Por Lluís Pellicer
Diario El País,
24/1172013.
Oficialmente, la recesión ha
terminado. Pero la crisis sigue destapando productos tóxicos que han empobrecido a
miles de ciudadanos, que han visto cómo el dinero —o parte de él—
que tenían guardado se ha esfumado. Muchos de ellos eran ahorradores que se
convirtieron, sin saberlo, en inversores. Los más de 50.000 afectados en Cataluña por las preferentes de las
antiguas cajas de ahorros han expresado su malestar en la calle y estos días
sus representantes acuden al Parlament a denunciar esos casos. Pero
no son los únicos productos tóxicos que se comercializaron: desde hipotecas
vinculadas a la evolución de monedas extranjeras hasta la compra de bonos de
empresas que hoy han quebrado.
Mataró se ha convertido en la
máxima expresión de esa venta masiva de preferentes. Al menos uno de cada ocho
ciudadanos fue afectado por la venta de preferentes de Caixa Laietana. El
diputado Pere Aragonès (ERC) le recordó al expresidente de la entidad, Josep
Ibern, que se ha tenido que crear un juzgado en Mataró para atender la
avalancha de casos. Ibern rechazó toda responsabilidad en la venta de
preferentes. “Ya le aseguro yo que no hacíamos nada diferente de lo que hacían
los otros”, se excusó.
Algunos bancos han solventado
mejor que otros la devolución de ese dinero. Las preferentes de CatalunyaCaixa,
por ejemplo, perdieron el 61% de su valor dada su antigüedad. Miles de esos
afectados tienen abierta la ventanilla del arbitraje para recuperar toda su
inversión. El presidente de la entidad, José Carlos Pla, prevé que
los arbitrajes estén resueltos a lo sumo en abril.
Las participaciones de las
entidades bancarias, sin embargo, no son los únicos productos que hoy atienden
los juzgados. Muchas empresas también emitieron sus preferentes. Lo hicieron,
por ejemplo, Repsol, Sol Melià, SOS Cuétara o Eroski-Fagor. En el último caso,
el concurso de acreedores de la firma de electrodomésticos dejó atrapados a
10.000 preferentistas. “El caso más extendido es el de las preferentes
bancarias, pero hay muchos instrumentos. El perfil del afectado es muy similar:
gente conservadora que conocía solo la cultura del plazo fijo y que no quería
riesgos, pero que compra estos productos porque en la oficina de toda la vida
le dicen que se trata de algo similar al plazo fijo”, explica Arcadi
Sala-Planell, letrado del bufete BBS Abogados, especializado en estos litigios.
El Col·lectiu Ronda atiende a 10.000tóxicos personas por
productos
Sala-Planell lleva el caso de
Esteban Planas, un cliente cuya demanda contra Banco Santander ha sido admitida
a trámite por el Juzgado de Primera Instancia número 46 de Barcelona por la
venta de participaciones preferentes de SOS Cuétara (Deóleo). “En diciembre de
2006 contaba con 100.000 euros tras vender un piso heredado. Aunque tenía la
intención de comprar una vivienda, la directora del banco me dijo que los
destinara a ese producto, que daban una buena rentabilidad [del 3,73%] con
disponibilidad inmediata”, explica Planas. Un año después, se le recomendó
adquirir valores Santander, cuyo canje quedaba fijado en ese momento.
El banco dio varias ventanas de salida a los clientes, pero con pérdidas. “A
Planas le insistieron que era como adquirir un depósito”, insiste su abogado.
El Col·lectiu Ronda ha ganado recientemente un caso en el Juzgado de
Primera Instancia número 20 contra IPME 2012, la heredera de Bankpime.
Esta ha tenido que devolver a un cliente el dinero que destinó a la compra de
bonos de la inmobiliaria Aisa, hoy en concurso de acreedores. La juez declaró
nula la orden de compra de los bonos al considerar que “la información” que se
facilitó al cliente no podía considerarse “suficiente”. Aisa, entonces
participada por la Agrupació Mútua presidida por Fèlix Millet, que también
controlaba Bankpime, realizó dos emisiones de bonos en 2001 que ascendían a 45
millones de euros y otra en 2006 por 25 millones. No es el único producto
tóxico que comercializaba Bankpime. El abogado del Col·lectiu Ronda Òscar
Serrano, cuyo bufete ha atendido ya a más de 10.000 personas por cuestiones
relacionadas con estos productos, explica que trabaja en casos de bonos de los
bancos islandeses Landsbanki y Kauphing Bank comercializados por esa entidad o
bien de fondos del banco norteamericano Lehman Brothers, que quebró en 2008.
“La banca siempre ha sido la
intermediaria”, denuncia el presidente de la Asociación de Bancos, Cajas y
Seguros (Adicae), Manuel Pardos, quien matiza que no todas las entidades se han
comportado de la misma forma. “Ante las demandas que hemos presentado, algunos
bancos han decidido llegar a acuerdos para resolver las situaciones, otros no
lo hacen”, asegura Pardos, quien también comparecerá ante el Parlament para dar
voz a sus representados.
Pérdidas en el ladrillo
El inmobiliario ha sido otro
sector que también ha resultado especialmente tóxico. Al principios quedaron
atrapados en el ladrillo los pequeños inversores que adquirieron solares —cuyo
valor cayó a cero e incluso a valores negativos— o en viviendas que nunca se
hicieron porque la empresa entró en concurso de acreedores. Luego quedaron
también atrapados en los fondos inmobiliarios. El último caso ha sido el de
CatalunyaCaixa, cuyo fondo CV Propietat-FII ha dejado atrapados 3.336 clientes
que, según el Col·lectiu Ronda, no recuperarán algo de su dinero hasta que se
realice su “liquidación ordenada”.
Junto a las preferentes, las
hipotecas han sido el otro producto que ha suscitado más reclamaciones en los
juzgados: desde los swaps a las cláusulas suelo. La representante de
los afectados de CatalunyaCaixa, Elvira Mármol, detalló en el Parlament otro de
los productos que ha dado problemas: las hipotecas multidivisa. “Hay personas
que se vieron abocados a firmar hipotecas ininteligibles, como las multidivisa,
y para las que debían conocer la evolución del franco suizo o el yen. Muchas se
colocaron a inmigrantes, que no hablaban catalán ni castellano”, aseguró.
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