Por Juan Torres
Por Juan TorPúblico.es, 27/08/2014.
Después de publicar mi anterior
artículo (Propuestas
que podría tomar Podemos y que aterrorizan a la casta) algunos
economistas me han criticado afirmando que con esas medidas no se crea empleo,
que es el primer y más importante problema que tiene nuestra economía. Llevan
razón, pero creo que solo en parte. Es verdad que son propuestas simplemente
dirigidas a que la ciudadanía esté bien informada sobre las causas de nuestro
males económicos. Pero esto no es solo algo necesario en sí mismo sino que
también influye en nuestra capacidad de crear empleo, como mostraré enseguida.
En otros lugares, como otros
muchos economistas, y especialmente en trabajos publicados junto a Vicenç
Navarro, he tratado de explicar las causas que han producido una destrucción de
empleo tan grande como la ocurrida recientemente en España y a partir de ahí he
propuesto medidas para poder volver a crearlo de calidad (por ejemplo, en Hay
alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España).
Trataré de sintetizar a continuación las ideas principales al respecto.
A mi juicio, la primera exigencia
para poder crear empleo en España es conocer bien qué factores lo han destruido
y creo que éstos están bastante claros:
1. El estallido de una burbuja
inmobiliaria que disparó el desempleo en el sector de la construcción y en las
actividades vinculadas a él.
2. La debilidad estructural de
una economía como la española en donde la actividad agraria e industrial y las
fuentes de generación de mayor valor añadido han ido perdiendo peso o
vinculación con nuestros intereses en los últimos decenios, lo que ha hecho
que, al estallar la crisis de la construcción, no se dispusiese de “colchón”
suficiente en otros sectores para generar nuevo ingreso y absorber el empleo
que allí se iba perdiendo.
3. La crisis financiera derivada,
al mismo tiempo, de la internacional y de la originada en el sector bancario
nacional como consecuencia del gran negocio que hizo la banca española
endeudándose para financiar la burbuja inmobiliaria (y haciendo luego que esa
deuda la asumiera el conjunto de los españoles).
4. El extraordinario y
vertiginoso incremento de la deuda pública desde que estallaron esos problemas,
lo que ha hecho que el sector público disminuyera su capacidad de generar
empleo y de ayudar a que lo genere el sector privado (el estado español ya
gasta más en intereses que en personal).
5. El gran incremento de la
desigualdad producido en los últimos años que ha generado una gran
concentración del ingreso en los sectores de renta con menor propensión a
consumir, debilitando así el mercado interno de bienes y servicios.
6. Las políticas de austeridad
europeas que han disminuido el ingreso y el empuje de la economía justo cuando
ésta ya se estaba hundiendo, produciendo lo que los economistas llamamos un
efecto “procíclico” que ha impedido (en beneficio de la banca y de las grandes
empresas) que se saliera antes y mejor de la crisis y de la destrucción de
empleo.
Todo ello ha dado lugar a tres
grandes y coincidentes problemas que han hundido nuestra economía:
a) Una crisis de demanda como
consecuencia de la caída del consumo (por la pérdida de renta, sobre todo en
las clases de menor ingreso), de la inversión (por las menores expectativas de
beneficio de las empresas que viven de ese consumo), y del gasto productivo del
Estado. Como no puede ser de otra manera, al caer la demanda de bienes y
servicios (y apenas recuperarse un poco las exportaciones), las empresas han
perdido ventas y beneficios y han cerrado o han tenido que despedir a millones
de trabajadores.
b) Una crisis de financiación,
pues la banca española, prácticamente en quiebra generalizada, ha dejado de
financiar a las empresas y familias, lo que ha agravado los efectos del punto
anterior.
c) Una crisis de deuda soberana
que, aunque no ha llegado al límite, dificulta la llegada de inversión
productiva hacia España y se convierte, por el contrario, en fuente de salida
de capital y en incentivo para la especulación, lo que empeora todos los
problemas que vengo señalando.
A lo anterior habría que añadir
que el gobierno del Partido Popular y antes el de Zapatero no han hecho frente
a este tipo de males. Se han dedicado a satisfacer los intereses de la banca y
las grandes empresas (que son las que viven en menor medida del consumo y del
mercado interior) aplicando medidas de reforma laboral que simplemente
facilitan el abaratamiento del trabajo y que el empleo fijo o a tiempo completo
se sustituya por otro temporal y a tiempo parcial, dando así la imagen falsa de
que se crea empleo cuando en realidad sigue disminuyendo, porque baja el total
de horas trabajadas y los ingresos salariales.
A la vista de todo ello, creo que
se pueden deducir algunas ideas básicas a tener en cuenta si se quiere crear
empleo en España:
1. Hay que recuperar los ingresos
porque el empleo depende, sobre todo, de que haya suficiente demanda en el
mercado de bienes y servicios. Y para ello es imprescindible poner freno al
incremento de la desigualdad y a la concentración de la renta: hay que subir
los salarios más bajos, aumentar su peso en la renta total y forzar un gran
pacto de rentas que lleve ingreso adicional a la demanda que sobre todo va a la
pequeña y mediana empresa. Se pueden tomar además otras medidas para aumentar
la renta disponible de las familias (que con las políticas de Rajoy no deja de
bajar) como moratorias o reducciones temporales en el pago de hipotecas de las
familias con menor ingreso. Y se pueden reducir los gastos de las familias
vinculados a servicios de empresas cuasi monopolistas como las de la luz, el
agua y otros servicios esenciales, ahora excesivamente altos por su dominio
político de los mercados y las instituciones.
Querer recuperar el empleo
bajando aún más los salarios con el pretexto de que la economía española sea
más competitiva es una quimera, por no decir que un gran engaño. Es mucho más
realista, efectivo y socialmente beneficioso recuperar la actividad de las
empresas y el empleo consiguiente sacando adelante el mercado interior. Aunque
ello no quita que al mismo tiempo haya que realizar reformas que faciliten la
búsqueda de empleo y la contratación, que eliminen incentivos perversos y que
hagan más efectivas las políticas activas de empleo en los mercados de trabajo
sin empeorar la calidad del empleo y el bienestar social.
2. Hay que disponer
inmediatamente de una banca que financie a las empresas que pueden generar
empleo. Banca que debe ser pública pero dirigida con la mayor solvencia técnica
y controlada férreamente para que no se reproduzcan los males que ha provocado
la actual clase política en las cajas de ahorros.
3. Hay que llevar a cabo un
programa de ahorro, mejora y racionalización de todas las administraciones
públicas para acabar con todo tipo de despilfarro y realizar una reforma fiscal
basada en tres pilares fundamentales: el apoyo a la creación de riqueza
sostenible, la equidad y la lucha contra el fraude.
4. Sin perjuicio de que España
debería afrontar a medio plazo cuál debe ser su papel en Europa y en qué medida
está dispuesta a aceptar las imposiciones de potencias extranjeras o de una
moneda europea diseñada erróneamente o solo para beneficiar a las grandes
corporaciones y bancos, se puede empezar a utilizar una moneda complementaria
que aumentaría casi de modo inmediato el poder de compra de los sectores con
más propensión al consumo y que serviría de motor inmediato para la
recuperación de la mediana y pequeña empresa.
5. Puesto que es materialmente
imposible (y además indeseable) que la economía española vuelva a crear empleo
basándose en la construcción, en el endeudamiento generalizado, en la
especulación o en el “tirón” (como ingenuamente quería el gobierno) de un
minúsculo sector de empresas exportadoras, es imprescindible orientar la inversión
empresarial hacia nuevas actividades, aprovechando en la mayor medida posible
el capital generado hasta la fecha: remodelación urbana y residencial, energías
alternativas, producción local y de proximidad, etc. Y muy particularmente debe
ser prioritario en este aspecto acabar con el trabajo negro, dignificar todo
tipo de empleo y promover con la mayor intensidad posible el empleo femenino,
para lo que hoy día es fundamental el desarrollo de un potente sector de
cuidados y acabar con todo tipo de prácticas laborales discriminatorias.
Naturalmente, ni estas ideas son
todo lo que hay que poner en práctica para crear empleo, ni la concreción
adicional a la que hay que llegar es todo lo que se necesita.
Como dijo en su día alguien nada
sospechoso de izquierdismo, el profesor Fuentes Quintana cuando fue nombrado
ministro de Economía y vicepresidente del gobierno:
“Las soluciones de los problemas
económicos nunca son económicas sino políticas. No hay oscuras fórmulas
técnicas que permitan resolver las dificultades en un clima de gabinete. Los
problemas económicos de un país solo pueden superarse mediante el esfuerzo y la
colaboración de todos (…). Sé, desde luego, que solo puede esperar esa
colaboración un gobierno en quien ustedes confíen como veraz y que les merezca
credibilidad”.
Es una ingenuidad, por tanto,
creer que un grupo de tecnócratas o gobiernos como los que está teniendo España
en los últimos años pueden proporcionar soluciones definitivas para crear
empleo, o que esto se puede conseguir mientras los ciudadanos se dejen
engatusar por lo que dicen quienes están a sueldo de una exigua minoría social.
En España se han destruido millones de puestos de trabajo porque la “solución”
política de los últimos años fue la impuesta al conjunto de la sociedad por un
grupo muy reducido de españoles -banqueros, promotores y grandes empresarios
ayudados por políticos venales y corruptos-. Y, por eso, lo que ahora es
prioritario para crear empleo es invertir el orden de preferencias para hacer
que la prioridad sea repartir los recursos de modo más igualitario y permitir
así que la mayor parte de ellos se conviertan en fuentes de ingresos para
todos, y no en gigantescos patrimonios parásitos o dedicados a especular
destruyendo empresas, riqueza y empleos, como hasta ahora.
Por eso es tan importante que la
inmensa mayoría de los españoles se informe sobre todos estos temas y sobre las
causas de nuestros males. No se trata de mirar atrás para cultivar la
curiosidad o la revancha, ni mucho menos, sino justamente de lo contrario: el
reto es generar respuestas entre todos que impidan que en el futuro unos pocos
vuelvan a imponer sus intereses sobre el conjunto de la sociedad con las
consecuencias que ahora estamos sufriendo.
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