Por Eduardo Bayona
Público.es,
12/03/2018.
¿Es posible que nadie conociera con certeza la situación
económica de Banco Popular en las fechas próximas a su ‘resolución’ por la UE y
el Gobierno y la venta a Santander por un euro? Lo que sí es cierto, según
revela el ‘acta de defunción’ de la entidad, es que ni los cálculos de sus
propios responsables ni los del Banco Central Europeo (BCE) se acercaban, ni
por asomo, a las cifras que declaró 23 días después el nuevo propietario, con
‘bailes’ de hasta 5.500 millones de euros.
Ese acta, a la que ha tenido acceso Público, reseña la
última reunión que el consejo de administración del banco presidido por Emilio
Saracho celebró el 6 de junio de 2017, la víspera de la resolución, en la que
el ejecutivo señaló que “Banco Popular tiene, a día de hoy, la consideración de
inviable” tanto por sus problemas de liquidez (dinero efectivo) como por los de
solvencia (posibilidad de obtenerlo), por lo que, aunque manteniendo abiertas
las vías de una posible venta y una ampliación de capital como plan B,
recomendó comunicar esa situación al BCE.
Los 4.128 millones de euros nominales que representaban los
títulos e instrumentos de capital en manos de más de 300.000 accionistas, la
mayoría de ellos pequeños ahorradores, se volatilizarían al día siguiente con
las decisiones de la JUR (Junta Única de Resolución de la UE) y el FROB (Fondo
de Reestructuración Ordenada Bancaria) que entregaron Popular al grupo
Santander.
Un agujero cuya
magnitud nadie detectó
Popular había declarado pérdidas por 3.485 millones de euros
en diciembre, semanas antes de que Ángel Ron fuera relevado en la presidencia
por Emilio Saracho, que permanecería en ella hasta primeros de junio y cuyo
equipo elevó ese resultado en otros 129 millones al cierre de marzo.
En apenas dos meses, y según los datos que Saracho expuso en
la última reunión de su consejo, ese agujero se había visto incrementado en
3.125 millones que lo elevaban a 6.729. La mitad del aumento procedía de una
reducción de 1.600 en la tasación de los activos inmobiliarios que había puesto
en marcha la propia entidad y los otros 1.525 de las provisiones necesarias
para afrontar créditos fallidos que no iba a recuperar.
La suma de esas cifras, expuestas el 6 de junio, suponen
poco más de la mitad de los 12.218 millones que Santander declararía cómo
pérdidas 24 días más tarde, el 30 de junio. ¿El agujero había crecido en 8.604
millones de euros en solo tres meses sin que nadie lo detectara? ¿Ningún
responsable, autoridad o supervisor se percató de que al boquete era casi 5.500
millones más profundo cuando Popular ya agonizaba?
Tampoco detectó esa situación el informe de auditoría que
Deloitte elaboró de urgencia y en el que la UE y el Gobierno basaron su
decisión, y que llegaba a cifrar el boquete provocado por el ladrillo en 3.400
millones en la opción más desfavorable. El dictamen planteaba que los ‘números
rojos’ de Popular podían ir de 2.000 millones a 8.200 millones, aunque sin
descartar que pudiera arrojar 1.300 de beneficios.
Problemas de liquidez
y también de solvencia
La liquidación de Popular coincidió con un chequeo de su
patrimonio inmobiliario por personal del BCE, cuyas conclusiones empeoraban
notablemente las que manejaba el propio banco, aunque se quedaban lejos de las
que sacaron los responsables de Santander.
“La provisión de inmuebles es razonablemente previsible que
acabe siendo mayor”, admitía Saracho, a quien los inspectores del emisor
europeo le habían comunicado “verbalmente” que la infravaloración del ladrillo
llegaría a 2.250 millones (650 más) según sus estimaciones preliminares.
Por otro lado, los requerimientos de venta de las agencias
de ráting para mejorar la calificación de Popular y abrir el grifo del crédito
iban a elevar ese capítulo hasta los 3.000 millones de euros, según explicó el
presidente a los consejeros.
Llama la atención el desconocimiento y la escasez de control
que los responsables de supervisar y vigilar el sistema bancario mostraban
sobre la situación real de Banco Popular pese a tratarse de una de las
entidades sistémicas, dos semanas después de cuya ‘resolución’ llegó la
declaración de quiebra de los italianos Venetto Banca y Banca Popolare.
Saracho expuso en esa junta que el banco sufría un doble
problema de solvencia y de liquidez. Y la CNMV (Comisión Nacional del Mercado
de Valores) investiga si las pérdidas provenían del ejercicio de 2017 o de años
anteriores, algo que, de resultar cierto, avalaría las demandas de los
afectados por la resolución, que reclaman la devolución del dinero invertido en
la ampliación de capital de 2016 alegando que el folleto con el que Popular
captó 2.505 millones de euros incluía información errónea.
“Fuertes tensiones
financieras en los últimos tiempos”
El acta, en la que el consejo del banco tomó conocimiento de
ese doble factor de crisis, ha sido entregada al Juzgado de Primera Instancia
número 27 de Barcelona por Felipe Izquierdo, el abogado de uno de esos
afectados, después de constatar que obra en las diligencias que instruye la
Audiencia Nacional. La defensa del banco había rechazado entregarla, tras
ordenárselo la jueza, alegando que se trata de un documento reservado.
Según el acta, Saracho atribuyó la situación del banco a
varios factores. “El banco ha estado sometido en los últimos tiempos a fuertes
tensiones financieras”, dijo.
Por una parte, las acciones se habían depreciado un 62% en
apenas cinco meses (un 45% en las tres últimas sesiones) hasta caer por debajo
de su valor contable, mientras el valor de los bonos convertibles (“cocos”, en
el argot bancario) caían al 47% y al 53%, y, por otra, el empeoramiento de las
calificaciones de la entidad hasta “tres y seis niveles por debajo del grado de
inversión” habían cortado su acceso al crédito, con una “pérdida de 595
millones de euros de financiación garantizada” en los últimos días.
Más de 2.600 millones
retirados por semana
Y la fuga de depósitos, que alcanzó los 60.347 millones en
menos de 160 días (más de 2.600 por semana) y se aceleró hasta los 10.977 desde
el 1 de mayo, con una marca de 2.984 solo en los tres días anteriores, agravó
la posición de liquidez “hasta ser hoy insostenible” pese a haber obtenido la
víspera una línea de 3.500 millones del Banco de España.
“La ausencia de perspectivas de recuperación de fuentes de
financiación estables en un futuro próximo” salvo que se ejecutaran las
operaciones abiertas como la venta de la cartera inmobiliaria o de las
participaciones en Wiznik y TotalBank, cerradas meses después por Santander,
llevó al consejo a “a considerar que el incumplimiento del ratio de liquidez ha
dejado de ser provisional” y que “ha pasado a ser significativo a efectos de
valoración de la inviabilidad del banco”.
“El agravamiento antes descrito de la pérdida de depósitos
hace también previsible que, en un futuro próximo, el banco no pudiera cumplir
puntualmente con sus obligaciones exigibles”, a lo que se añadía la previsión
de que al cierre del semestre “se produzca igualmente un incumplimiento
significativo de los ratios de solvencia”.
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario