Por Aldo Mas
El Diario.es,
19/10/2018.
Los grandes bancos alemanes no pasan por su mejor momento. A
finales del pasado mes de septiembre, Commerzbank, el tercer banco privado más
grande de Alemania, dejaba de cotizar en el DAX, el índice de las compañías
germanas más grandes. La culpa de esta situación la tiene su baja cotización
bursátil. En los últimos seis meses, el valor de las acciones de Commerzbank
había caído casi un 20%. Al banco se le ha puesto merecidamente el apodo de “el
Banco en crisis de Fráncfort”, ciudad en la que están afincados los grandes
bancos germanos.
Es en este contexto que han vuelto los rumores de una
eventual fusión de esa institución financiera con Deutsche Bank. El problema
está, entre otras cosas, en que Deutsche Bank, el mayor banco alemán y uno de
los grandes actores de la banca mundial, tampoco goza de una salud envidiable.
De hecho, el mismo día que Commerzbank dejaba el Dax, el pasado 24 de
septiembre, Deutsche Bank pasaba a estar bajo la especial vigilancia de los
responsables de la Autoridad Federal de Supervisión Financiera (Bafin, por sus
siglas alemanas).
El supervisor ha puesto a uno de sus empleados a seguir de
cerca las medidas del banco dedicadas “a la prevención de lavado de dinero y
financiación del terrorismo”. La medida constituye un “golpe en la cara del
banco”, según los términos con los que el diario Süddeutsche Zeitung se ha referido a la
imposición de la Bafin, algo nunca visto en el capitalismo germano. “A las
autoridades financieras se les acaba la paciencia con Deutsche Bank”, titulaba
el diario de Múnich.
Cierto es que por cuestiones relacionadas con supuesto
lavado de dinero en Rusia entre 2011 y 2015, a Deutsche Bank le cayeron el año
pasado 630 millones de dólares (unos 545 millones de euros) en sanciones
impuestas por las autoridades estadounidenses y británicas. Además, Deutsche
Bank también dejaba hace unos días de estar representado en el índice Eurostoxx
50, que reúne a las 50 empresas más valiosas de la eurozona.
Las noticias sobre la eventual fusión entre Commerzbank y
Deutsche Bank son ya, en sí, algo inquietante. “Deutsche Bank es ya un banco
grande, en cuya suma del balance hay casi 1,5 billones de euros, Commerzbank
mueve 400.000 millones de euros. De sumarlos resultaría un megabanco y, ya en
la crisis financiera de 2008, se dijo que ese tipo de bancos no deberían
existir, porque pueden ser un peligro para la estabilidad del sistema financiero”,
recuerda a eldiario.es Dorothea Schäfer,
experta en mercados financieros e investigadora del Instituto Alemán para la
Investigación Económica (DIW, por sus siglas alemanas). “Es extraño que se
promuevan los rumores de una fusión”, abunda Schäfer.
En sí, Deutsche Bank forma parte del “selecto” grupo de
instituciones financieras que son “demasiado grandes para quebrar” o “too big
to fail”, como dicen en el mundo de las finanzas. Deutsche Bank es uno de esos
bancos que, por su peso en el sistema financiero, si quebrara causaría una
catástrofe para toda la economía alemana e internacional.
Bancos alemanes en
problemas
Precisamente a Deutsche Bank le resulta difícil de un tiempo
a esta parte sacar provecho de la marcha de la economía germana. Ésta crece
aunque se duele en una incierta coyuntura internacional, marcada por las
tensiones comerciales globales generadas por Estados Unidos. En Alemania hay
estimado un crecimiento del 1,8% para 2018.
A Commerzbank le pasa lo mismo. El ejercicio de 2017 de Commerzbank
acabó con unos beneficios de 156 millones de euros, un montante muy por debajo
del registrado en 2016 (279 millones de euros). Esos beneficios se han logrado
ha base de desmontar progresivamente el banco en favor de la promesa futurista
de un “Commerzbank 4.0” que ha implicado la pérdida de su empleo para 9.600
trabajadores. Por su parte, Deutsche Bank cerró 2017 su tercer año consecutivo
con pérdidas. Las del año pasado fueron de 497 millones de euros.
En Deutsche Bank, que
tiene al frente desde el pasado mes de abril a Christian Sewing como CEO, está
desprendiéndose de un 10% de su mano de obra. Ya en mayo, Sewing apuntó que los
puestos a tiempo completo del banco pasarían de 97.000 a 90.000. Esto ocurre en
un actor clave de un sector donde han desaparecido, en los últimos tres
lustros, nada menos que 188.000 puestos de trabajo. Muchos de esos empleos se
han perdido a cuenta de la digitalización de la industria financiera, un
proceso aún en curso.
“La nueva fantasía de fusión entre Deutsche Bank y
Commerzbank”, según presentaba la revista especializada Manager Magazine los recientes rumores sobre
la unión entre ambas instituciones, se ha interpretado como algo más real que
de imaginario. “Se ha llegado a interpretar al ministro de Finanzas hablando en
favor de una fusión”, plantea Schäfer.
El ministro de Finanzas, el socialdemócrata Olaf Scholz,
había dicho en septiembre que era un problema que Alemania no tuviera bancos
capaces de acompañar a los actores de la economía alemana en su carácter “global”.
Por su parte, Felix Hufeld, presidente de la Bafin ha señalado que una fusión
para formar un “megabanco” no es un tratamiento para sacar a dos bancos de una
eventual crisis.
Los dos bancos
necesitan estabilizarse
Schäfer no cree que sea necesario en Alemania un actor de
mayor tamaño. “Cuando se crean megabancos, los contribuyentes siempre están ahí
[como recurso financiero]. Yo no veo razones para la fusión. Deutsche Bank y
Commerzbank tienen primero que estabilizarse”, plantea la investigadora del DIW.
Commerzbank, un banco rescatado en 2009 por un Estado alemán
que le inyectó 29.000 millones de euros, lleva ya años siendo objeto de rumores
sobre su posible adquisición a cargo de alguno de los grandes actores de las
finanzas internacionales. Han sonado nombres de bancos franceses y españoles,
pero Deutsche Bank es el nombre más recurrente entre los potenciales
compradores.
A Sewing también se le ha escuchado decir eso de que
Alemania “necesita un banco global”. A Martin Zielke, el CEO de Commerzbank, se
le ha citado recientemente en la prensa alemana manifestándose a favor de una
fusión rápida. “Zielke quisiera [la fusión] hoy antes que mañana”, según han
comentado a la revista Der Spiegel
buenos conocedores de la estrategia jefe del tercer banco privado de Alemania.
Commerzbank, donde el Estado alemán todavía controla el
15,6% del capital, cuenta con unos 50.000 empleados. Que el Estado vendiera esa
participación significaría “grandes pérdidas para el banco”, según Schäfer. Y
no parece que los grandes bancos alemanes necesiten más complicaciones.
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