Por Cristina Sánchez
El diario.es, 24/02/2015.
(Extracto).
Tim Hunkin, dibujante y presentador del programa de
finales de los 80 'La vida secreta de las máquinas', lleva cuarenta años
fabricando de forma artesanal máquinas con un humor irreverente. Trabajar en un
reactor nuclear, blanquear capitales, aplastar banqueros o disparar a obras de
arte son algunas de las divertidas locuras que ofrecen a cambio de unas
monedas. Ahora tienen un nuevo hogar en Londres: 'Novelty Automation', una sala
de recreativos inútiles que acaba de abrir sus puertas.
Algunos tienen un don especial para el manejo de cables,
herramientas, matemáticas o planos, y acaban siendo ingenieros. Otros nacen con
una inusual habilidad para manipular lápices y plasmar el humor en
ilustraciones, y se hacen dibujantes. El inventor británico Tim Hunkin reúne todas esas cualidades,
y las ha combinado de distintas formas a lo largo de su dilatada carrera.
En los años 70, publicó más de
7.000 dibujos en el diario 'The Observer' explicando el mundo de una cómica
forma. Años después, dirigió 'La vida
secreta de las máquinas', un programa de televisión en
Channel 4 que mostraba a los británicos cómo funcionaban las máquinas de su
vida diaria, desde la aspiradora hasta el televisor. También ha desarrollado
proyectos tan variopintos como gigantescos y
originales relojes para fachadas (el último para el museo Exploratorium de San Francisco),
automatismos para exposiciones
e incluso puertas automáticas para las jaulas de los tigres en el zoo de
Londres.
Sin embargo, la creaciones de las
que más se enorgullece este ingeniero ya sexagenario son las que ha fabricado
íntegramente con sus propias manos, en las que ha plasmado su sentido del humor
de una forma inusual: las tragaperras extravagantes.
"Solía pasar la mitad del año trabajando en otros encargos, pero hace un
par de años me di cuenta de que nunca serían tan satisfactorios como las
máquinas recreativas. La gente se siente mucho más implicada que
cuando ve un reloj público o cualquier otra cosa que he hecho", cuenta
Hunkin a HojaDeRouter.com.
Sus automatismos son muy
especiales. Los jugadores golpean a los banqueros
que emergen con ayuda de un instrumento de inversión (un martillo), creando
a juicio de Hunkin una experiencia bancaria real, en la que al final el
banquero siempre acaba ganando; blanquean
capitales (las monedas de la máquina) huyendo de los
reguladores financieros con un brazo magnético que sobrevuela Londres; e
incluso operan un reactor
nuclear, teniendo cuidado con el manejo del uranio para no destruir
el mundo y obtener un caramelo final, o para ser más precisos, un
residuo nuclear comestible.
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