Por Juan Carlos
Escudier
Público.es, 07/09/2016.
El Banco de España ha venido a confirmar este martes lo que
ya se sabía, esto es que el rescate a la banca es incobrable y que la
recuperación de algunos muebles y de la vajilla de la abuela dependerá de la
privatización de Bankia, que a los precios actuales vale algo más de 8.700
millones de euros y de la que el Estado posee un 65%. Dicho de otra forma, la
participación pública en Bankia no llega hoy a los 5.700 millones de euros, una
cuarta parte de los 22.000 millones que hubo que destinar para su saneamiento a
la salida de Don Rodrigo el Tempranillo.
Como viene a ser costumbre de la casa, todo lo que ha
rodeado el rescate bancario y su gestión ha estado salpicado de eufemismos,
medias verdades y abiertas falsedades, empezando por aquella gloriosa comparecencia
de Rajoy, antes de irse al fútbol, en la que afirmó que el rescate no era tal
sino una línea de crédito en condiciones muy ventajosas con la que España hacía
el favor de su vida a Europa y al euro. Llegaban esos 100.000 millones, de los
que se han utilizado 40.000, poco después de que el presidente del Gobierno
negara que España fuera a pedir dinero para la banca, que fuera a salvar con
dinero público a las instituciones financieras y que hubiese pensado en crear
un banco malo. Lo habitual, en definitiva.
Las últimas cifras muestran que el Estado sólo ha recuperado
el 5,5% de los 51.303 millones de los contribuyentes que ha sepultado en el
saneamiento bancario y que las predicciones periódicas de De Guindos sobre la
devolución de lo invertido eran la versión moderna del cuento de la lechera
pero en tapa blanda. Que estas cantidades sean casi equiparables a los recortes
en sanidad y educación de los últimos años confirman el gigantesco destrozo que
la crisis financiera ha tenido en la vida y el bienestar de quienes pagaremos
la factura.
El informe del Banco de España muestra el total de lo
destinado el sector. Además de los 51.303 millones en capital, el Estado dio
apoyo financiero por importe de 168.812 millones, ya fuera en forma de avales
(111.000 millones devueltos casi en su totalidad y cerca de 43.500 millones del
banco malo que no iba a crearse), casi 10.000 millones en créditos urgentes
(más otros 6.500 aportados por el Fondo de Garantía de Depósitos, que son los
propios bancos que luego se cobran el importe en comisiones a sus clientes) y
otros 9.500 millones de los llamados Esquema de Protección de Activos, una
especie de seguro multirriesgo para que las entidades que compraron de saldo y
limpias de polvo y paja las cajas en quiebra duerman tranquilas.
Por resumir, y retomando las sabias palabras de nuestro
presidente en funciones, el Estado que no iba a destinar un euro de dinero
público al sector financiero ha comprometido en los últimos años más de 220.000
millones de euros en su restructuración. De lo apoquinado sólo se han
recuperado 2.686 millones y si la cifra llegará a los 10.000 millones sería un
éxito inconmensurable. Entre tanto, seguimos devolviendo esa ventajosa línea de
crédito a la UE. Nos faltan por pagar más de 30.000. Esto ha sido el negocio
del siglo.
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