Por Vicenç Navarro
Público.es, 25/07/2014.
La historia de los desastres (y
no hay otra manera de definir las consecuencias de aplicar sus políticas)
creados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) es larga. Esta institución,
que en su configuración actual tiene el objetivo de defender los intereses del
capital financiero (es decir, de las instituciones bancarias) a costa de los
intereses de los Estados supuestamente ayudados por ella, tiene una larga lista
de daños a las poblaciones de los Estados “ayudados” (y, muy en particular, a
sus clases populares) a causa de las políticas impuestas a sus gentes (ver Los
amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero, Vicenç Navarro y Juan
Torres, 2012).
Un caso claro ocurrió en 1997,
cuando varios países asiáticos, afectados por una crisis financiera causada por
la constante especulación de los mercados financieros, intentaron establecer su
propio banco alternativo al FMI, que llamaron tentativamente el Fondo Monetario
Asiático. Este intento fue inmediatamente vetado por el gobierno federal de
EEUU, concretamente por su Ministro de Finanzas (Secretary of the Treasury),
muy ligado a Wall Street, el centro bancario de EEUU. Como consecuencia de
ello, tuvieron que seguir las políticas impuestas por el FMI, las clásicas y
previsibles políticas neoliberales, con reformas que afectaron profundamente al
bienestar de las poblaciones de los Estados “asistidos”, políticas que, como
ahora también ocurre en la Eurozona, fueron ineficaces para resolver la enorme
crisis económica y financiera. En realidad, la empeoraron, como también ha ocurrido
en la Eurozona.
Como consecuencia, surgió con
mayor intensidad la demanda de estos países y otros que habían sufrido las
mismas políticas, de salirse del FMI y establecer un fondo alternativo. Tales
países llegaron a la conclusión de que era prácticamente imposible cambiar el
FMI, controlado por los intereses financieros estadounidenses y sus aliados
europeos, intereses que, por cierto, afectaron también negativamente al
bienestar de las poblaciones norteamericanas y europeas. No era, como siempre intentaron
presentarlo los mayores medios de información, un conflicto entre EEUU y Europa
frente al resto del mundo, sino los intereses financieros de las instituciones
bancarias -que beneficiaban a sectores minoritarios en aquellos países- frente
a la mayoría de las poblaciones de los países de distintos niveles de
desarrollo económico. Lo que las políticas impuestas por el FMI mostraban era
que los intereses particulares de las instituciones bancarias no eran los
mismos ni tampoco coincidían con los intereses de las clases populares de los
países desarrollados, ni con los intereses de las de los países emergentes.
Como aparece en la enorme crisis financiera que EEUU y la Unión Europea están
sufriendo, la realidad muestra que el enorme control por parte de las
instituciones bancarias del FMI, del Banco Mundial y del Banco Central Europeo
(BCE), está beneficiando a intereses muy particulares, distintos, y en realidad
opuestos, a los intereses generales de la mayoría de las poblaciones (que son
sus clases populares) de los países, tanto de los económicamente avanzados como
de los de menor desarrollo económico. De nuevo, lo que está ocurriendo en la
Eurozona (y, muy en particular, en su periferia) es un claro ejemplo de ello.
La situación en Ucrania y
en 31 países “ayudados” por el FMI
Se sorprenderá el lector que
aparezca de pronto en este artículo una referencia a Ucrania, un país que está
sufriendo un conflicto bélico de enormes consecuencias. Pero la situación
bélica, la guerra civil en aquel país, está ocultando otro desastre creado
precisamente por el FMI. En aquel país, las políticas neoliberales impuestas
por el FMI y su aliado, el BCE, están causando una enorme recesión, con un
descenso de nada menos que de un 5% de su PIB, y con un gran crecimiento del desempleo.
En realidad, de los 41 países que están recibiendo “ayuda” del FMI, 31 sufren
una enorme recesión causada por las políticas de austeridad impuestas por el
FMI y el BCE (ver el excelente artículo de Mark Weisbrot, “BRICS’ New Financial
Institutions Could Break a Long-Standing and Harmful Monopoly”, en Center
for Economic and Policy Research, 18.07.14).
De ahí la urgencia y necesidad de
crear instituciones alternativas, como la creada por los países emergentes
BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), abierta a otros países. Los
medios, influenciados por el capital financiero estadounidense y europeo, han
intentado minimizar la importancia de este desarrollo, considerándolo poco
creíble. Su credibilidad, como institución financiera alternativa, sin embargo,
está avalada, porque todos estos países tienen unos sistemas bancarios
públicos. En realidad, un dato que por regla general no se conoce es que los
países que han tenido mayores crisis financieras han sido aquellos en los que,
en su sistema bancario, predomina el sector privado. Los casos claros son EEUU
y la Eurozona, siendo incluso más acentuado el de la Eurozona, porque en esta
zona el BCE no es un banco central, sino un lobby de la banca (ver mi artículo
“El BCE, el lobby de la banca”, Público,08.12.11). Ello deja a
los Estados en una situación enormemente vulnerable, forzándolos a pagar unos
intereses excesivos por su deuda. De ahí que la aparición de un fondo
alternativo al FMI pueda significar un avance considerable en el intento de
romper la mordaza que representa el FMI para todos los países, tanto los
emergentes como los llamados países desarrollados.
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario