Por Joaquín Rábago
Nueva Tribuna.es,
29/01/2015.
Tratan de convencernos de que la gestión
privada de servicios está asociada a la modernidad y a la eficacia.
Está ocurriendo, por ejemplo, con el agua: hemos visto cómo en
muchos ayuntamientos han pasado o pretende que se pasen a manos privadas ese
servicio pese a la oposición frontal de una mayoría de vecinos que con certero
olfato temen que antes o después terminarán pagando más. Y también pasa con la
energía y su distribución.
Resulta por ello muy instructivo
ver lo que ocurre en otras partes, en países más avanzados democráticamente que
el nuestro, para extraer las correspondientes lecciones y no dejarnos engañar
con falsas promesas. Por ejemplo, en ese país que tanto les gusta a nuestros
conservadores tomar como modelo de gestión: Alemania.
Y así vemos que en Berlín
una empresa municipal llamada Berlin Energie, encabezada por un
ingeniero, trata de recuperar Gasag, una sociedad conjunta de varios gigantes
del sector energético: el francés GDF Suez, el sueco Vattenfall y el alemán
E.on. Esos consorcios se resisten, sin embargo, a perder el gran negocio de la
distribución de gas en la capital alemana, con sus 7.000 kilómetros de
conducciones y 6.000 conexiones de gas. Pero el caso berlinés no es ni mucho
menos único, sino que en muchos municipios alemanes se está produciendo el
mismo fenómeno: los ayuntamientos quieren recuperar unos servicios que
privatizaron en su día y de lo que ahora, en vista de la experiencia, parecen
arrepentirse. Hay actualmente abiertos en torno a un centenar de
procesos judiciales por los que los municipios intentan recuperar las
redes energéticas que vendieron en los años noventa para tapar sobre todo unos
agujeros presupuestarios.
Ocurre con el gas, pero también
con la electricidad o el agua, y en todos los casos las empresas beneficiadas
se resisten y en algunos casos han ganado los pleitos, sobre todo por la
indefinición legal. Esto último ha hecho que la Asociación Alemana de
Municipios exija reformar con urgencia la ley vigente para permitir que las
propias empresas municipales puedan optar a las concesiones cuando éstas
caduquen. Y dentro de dos años lo harán 2.000 concesiones.
Pero, como escribe el semanario Der
Spiegel, el ministro de Economía y vicecanciller, elsocialdemócrata Sigmar
Gabriel, trata de posponer la urgente reforma, más preocupado al parecer por el
futuro de los gigantes energéticos alemanes RWE, W.on y EnBW,
que por los deseos expresados por los municipios. Parecida sensibilidad
hacia el mundo empresarial muestra también el concejal de justicia
berlinés, el cristianodemócrata Thomas Heilmann, que antes de dedicarse a la
política fue jefe del llamado consejo de vigilancia de un bróker del sector energético
vinculado a la empresa sueca Vattenfall. ¡Siempre las dichosas puertas
giratorias!
Pero hay otros políticos berlineses
dispuestos a dar la batalla como el concejal de Justicia Ulrich
Nussbaum, que se preguntaba recientemente:
“¿Por qué tiene que ganar siempre
la empresa privada con algo que podemos hacer mejor como municipio?”
Por lo pronto, el Ayuntamiento de
la capital ha recuperado ya el control de la distribución de agua, y las
siguientes batallas son el gas y la electricidad, con lo que se volverá al
viejo modelo, al que, según muchos, nunca se debió renunciar. ¿Nos
acordaremos del ejemplo alemán también aquí cada vez que oigamos los cantos de
sirena de los privatizadores?
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario