Por Iñigo de Barrón
El País, 27/07/2014.
Cada vez hay menos bancos en
España. Si se cumple la teoría, les corresponde un trozo más grande del
negocio. Esta sencilla norma matemática se aceleró el lunes pasado cuando el BBVA se
quedó con Catalunya Banc tras pagar 1.187 millones al Estado. Los
ciudadanos lo notan. Ahora no tienen una oferta de 55 entidades —con desigual
implantación nacional— para elegir. El menú se ha reducido a 15.
Y a pesar de esto, la fuerte
caída del crédito, (11% de descenso en la banca privada hasta marzo
pasado y el 20% en las entidades nacionalizadas), la menor actividad económica,
las mayores exigencias de capital y las provisiones necesarias para cubrir la
gran morosidad han golpeado los márgenes del negocio bancario. En 2014 subirá
el beneficio del sector. Pero en la mayoría de los casos, llegará por la vía
del negocio atípico, no por la parte recurrente, la actividad habitual de la
entidad, como ha subrayado el Banco de España y el Fondo Monetario
Internacional.
La falta de rentabilidad se
refleja en los datos oficiales. En 2007, la banca española obtenía una
rentabilidad (medida por los beneficios sobre los activos totales), del 1,11%;
en diciembre de 2013 bajó hasta 0,31%, según el supervisor bancario. Y eso que
en este cálculo se incluye también el beneficio obtenido en el extranjero; si
se midiera solo lo que se gana en España, el dato caería con fuerza.
Aristóbulo de Juan, consultor
internacional y ex director general del Banco de España, comenta: “El sector se
está reestructurando y ha mejorado, sobre todo, por el acceso a los mercados,
pero todavía tiene vulnerabilidades como la caída del crédito, la digestión
pendiente de las hipotecas, el estancamiento del negocio, los débiles márgenes
y una baja eficiencia y rentabilidad. Además, es vulnerable porque la economía
todavía es débil”.
Los directivos bancarios esperan
que cuando llegue la fase alcista del ciclo, la recuperación de las cuentas sea
rápida y regrese la rentabilidad anterior a la crisis, entre otras cosas porque
están subiendo los precios que aplican a los créditos y bajan la rentabilidad
de los depósitos.
Los expertos creen que los tres
grandes, el Santander,
el BBVA
y CaixaBank, tendrán pronto
el 60% del mercado español; esta cifra llegará al 70% o más, si se suma Bankia.
En alguna ocasión, los propios directivos de algunos de estos bancos han
reconocido estas cifras. El BBVA ha dado un paso más en este sentido con la
adquisición de Catalunya Banc. Según diferentes analistas, la absorción de esta
entidad supone incrementar 1,3 puntos la cuota nacional del banco presidido por
Francisco González.
En opinión de Joaquín Maudos,
catedrático de Economía de la Universidad de Valencia, el sector se ha
concentrado “de forma importante en los últimos años. Se ha optado por aumentar
la estabilidad financiera en detrimento de la competencia”. El Gobierno ha
insistido en el mensaje que de la venta de Catalunya Banc supone cerrar una
etapa en la reestructuración bancaria, si bien el Estado aún mantiene una parte
significativa en el capital de Bankia (60,89%) y en BMN (65,03%).
Según AFI, tras la adjudicación
de Catalunya Banc, “y sin perjuicio de posibles operaciones de concentración en
las cooperativas de crédito, el mapa bancario español podría darse
prácticamente por cerrado. Aún sin haber protagonizado ninguna operación de
calado en España, el Santander seguiría ocupando el primer puesto de entidades
españolas por volumen de activos. Sin embargo, el BBVA se situaría en la
primera posición por volumen de crédito y depósitos”, si bien la diferencia con
sus competidores es escasa.
Jaime Guardiola, consejero
delegado del Sabadell, ha sido de los primeros en opinar sobre el último
movimiento bancario. “Es una muy mala noticia. Ha costado mucho dinero al
conjunto de los contribuyentes y en parte al resto del sistema financiero”,
remarcó Guardiola. El Sabadell
se quedó con la CAM en subasta, un banco reflotado con 5.249
millones por el Fondo de Garantía de los bancos.
El número dos del Sabadell cree
que “esta compra ha dejado un sistema financiero compuesto por jugadores de
tamaños distintos”. Algunos analistas consultados consideran que ahora el foco
está en las entidades medianas, sobre todo las antiguas cajas regionales
(Kutxabank, Liberbank, Unicaja, Ibercaja y BMN) que se han quedado a medio
camino sin llegar a ser bancos con presencia nacional. Es decir, tienen gran
parte de los gastos estructurales, legales y de exigencia de capital, pero no
se benefician de las economías de escala.
Según Íñigo Vega, analista de
Nau-Securities, estos jugadores medianos “son los grandes supervivientes de
esta crisis pese a atravesar dificultades en los últimos años. Quizá la
ausencia de grandes cantidades de capital público para ayudarles ha evitado que
reciban inyecciones de dinero del Estado, pero ahora deben demostrar que son
rentables en el periodo post-crisis”.
¿Y qué pasará con el que no
consiga una buena posición? Según Vega, “el que no sea rentable, deberá
considerar unirse a otros. Esto no ha cambiado y sigue siendo inevitable”.
Otro tema sensible en la
concentración bancaria es la competencia. Para Guardiola “no se van a producir
cambios sustanciales” entre los jugadores ya que aunque desaparezca un
competidor, como es Catalunya Banc, “en Cataluña se reforzará otro importante,
como es el BBVA”.
Desde la Federación de Servicios
de UGT, se ve de otra manera. “La venta de Catalunya Banc tiene una gran
relevancia si tenemos en cuenta que su presencia está concentrada en Cataluña,
por lo que el 56% del mercado financiera de esta región quedará en dos
entidades: BBVA y CaixaBank”. UGT lamenta “que con este último movimiento, el
Gobierno pierde una nueva oportunidad de haber utilizado una entidad, que ha
recibido importantes ayudas, para crear una banca pública que sería un buen
instrumento en manos del Estado para ayudar a salir de la crisis”.
¿Y qué pasará en los próximos
meses? Según Maudos, “será necesario seguir recortando costes”. “Habrá más
recortes en el número de sucursales y en el empleo”, vaticina. No solo por la
búsqueda de eficiencia, sino también por la mayor utilización de la tecnología.
La prueba es que el BBVA ha anunciado un descenso del 40% en la base de
costes de Catalunya Banc.
Y eso que el sector ya ha sufrido
una severa cura de adelgazamiento entre 2008 y 2012. En número de empleados, el
sector ha disminuido en 57.062 trabajadores, un 21%, mientras que las oficinas
lo han hecho en 11.795, un 25,8%, según UGT. “Hasta junio de 2014, creemos que
la plantilla se ha reducido en una horquilla de 3.500 a 4.000 trabajadores; es
difícil precisarlo porque se están aplicando ERE de 2012 y 2013”.
En opinión de Maudos, las
entidades tendrán motivos para ajustarse “porque el crédito seguirá cayendo pendiente
de la marcha de la economía y la actividad bancaria será escasa, lo que afecta
negativamente a la rentabilidad. También el entorno de bajos tipos de interés
desploma la productividad”.
Y es que, sanear los activos
tóxicos no garantiza el buen funcionamiento de un banco. “La crisis ha
demostrado que una vez que se limpian las entidades, no se hacen necesariamente
rentables. Catalunya Banc es un buen ejemplo. Pasó de tener un beneficio bruto
de 700 millones a casi cero. Se ha limpiado (con dinero del contribuyente) pero
ahora no gana nada. Si no gana nada, no vale nada, aunque el BBVA ha pagado por
el potencial de sinergias con su negocio”, dice Vega.
Y las fusiones tienen otra
consecuencia directa: cada vez las entidades son más grandes. “Resulta paradójico
que en un mundo obsesionado con razón por las entidades cuyo tamaño
supone riesgo sistémico, se vaya a bancos cada vez más grandes. Sin
tener en cuenta además que un crecimiento acelerado suele acarrear graves
riesgos”, apunta Aristóbulo de Juan.
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