Por Jorge Otero
Público.es, 01/07/2014.
Después de siete años de dura
crisis económica, el belga Éric Toussaint, uno de los politólogos más lúcidos
de la izquierda europea, sabe de sobra quiénes son los culpables de la misma y
por qué estamos en la peor situación de los últimos 80 años. Su diagnóstico no
es novedoso —"Esta es una crisis de la deuda privada y del capitalismo
financiero provocada básicamente por los bancos. Su deuda la estamos
pagando entre todos"—, pero sí lo es la convicción y la determinación
con la que propone soluciones reales para "una salida justa" de la
crisis.
Presidente del Comité para la
Anulación de la Deuda en el Tercer Mundo y asesor de varios gobiernos
latinoamericanos en asuntos como la auditoría de la deuda pública, Toussaint
visita estos días Madrid. Este martes por la noche estará en Público TV, en
el debate de La Tuerka, donde desgranará su discurso a caballo entre la
crítica más feroz y la reflexión sobre políticas económicas alternativas al
neoliberalismo imperante.
Por lo que se refiere a la
crítica, Toussaint lamenta la impunidad de la que gozan los grandes
banqueros, a los que señala directamente como los responsables de la
crisis: "Los dueños capitalistas de los bancos privados manejaron el
dinero de los bancos en busca de la ganancia máxima sin tener en cuenta
el riesgo". Son ellos lo que nos han traído hasta aquí, sostiene el belga,
y son ellos los que deberían haber pagado sus excesos.
La realidad, sin embargo, es bien
diferente: esos prohombres gozan de la protección de los gobiernos europeos;
nadie ha osado meterse con ellos y, para rematar la faena, los Estados han
rescatado a los bancos con dinero público. Eso irrita a Toussaint, para quien
el castigo está clarísimo: "Habría que expropiar los bancos y
socializarlos. La banca tiene que ser un servicio público. Los accionistas
de los bancos rescatados deberían devolver el dinero de las ayudas con su
propio patrimonio".
El pensador belga cree que las
cosas se pueden hacer de otra manera y cita dos ejemplos: el caso de
Islandia, donde dos banqueros fueron encarcelados por la presión ciudadana, y
Estados Unidos, donde Barack Obama no toma medidas contra banca privada
norteamericana e intenta desviar la atención con mano dura contra bancos europeos.
Pero como bien recuerda el propio
Toussaint, en Europa y en España aún estamos muy lejos de ese escenario. En
Europa no hay voluntad política ni tampoco sensibilidad: "Si los gobiernos
de los países de la UE creyeran de verdad que están al servicio de la mayoría
de los ciudadanos, ya habrían nacionalizado los bancos y también habrían
rechazado pagar parte de la deuda pública por ilegítima e ilegal", añade.
Frente al inmovilismo de los
gobiernos europeos, Toussaint introduce un elemento importante en su discurso: la
existencia de una alternativa. Y esa alternativa está cada vez más
cerca, pese al "difícil contexto político" que impera en la Unión
Europea. "Las elecciones europeas demostraron que en España hay una parte
importante de la población que busca una alternativa real al bipartidismo y a
las opciones que ofrecen más de lo mismo", se congratula el politólogo
belga.
Para Toussaint la alternativa
pasa por "un programa coherente" que tenga como eje "medidas
radicales en favor de una salida social de la crisis". No le importa
tanto como a otros economistas que esta salida se dé sin el euro: tiene una
posición crítica contra la moneda única y contra el propio sistema. Aboga
Toussaint por "una salida de izquierdas con cambios estructurales en la sociedad".
En ese sentido, América Latina es
el espejo en el que mirarse. Esa parte del mundo ha aprendido que la respuesta
a la crisis no pasa por recortar el gasto público, las pensiones y las
políticas sociales; sabe también que la solución no es congelar los salarios.
Toussaint lo explica muy bien: "La austeridad no es la respuesta. Ésta
sólo conduce a un aumento de la deuda pública. Lo hay que hacer es adoptar un
programa coherente y alternativo que apueste por incrementar la inversión
pública, aumentar el poder adquisitivo de las familias, anular parte de la
deuda pública ilegítima, redistribuir la riqueza y aumentar los ingresos
fiscales".
Entre sus recetas, Toussaint no
se olvida de la lucha contra la desigualdad: "Dentro de ese
programa coherente del que he hablado una de las medidas fundamentales son los
impuestos a los más ricos. Yo, como Thomas Piketty, soy partidario de crear un
impuesto confiscatorio del 80% o 90% de su renta al 1% más rico de la
población. La concentración de riqueza empieza a ser intolerable. Franklin
Delano Roosevelt lo hizo en 1938 en Estados Unidos y no era precisamente un
izquierdista. Con esos ingresos un gobierno progresista podría poner en marcha
un nuevo modelo económico y social".
"El problema", reconoce
el propio Toussaint, "es pasar de la voluntad de cambio a la expresión
política de ese cambio". Pero en este caso el belga es optimista: dice que
le entusiasma la acción de "los indignados del 15-M" y saluda con
simpatía la irrupción de Podemos. Toussaint felicita al 15-M por su lucha
en pro de "una auditoría ciudadana de la deuda", una acción
ciudadana que, según sus palabras, "demuestra que miles de personas
quieren entender de dónde procede la deuda pública a tiempo que cuestionan la
legitimidad de la misma".
Porque la deuda pública, esa que
la troika se empeña en que los ciudadanos paguen a toda costa, es otro elemento
vertebrador del discurso alternativo del pensador belga —de hecho, como
presidente de Comité para la Anulación de la Deuda en el Tercer Mundo es uno de
sus caballos de batalla—. Para él no es moralmente aceptable que un país
tenga que recortar su sanidad o su educación para pagar su deuda, sobre
cuando no se ha hecho una auditoría de la misma y no se ha determinado qué
parte es ilegítima y/o ilegal. Hacer una auditoría de la deuda es una
obligación para cualquier país, incide Toussaint: "Si se quiere encontrar
una salida justa de la crisis para los ciudadanos, hay que anular el pago de
esa parte de la deuda".
Negarse a pagar parte de la
deuda no es es ninguna utopía. Toussaint lo sabe y pone el ejemplo de Ecuador,
donde él mismo trabajó asesorando al presidente Rafael Correa:
"Hacerlo es posible. Ecuador lo hizo en 2008 y 2009 con éxito y países
como España, Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre también pueden hacer lo mismo.
¿Por qué no? Los acreedores de la deuda pública son los mismos bancos que han
sido rescatados con el dinero público y que luego han utilizado para comprar
bonos de deuda pública de esos países".
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