jueves, 22 de marzo de 2018

Diez años después y no hemos aprendido nada


Por Iosu Pardo y Raul Ciriza (Miembros de Attac)
Naiz, 15/03/2018.

Han pasado diez años desde que comenzara la crisis económica que seguimos padeciendo y es un buen momento para analizar sus causas, sus efectos y qué se ha hecho para evitar que se repita. ¿Por qué el 9 de agosto de 2007 se congelaron los préstamos interbancarios? Los grandes banqueros mundiales se dieron cuenta que, de la misma manera que ellos sabían que su balance tenía los pies de barro, ocurría lo mismo con los balances de los demás bancos y, en consecuencia, cuando uno denegó un crédito a otro todos hicieron lo mismo bloqueando en mercado interbancario. Esta fue la primera señal de la crisis pero aquí nadie le prestó mayor atención.

En septiembre de 2008 cae Lehman Brothers y se desata la histeria: ha estallado la crisis de las hipotecas subprime, que no eran otra cosa que paquetes de deuda intercambiados entre los banqueros de todo el mundo y que de repente, alguien se da cuenta de que eran incobrables porque muchos de los hipotecados no podían hacer frente a la deuda y además las valoraciones de las viviendas estaban hinchadas (hipotecas basura).

En España se nos dijo: aquí no hay hipotecas subprime, aquí no hay crisis. Y nos lo creímos. Pero la desconfianza en los balances de los bancos se había instalado en los mercados y se dejó de prestar dinero contra las garantías de las hipotecas: los bancos (también los españoles) pasaron de tener acceso ilimitado al crédito interbancario a que éste desapareciera; sus activos se habían devaluado y descompensaban su balance con lo que se producía la insolvencia. Los estados comenzaron una carrera de rescates inyectando liquidez a los bancos por medio de la compra de sus activos dudosos o directamente invirtiendo en su capital. Y para ello los propios estados emitieron deuda que compraban… los bancos (con unos tipos de interés muy elevados, por cierto). La banca siempre gana: ha conseguido cambiar una deuda de hipotecas basura por deuda pública que garantizamos todos los ciudadanos.

¡Qué listos son estos banqueros! Pero, claro, ¿para qué quiere un banco deuda pública? Si lo que quiere es liquidez, dinero! Siguiente jugada: utilizan la deuda pública como garantía ante los bancos centrales para que les presten dinero que a su vez poder invertir (en este caso, préstamos al cero por ciento). Y a esto le llamamos Expansión Cuantitativa que queda como muy inteligente y, además lo hacen todos los grandes bancos centrales. La Reserva Federal de los EEUU desde 2008 hasta 2014, el Banco Central Europeo, desde 2015, el Banco de Japón, el Banco de Inglaterra... todos. Resultado: billones de dólares, euros, yenes, libras que deberían volver a los circuitos económicos para producir más riqueza pero que no han vuelto; la mayor parte están en la economía especulativa preparando nuevas burbujas. Un ejemplo: el Dow Jones (Índice de la bolsa de Nueva York) estaba entorno a 9.000 puntos en 2009, ahora sobrepasa los 24.000. En pocos años los bancos han pasado de estar necesitados de un rescate a poner precio a la deuda pública necesaria para pagar su rescate y exigir cantidades ingentes de liquidez al cero por ciento; han vuelto a los grandes beneficios previos a la crisis a costa de los ciudadanos y sin pagar impuestos, que ya se encargan de hacerlo desde paraísos fiscales. Hemos vuelto a la casilla de salida con una particularidad: ahora hay menos bancos pero son más grandes y tienen más dinero (el que les hemos dado entre todos) para manejar la economía mundial a su antojo.

La gran banca ha demostrado su capacidad para manipular a los poderes públicos, para socializar sus pérdidas, enriquecerse de manera escandalosa y eludir cualquier responsabilidad. Son ellos quienes deciden no sólo a quién dan crédito, sino cuánto dan; ellos deciden exclusivamente en función de su rentabilidad, no importan los problemas que causen porque no existe el riesgo moral, ése que obliga a asumir las consecuencias de tus errores. Si las cosas van mal, ya me rescatará el estado, soy demasiado grande para caer.

No podemos dejar que se salgan con la suya y que su avaricia provoque nuevas crisis. En diez años de crisis no se ha avanzado nada en regulación y supervisión del sistema financiero. Los causantes de la crisis se quedaron con sus grandes beneficios y son anecdóticos los casos de condenas judiciales. Es urgente subordinar las finanzas a la economía productiva y poner coto a los movimientos especulativos del dinero: que se establezca ya una tasa a las transacciones financieras.

El Banco de España reconocía haber invertido más de sesenta mil millones de euros en el rescate bancario. Podemos hacer la proporción y, de esos sesenta mil, unos mil sería la inversión que nos corresponde a los navarros. Nuestra propuesta de creación de una Banca Pública en Navarra tendría un coste muy inferior, se puede poner en marcha con 18 millones de euros. Esta Banca Pública garantizaría los ahorros de los ciudadanos, intervendría en el mercado de crédito de nuestra comunidad, facilitándolo en los sectores productivos, sostenibles y éticamente aceptables. Compraría deuda de nuestras administraciones favoreciendo su liquidez y capacidad inversora. Cuando el Banco Central Europeo está prestando dinero a los bancos a tipo de interés cero o negativo no debemos renunciar a esa posibilidad ni asumir que necesariamente la banca privada debe ser la intermediaria necesaria para acceder a esos fondos.

La actividad bancaria descontrolada ha sido la causante de la mayor crisis económica tras la segunda guerra mundial. Los bancos se han dedicado a crear dinero a base de facilitar el préstamo, creando instrumentos financieros opacos (y además en paraísos fiscales) que les permiten eludir los requisitos de capital sabiendo que el beneficio posible es astronómico y que, si al final hay pérdidas, las asumirán los ciudadanos. Las reglas de este sistema se establecen a nivel internacional mediante los Acuerdos de Basilea y han demostrado su ineficacia. Nosotros no podemos cambiarlas pero podemos introducir un factor nuevo que, desde el ámbito público, se preocupe menos por ganar dinero y más por el bienestar de los ciudadanos. Para esto también es necesaria la Banca Pública.

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