hecho
ahora con el mecanismo de resolución. Este tendrá la última palabra para
ejecutar las más de 130 entidades supervisadas por el Banco Central Europeo,
aunque este punto aún no está claro. Si hay que cerrar una caja alemana, será
la autoridad nacional la que lo decida, siempre y cuando no recurra al dinero
europeo. Enésima victoria: se adelanta dos años (de 2018 a 2016) la entrada en
vigor de las normas por la que los accionistas, preferentistas y bonistas junior
tendrán que afrontar pérdidas si sus entidades entran en proceso liquidador.
Si los ministros dan su visto
bueno la próxima semana, Europa habrá construido la segunda pata de la unión
bancaria. Tras la supervisión única, se comienza a construir el mecanismo de
liquidación. Falta abordar la tercera pata: un fondo de garantía único para los
bancos europeos. Es cierto que el principio de acuerdo alcanzado ayer dista
mucho de las expectativas de la Comisión Europea. Pero, como señaló Barnier
poco antes de la una de la madrugada, se ha recorrido un largo camino. “No está
todo resuelto. Todavía no hemos llegado al final”, zanjó.
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