Por Vicenç Navarro
Público.es, 10/03/2018.
De alguna manera, el nombramiento del Ministro de Economía,
Industria y Competitividad del gobierno Rajoy, el Sr. Luis De Guindos, como
vicepresidente del Banco Central Europeo puede verse como el “premio” que el
establishment financiero y económico que gobierna la Unión Europea da a la
ortodoxia neoliberal promovida por tal economista (ortodoxia que ha
caracterizado también a todos los Ministros de Economía y Finanzas de los
gobiernos anteriores, incluyendo los del gobierno del PSOE, presidido por el
Sr. Zapatero). Dicho nombramiento es el intento de promover las políticas
públicas neoliberales, tales como las reformas laborales y las políticas de
austeridad y recortes del gasto público, impuestas a la población española por
el gobierno Rajoy, las cuales quieren presentarse por parte de aquel
establishment financiero y económico europeo como punto de referencia para el
resto de países de la Unión Europea. Con este nombramiento se señala la
coronación de tales políticas neoliberales y de uno de sus arquitectos, el Sr.
Luis de Guindos, que pasa a ser el segundo de a bordo del Banco Central
Europeo.
En realidad, pocas figuras representan tan bien el ser
miembro de la estructura de poder que domina el Estado español como el Sr. Luis
de Guindos. Ha trabajado en gran número de puestos en la administración
pública, iniciándose como director general de Política Económica y Defensa de la
Competencia con el Sr. Aznar. Y también predeciblemente pasó a servir a los
grandes grupos empresariales, habiendo sido director para España y Portugal del
fallido Lehman Brothers, así como ejecutivo de PriceWaterhouseCoopers y
consejero de Endesa y del Banco Mare Nostrum. Como ministro ha jugado un papel
crucial en promover las políticas neoliberales, causa de que sea, junto con el
ministro Montoro, uno de los ministros más impopulares del gobierno Rajoy.
Entre el establishment político-mediático liberal ha sido enormemente popular
al ser considerado como el ideólogo de tales políticas, responsable del
supuesto saneamiento de la economía y de la tan promovida recuperación
económica, tal como lo presentó recientemente Rubén Amón en las páginas del
mayor rotativo de aquel establishment, El País (“‘Action Man’ llega a
Frankfurt”, 04.03.18).
Las falsedades del
neoliberalismo
El enorme dominio que los principales grupos financieros
tienen sobre los mayores medios de comunicación explica que las enormes falsedades
que sustentan el dogma neoliberal hayan podido mantenerse en una posición
dominante, y ello a pesar de que la evidencia científica que apoya los
supuestos que sustentan el edificio ideológico neoliberal es prácticamente
nula. En realidad, el conocimiento científico, reflejado en datos fácilmente
accesibles, muestra la enorme falsedad de dichos supuestos. Veamos los datos.
1ª falsedad. Las políticas neoliberales han sido muy
exitosas. La supuesta recuperación económica expresada en un gran crecimiento económico
avala la efectividad de tales políticas
En primer lugar, hay que señalar que fueron precisamente las
políticas neoliberales –las reformas laborales de los gobiernos Zapatero y
Rajoy, así como sus políticas de austeridad con los enormes recortes del gasto
público, incluyendo el gasto público social- las que contribuyeron en gran
medida a la profundidad de la Gran Recesión, que causó el mayor deterioro
social que España ha vivido durante su periodo democrático (ver mi libro Ataque
a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante,
Anagrama, 2015). El elevadísimo desempleo, el enorme aumento de la precariedad,
el descenso salarial, la inestabilidad laboral, la gran reducción de la
protección social, el deterioro de la sanidad y educación públicas (y de los
otros servicios públicos del Estado del bienestar), así como el descenso de las
transferencias públicas como las pensiones, junto con la reducción de los
derechos laborales, sociales y políticos son todos ellos resultado de las
medidas neoliberales impuestas por los gobiernos, tanto del PSOE como del PP
(con el apoyo de Ciudadanos en España, y de Convergència –rebautizada en varias
ocasiones para ocultar sus vergüenzas- en Catalunya). Y repito, digo impuestas
pues ninguna de estas políticas públicas estaba en sus programas electorales.
El hecho de que haya habido un ligero descenso del desempleo (debido a causas
en gran parte ajenas a las políticas seguidas por el gobierno Rajoy) no puede
exculpar la enorme responsabilidad que tales formaciones políticas tienen en la
creación de esta Gran Crisis Social. Fueron ellas las que la crearon.
La enorme crisis
social generada por la aplicación de las políticas neoliberales
El desempleo hoy continúa en España siendo de los más altos
de la UE-28 y de la OCDE. En 2017 fue de un 17% (siendo más del doble de esta
cifra entre los jóvenes), y ello a pesar que 1,7 millones de personas han
emigrado de este país durante este periodo de crisis. Según el último informe
del FMI (IMF Country Report Nº 17/319), alrededor del 45% de desempleados lleva
sin trabajar más de un año. El porcentaje de personas que están en situación de
pobreza es de casi un 28%, siendo el porcentaje de trabajadores en pobreza el
más alto de la UE-28 (después de Rumanía y Grecia). La mayoría de nuevos
trabajos creados son trabajos temporales. El crecimiento de los contratos
temporales (porcentaje de variación interanual) fue de un 7% en el segundo
trimestre de 2017, frente a un 2% de los contratos indefinidos. En el mismo informe
del FMI mencionado, se alerta sobre que más de una cuarta parte de los
trabajadores están bajo contratos temporales y sobre que el empleo involuntario
a tiempo parcial permanece extremadamente alto (un 60% de los españoles con
contrato temporal, lo tiene de manera involuntaria), muy por encima de la media
de la UE (un 28%). Y una consecuencia de todo ello es el gran crecimiento de
las desigualdades, pasando a ser uno de los países con desigualdades más
grandes hoy en la UE-28. El ingreso entre el 20% superior de renta y el 20%
inferior es 6,6 veces mayor. Y ello como consecuencia primordialmente del
elevado desempleo y falta de trabajo entre las clases populares.
El enorme fracaso de
la devaluación doméstica
La mayor excusa que se ha dado para aplicar las reformas
laborales que han deteriorado enormemente el mundo del trabajo ha sido que el
descenso salarial (que era el mayor objetivo de tales reformas laborales) era
necesario para incrementar las exportaciones, haciéndonos más competitivos en
una era marcada por la globalización (ver mi artículo: “España es el país de la
Unión Europea con peores condiciones de trabajo”, Público, 22.02.18). Según tal
explicación, la famosa devaluación doméstica (que quiere decir bajar salarios)
era condición para hacernos más competitivos. Los datos, sin embargo, muestran
la falsedad de dicho supuesto. Si miramos el crecimiento neto de las
exportaciones (que es el diferencial entre exportaciones e importaciones) vemos
que apenas creció, pues aun cuando las exportaciones subieron, también lo
hicieron las importaciones, con lo cual el estímulo a la economía que pudiera
representar el incremento del neto de las exportaciones ha sido muy limitado.
En un reciente artículo sobre la economía española (“Notes on Spain’s Economic
Recovery”), del bien conocido economista Mark Weisbrot, se muestran los datos,
extraídos del FMI, del impacto tan limitado que el crecimiento neto de las
exportaciones ha tenido sobre la supuesta recuperación de la economía española.
Pero la mayor evidencia del error de la tesis de reducir la
demanda doméstica (reduciendo los salarios y el gasto público) a fin de poder
competir en el mundo globalizado es la experiencia de los países escandinavos.
El pequeño tamaño de cada uno de ellas hace que estén altamente integrados en
la economía globalizada (la suma de las exportaciones e importaciones sobre el
PIB es de los más elevados en el mundo). Y en cambio tienen salarios muy
elevados (de los más altos en la UE-28) y un extenso Estado del bienestar.
¿Cómo puede ser esto, cuando han seguido políticas opuestas a lo que propone el
dogma neoliberal? En realidad, la aplicación de tales políticas neoliberales,
como la devaluación doméstica, ha sido un fracaso enorme, causa del gran
deterioro social. Los únicos que se beneficiaron fueron los grupos
empresariales (los propietarios y gestores del mundo empresarial), que han
visto crecer sus rentas del capital a costa del descenso de los salarios.
Durante la época de la Gran Recesión, las rentas derivadas de la propiedad
crecieron astronómicamente mientras que las rentas derivadas del trabajo
bajaron. Es a los primeros a los cuales las políticas neoliberales sirven. Esta
es la realidad ocultada por la gran mayoría de los medios que han estado
promoviendo tal dogma.
El objetivo del
neoliberalismo no era recuperar la economía deprimida, sino aumentar los
beneficios empresariales
Y mientras la ocultación continúa, los beneficios del mundo
del capital han alcanzado unos niveles sin precedentes a costa de reducir los
salarios de los trabajadores o de la apropiación de los recursos monetarios de
las clases populares mediante el forzamiento de precios abusivos que reducen su
capacidad adquisitiva. Un ejemplo, entre miles, es el caso escandaloso de
ENDESA (que fue privatizada por el gobierno del Partido Popular), que obtuvo
durante la Gran Crisis Económica unos beneficios sin precedentes, a la vez que
el Estado le permitía exigir los precios más altos de la energía que existen en
la Unión Europea. Como bien cita Juan Torres en su artículo “La recuperación de
Rajoy no da para subir las pensiones” (eldiario.es, 04.03.18), en 2014 repartió
el mayor dividendo de la historia de España, 14.600 millones. Y otro resultado
del maridaje entre tales compañías eléctricas y el Estado es que España, el
país con más sol en Europa, tiene doce veces menos energía solar que Alemania.
Este maridaje y complicidad entre el mundo financiero y
económico por un lado, y el Estado español por el otro, es la principal
característica de la escasez democrática de tal Estado. En casi ningún otro
Estado de la UE-15 existe el nivel de complicidad que hay en España, lo cual
afecta muy negativamente a los intereses de las clases populares españolas. Así
los seis mayores bancos españoles (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell
y Bankinter) no han pagado desde el inicio de la crisis ningún impuesto de
sociedades, pese a haber tenido unos beneficios de 84.000 millones. Si, como
indica Juan Torres en el citado artículo, hubieran pagado el 10% de estos
beneficios al Estado, este podría haber dado 1.600 euros a los 5,22 millones de
pensionistas españoles que tienen una pensión de menos de 1.000 euros al mes. Y
mientras, la comunidad bancaria recibió 54.353 millones de euros como ayuda
pública durante la crisis, un préstamo del que el Estado solo recuperará, según
los informes más optimistas, 15.000 millones. Y así una larga lista de
indicadores de la complicidad entre el mundo del capital y el Estado que está
en la raíz de los problemas de la llamada insostenibilidad del Estado del
Bienestar español (uno de los menos financiados en la UE-15) y de sus
pensiones.
2ª Falsedad. Los recortes del gasto público para conseguir
la reducción del déficit público eran necesarios para que los intereses de la
deuda pública fueran bajos
Igualmente falsas han sido las políticas de austeridad. La
justificación de que tenía que recortarse el gasto público se basaba en
tranquilizar al capital financiero, (reduciendo el déficit público), que así,
una vez tranquilizado, podría prestar dinero al Estado. Por lo visto, se nos
decía que reducir el déficit era la condición para que los intereses de la
deuda pública fueran bajos. Este dogma se mostró también falso. Hoy los
intereses de la deuda pública son de los más bajos que hayan existido durante
muchos años. Los intereses de los bonos públicos a 10 años son solo de un 1,5%,
(más bajos que la inflación) sin que ello tenga nada que ver con el tamaño o
reducción del déficit público. En realidad, el hecho de que estos intereses sean
incluso más bajos que la inflación hace que el Estado pudiera endeudarse
fácilmente. Este crecimiento de la deuda permitiría -como acentúa Mark Weisbrot
en su artículo- una notable expansión del muy poco financiado sector público,
creando empleo.
El hecho de que los intereses sean tan bajos se debe a la
política del BCE de garantizar los bonos públicos del Estado español (lo cual
ha bajado sus intereses) y también al “quantitative easing”, que significa un
préstamo masivo (incluyendo al Estado) que ha estimulado la economía, la
española inclusive. La reducción del gasto público como resultado de las
políticas de austeridad, junto con la reducción de los salarios, han tenido un
impacto muy negativo al reducir la demanda doméstica y, con ello, el estímulo y
el crecimiento económicos. La llamada recuperación respondió a causas externas,
tales como las citadas en este artículo, habiendo sido las políticas
neoliberales las responsables de la enorme caída de la actividad económica y de
la Gran Crisis Social. Y lo que es lamentable es que los partidos neoliberales
(PP, Ciudadanos y el PDeCAT) y socioliberales como el PSOE, no han hecho
ninguna autocrítica de sus políticas públicas que han causado y continúan
causando tanto dolor. Y lo que es peor es que las políticas públicas que están
proponiendo continúan dentro del marco neoliberal. Lo que hemos estado viendo
todos estos años es la aplicación de políticas diseñadas para beneficiar a una
minoría de la población a costa de la mayoría, y muy en particular de la calidad
de vida y bienestar de las clases populares. Así de claro.
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