Por Carlos De
Fuenmayor
El Independiente, 01/08/2017.
Hace unos días un empresario me preguntaba sobre la
idoneidad de aceptar una oferta de financiación que una entidad que se
autocalificaba como banca en la sombra le había puesto sobre la mesa. La
perplejidad de mi cliente provenía no tanto por su sorpresa ante una propuesta
de crédito en estos días de escasez sobre el mismo, que también, sino por
desconocimiento de la existencia de entidades financieras que abiertamente
declaren su funcionamiento en una zona de sombras.
Y es que la banca en la sombra es un sistema que genera
controversia hasta en su denominación. Desconozco quién creó el término, pero
le reconozco el mérito en términos de ambigüedad del mismo, pues admite
lecturas completamente contrapuestas.
En todo caso, no estamos ante una banca que practiquen
oscuros druidas o camuflados chamanes, sino simplemente ante un conjunto de
entidades que dan crédito y toman prestado evitando las regulaciones a que está
sometido el sistema bancario de un país determinado. Puede tratarse de hedge
funds, socimis del mercado inmboliario, business angels, plataformas de
crowdfunding, entidades de direct lending, plataformas o apps de servicios de
financiación, fondos de capital riesgo, fondos cerrados que están levantando
firmas para que las pymes accedan al capital, fondos buitre, fondos
oportunistas u otros inventos semejantes.
Su origen y su ideal caldo de cultivo lo encontramos en
situaciones de crisis económica y bajo severas restricciones del crédito
tradicional, apareciendo tanto en economías desarrolladas como en la de los
países emergentes. En situaciones de crédito precario como el que vivimos desde
la crisis financiera mundial del 2008, la banca en la sombra se ha reproducido
con vigor inusitado llegando a hacer sombra a la banca regulada a un nivel
considerable. Para muestra, un botón. En Estados Unidos proporciona ya el 50%
de los créditos y préstamos para las empresas que no pueden acceder al crédito
bancario tradicional.
Es como decía antes, un tipo de banca que se caracteriza no
por ser sombría, sino por ser una banca paralela a la que sí sigue las
regulaciones establecidas. Paradójicamente o no, el principal usuario de esta
banca alternativa es la propia banca de inversión que está sujeta a regulación
y seguimiento por parte de los bancos centrales y otras entidades
gubernamentales, pero que lleva a cabo buena parte de sus transacciones a
través de cauces que no aparecen en sus estados contables convencionales, por
lo que no son visibles para los reguladores u otros inversores no sofisticados.
Es decir, a la sombra de los controles y las regulaciones y supervisiones
habituales.
Por ejemplo, con anterioridad a la crisis financiera de
2008-2012, los bancos de inversión financiaban hipotecas a través de la titulización
fuera de balance y se cubrían del riesgo mediante permutas de incumplimiento
crediticio que tampoco quedaban reflejadas en sus balances.
La banca tradicional que critica por delante a las entidades
que actúan a la sombra, por detrás no solo las utiliza, sino que las promueve
defendiendo su complementariedad, al jugar un papel beneficioso al ampliar el
acceso al crédito, la liquidez en el mercado y la mejor distribución de los
riesgos financieros.
No faltan voces críticas entre la banca tradicional que
señalan cómo causa de este laissez faire,
laisser passer frente a estas actividades bancarias paralelas a que el
sistema ha decidido claramente que los beneficios son mucho más importantes que
la responsabilidad social o la estabilidad del sistema financiero. Sin importar
el precio a pagar con políticas tan potencialmente peligrosas.
En todo caso, estamos frente a una actividad en claro auge,
pues el volumen de transacciones del sistema bancario en la sombra ha crecido
drásticamente desde el año 2008. En 2017 los activos de la banca en la sombra
en Estados Unidos suponían más de 100 billones de dólares y representaban el
24% de todos los activos financieros. Asimismo es constatable el fuerte
crecimiento del shadow banking en países como China, Argentina, India o
Sudáfrica.
La Comisión Europea estima que en Europa la banca en la
sombra canaliza inversiones por una cifra superior a los 23 billones de euros.
¿Qué riesgos crea la
banca en la sombra?
Por su opacidad y sus condiciones fuera del sistema de
control bancario, la banca en la sombra puede contribuir notablemente a crear
burbujas de crédito que pongan en peligro la estabilidad del sistema
financiero.
Las entidades que conforman la banca en la sombra tienen
fuera de balance riesgos ocultos que sólo llegan a conocerse cuando es
demasiado tarde.
A esto hay que sumarle el peligro de un colapso de liquidez
en el caso de que los fondos se retiren de golpe de un país en un momento de
crisis o por no conseguir una rentabilidad esperada, algo sobre lo que ha
alertado repetidamente el FMI. El mismo FMI recuerda de manera reiterada a los
gobiernos que hagan un esfuerzo por vigilar ese riesgo paralelo, ya que su
descontrol puede ser el origen de un nuevo colapso mundial.
El anonimato y la oscuridad de las sombras han creado un
enorme volumen de ‘capital ficticio’, sin recursos suficientes y sin
supervisión que puede infligirle un considerable daño a la economía real si las
cosas se vuelven a torcer.
Cualquier problema que tuvieran que afrontar estas firmas
podría propagarse rápidamente al sector bancario y a la economía real, puesto
que están altamente interconectadas con las instituciones de crédito del mundo
financiero a la luz. Además, la mayor parte de la banca paralela se basa en la
financiación a corto plazo, lo que podría llevar a ventas forzadas y espirales
de bajada de precios si los inversores quisieran su dinero de manera rápida.
Pero sin duda, lo peor de las finanzas paralelas es el
riesgo que conllevan para el cliente particular, pues en el caso de tener
contratados depósitos estos carecen de garantía, mientras que si han suscrito
créditos, están expuestos a condiciones abusivas y formas más agresivas de
recobro que en caso de impago pueden acabar en desahucios fulminantes por no
estar sujetos al Código de Buenas Prácticas.
En estos casos y se lo vendan como se lo vendan, estamos
ante los prestamistas y las prácticas leoninas y usurarias de toda la vida y a
plena luz del día.
Aunque ahora esté de moda hablar de la banca en la sombra,
el fenómeno no es nuevo y sus devastadores efectos son de sobra conocidos. Así
que, al igual que el empresario que les comentaba al inicio, no se dejen
deslumbrar por ofertas crediticias paralelas emperifolladas en atractivos
anglicismos. En servicios y productos financieros se impone el control de las
tinieblas, la prudencia y la claridad. Y en banca cuanto más luz y más taquígrafos
mejor. Nada claro puede nacer desde las sombras. Y si a alguien le queda alguna
sombra de duda al respecto, solo recordarle que las hipotecas subprime nacieron
de entre tan oscuras y tenebrosas sombras.
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