Por Joaquín Estefanía
El País, 12/09/2016.
El Banco de España acaba de cifrar en 61.500 los millones de
euros que ha costado reflotar a la banca española durante la Gran Recesión
(51.300 millones son dinero público). Todos ellos, en capital. A esa cantidad
hay que sumar 168.000 millones en avales, garantías y capital para el banco
malo. A ello habría que añadir la inmensa liquidez barata del Banco Central
Europeo. Con esos datos, nuestro país posee el tercer sistema financiero de la
Unión Europea que ha consumido más ayudas públicas y, según las encuestas, el
que tiene la peor valoración por parte de sus clientes, exceptuando a Irlanda.
¿Por qué se producen tantas sospechas sobre la sanidad del
sistema financiero español y sobre su funcionamiento ortodoxo? Por multitud de
malas prácticas muy documentadas. Por ejemplo, existen abundantes circulares,
correos internos, argumentarios de las entidades, etcétera, que reflejan la
tensión a la que sometieron a sus empleados para colocar entre sus confiados
clientes ese producto de alto riesgo que fueron las participaciones
preferentes.
La de las preferentes es la mayor estafa financiera de la
historia en España y ha afectado nada menos que a un millón de ciudadanos.
Mientras en otros países se multiplicaron las multas millonarias a los bancos
por esas prácticas irregulares (los 10 principales bancos estadounidenses y
europeos han recibido 150.000 millones de euros en multas por mala praxis,
entre 2009 y 2015), en el nuestro, las sanciones impuestas por la Comisión
Nacional del Mercado de valores (CNMV) en los años 2014 y 2015 no llegaron a 23
millones en cada ejercicio para el conjunto del sistema, a pesar de que algunas
de las infracciones cometidas fueron calificadas como “muy graves”.
“La realidad es que los bancos españoles, especialmente los
más grandes, gozan de un poder extraordinario que les ha permitido siempre
mirar por encima del hombro a los supervisores”. Esta conclusión y los datos
anteriores están extraídos del extraordinario libro La gran estafa de las
preferentes (editorial Alternativas Económicas) del periodista Andreu Missé,
que disecciona la naturaleza y las prácticas de los bancos y las cajas de
ahorros durante la larga crisis económica.
Uno de los puntos clave desarrollados es aquel por el que a
Joseph Stiglitz le dieron el Premio Nobel de Economía: la información
asimétrica, el desequilibrio desproporcionado entre la información que manejan
las entidades y la que reciben los ciudadanos: las cláusulas suelo, las permutas
financieras, los desorbitados intereses de demora, los desahucios,… La letra
pequeña de los contratos ha sido un instrumento que ha jugado siempre en contra
de los ciudadanos corrientes. Cuando los bancos tuvieron conocimiento de que
bajarían los tipos de interés corrieron a poner cláusulas suelo a las hipotecas
para protegerse de un fenómeno que conocían por informes oficiales, pero del
que eran inconscientes los ciudadanos.
En el año 1970 una pequeña editorial (Zyx) publicó el libro
El poder de la banca en España, del inolvidable catedrático de Estructura
Económica, Juan Muñoz, que llegaría a ser vicepresidente del Congreso de los
Diputados. Aquel libro supuso una revolución en el discernimiento de las
relaciones entre el poder financiero y el poder político. El de Missé actualiza
aquel texto y cartografía con exactitud los hábitos, la ortodoxia y la
heterodoxia practicada por la aristocracia financiera de nuestro país en los
malos tiempos para casi todos.
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