Por Eva Contreras y Lourdes Miyar
El Economista.es, 13/02/2016.
La banca europea ha perdido en mes y medio, lo que se lleva
transcurrido de año, la cuarta parte de su valor en bolsa. Una cifra de 287.443
millones de euros, equivalente al PIB de Dinamarca y superior al de Portugal. Y
es que la casi cincuentena de bancos que cotizan en el Stoxx Europe 600
acumulan una caída media del 24,29 por ciento, a pesar de que la semana
concluye con rebote.
El más perjudicado es el griego Eurobank, con un desplome
del 68,85 por ciento, una entidad de un país cuya salud financiera no acaba de
mejorar tras el corralito decretado en medio de las negociaciones para el
tercer rescate. El segundo, el Monte dei Paschi di Siena soporta caídas del
62,73 por ciento. La banca italiana fue la primera en sembrar dudas en el año y
la que está más seriamente golpeada por el mercado, junto con la portuguesa y
la helena.
El mercado desconfía de la solvencia de unas entidades que
podrían acumular en sus balances unos 200.000 millones de euros. La cifra no es
superior a la que llegó a atascar las cañerías de las entidades españolas, pero
la tardanza en montar un banco malo y que el BCE haya puesto bajo lupa su
sistema, instándole a evacuar carteras, ha desatado la tormenta bursátil.
La todopoderosa Alemania no se libra de la sacudida. La
mayor entidad, Deutsche Bank se ha visto forzada a anunciar una recompra de
bonos de casi 5.000 millones para detener la huida de inversores temerosos de
que no pagase el cupón de su deuda tras anunciar unas pérdidas récord de 6.800
millones.
Sólo los resultados del Commerzbank han traído cierto
respiro, tras anunciar que cuatriplicaba su beneficio y que estaba en
disposición de liquidar su banco malo. Los títulos del Commerzbank subieron
ayer el 18 por ciento y los del Deutsche Bank recuperaron en la jornada el 11,80
por ciento.
El día antes de esta remontada, que no se sabe si será un
mero rebote sin continuidad, era Société Généralé el que arrastraba a todo el
sector en Europa. Afirmó, que su previsión de alcanzar un ROE (rentabilidad
sobre recursos propios) del 10 por ciento está en el aire por "el viento
en contra" por los bajos tipos de interés y la volatilidad de los
mercados.
El que el banco central de Suecia decidiera bajar el precio
oficial del dinero al -0,5 por ciento contribuyó también a acrecentar los temores,
ya que se confirma que los bancos centrales, incluido el BCE, anteponen la
salud de la frágil economía a la de los bancos.
Estos derrumbes no se limitan a la eurozona. En el Reino
Unido sus principales entidades financieras han visto cómo su cotización se
recortaba entre un 22 y un 32 por ciento. A la incertidumbre general sobre la
posibilidad de una nueva recesión global hay que añadir la eventualidad de que
Reino Unido salga de la Unión Europea, lo que en opinión de los analistas,
provocaría un recorte en el PIB de entre un 1 y un 1,5 por ciento.
Detrás de la huida de inversores de las bolsas europeas, que
afectan a compañías financieras y no financieras, se encuentra la repatriación
de fondos soberanos de países con menos liquidez, bien por la desaceleración de
la economía o por el desplome de los precios del petróleo, como son los de
origen chino o árabe. Los socios de estos países con acciones bancarias tienen
una razón más para desaparecer de su capital: el precedente de que el Banco de
Portugal haya puesto en riesgo la deuda más protegida, la senior, en el proceso
de recapitalización de Novo Banco, ya que temen que en caso de dificultad en
cualquier otro rincón europeo se adopte la misma decisión.
Pero la caída de las acciones no sólo merma el valor de las
entidades, sino que pone en riesgo su negocio y con él, el de ofrecer crédito a
una economía que lo necesita para dejar definitivamente la crisis atrás.
La desconfianza y la espiral de ventas han afectado a su
deuda, que ve como sube la rentabilidad, al bajar su precio. Esto supone un
encarecimiento para financiarse en los mercados. A recursos más caros, el
crédito es menor.
Las entidades tienen además, que hacer acopio de capital,
para cumplir con los requerimientos de solvencia. Si no se calma el mercado y
se apagan las suspicacias hacia el sector, el tener que pagar un mayor cupón
por las emisiones presionará aún más los márgenes, poniendo zancadillas a la
rentabilidad.
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