Cinco Días,
14/02/2016.
"Trocearemos Santander, BBVA, Popular, Bankia,
CaixaBank, Sabadell y Bankinter. Son demasiados grandes para caer y necesitamos
asegurar que su caída no supone un coste para los bolsillos de los
contribuyentes”.
Esta frase es
ficción. Sería inadmisible e inaceptable incluirla en cualquier programa
electoral de cualquier partido político que tenga una mínima intención de
vencer en unas elecciones generales en España. Ni Podemos se atrevería nunca a
tanto.
Pero esa frase deja de ser ciencia ficción al otro lado del
Atlántico. Está escrita en el programa electoral con el que el candidato
demócrata a la nominación, Bernie Sanders, ha batido de forma inapelable a
Hillary Clinton en las primarias de New Hampshire. Y tranquilo todo el mundo.
No se refiere a los bancos españoles. Se refiere a las potentísimas
instituciones financieras estadounidenses.
Bajo el epígrafe “Reformemos Wall Street”, Ben Sanders firma
este texto: “Wall Street ya no puede seguir siendo un tahúr desbocado,
apostando miles de millones en instrumentos financieros de alto riesgo mientras
que la cuenta de su rescate la paga el pueblo. Es hora de dividir las grandes
instituciones financieras del país. Las seis corporaciones de finanzas más
grandes de este país poseen hoy bienes que equivalen al 60% del producto
interno bruto de la nación. Estos seis bancos emiten más de dos tercios de
todas las tarjetas de crédito y más del 35% de las hipotecas. Controlan el 95%
de todos los derivados especulativos y el 40% de todos los depósitos bancarios
en Estados Unidos”.
Rescate millonario
El valiente documento colgado en su página web continúa:
“Tenemos que fraccionar las instituciones financieras que son demasiado grandes
para fallar. Esas corporaciones recibieron un rescate de 700.000 millones de
dólares por parte del contribuyente estadounidense y más de 16.000 millones en
préstamos de la Reserva Federal, virtualmente libres de intereses. A pesar de
eso, las instituciones financieras ganaron más de 152.000 millones en 2014 –el
año más lucrativo en su historia– y tres de las cuatro instituciones
financieras más poderosas del paíshoy son un 80% más grandes de lo que eran
antes de que nos impusieran su rescate”.
Pero el equipo de Sanders no se limita solo a los bancos,
también ofrece actuar sobre organismos de importancia vital. “Nuestro sistema
bancario debe ser parte de una productiva economía que genere empleos. La
Reserva Federal, la entidad gubernamental que opera como motor de la industria
bancaria, debe eliminar sus conflictos de interés, proveer una supervisión más
estricta e insistir en que todo banco que ella apoye trabaje para la economía
en una forma fructífera para todos, no solo para unos cuantos”. “Si un banco es
demasiado grande para caer, entonces es demasiado grande para existir. Estas
instituciones han adquirido demasiado poder económico y político, poniendo en
peligro nuestra economía y nuestro proceso político”.
Da vértigo llegar hasta el final. Pero hay más. Trufado con
una versión personal de lo mal que funciona el mercado laboral en Estados
Unidos y lo pésimamente que está repartida la riqueza, Sanders se atreve a
pedir el voto a sus conciudadanos con este argumento:
“La libertad de expresión no significa que se pueda comprar
al Gobierno de los Estados Unidos. Las compañías petroleras, los fabricantes de
productos farmacéuticos, los banqueros de Wall Street y otros intereses
especiales poderosos han estado invirtiendo su dinero en nuestro sistema
político durante años. En el 2010, una mala situación se volvió peor”.
Sanders se refiere a una decisión del Tribunal Supremo que
igualó los derechos individuales a los de las corporaciones privadas y abrió
sus puertas para “que las corporaciones y los ricos pudieran gastar un dinero
ilimitado sin siquiera revelar las cantidades para comprar a algunos de nuestros
funcionarios electos”.
"Oligarquía"
Tras eso, advierte el candidato, cuyo ideario lo situaría en
Europa muy cerca de una izquierda nada moderada, “nuestra democracia está bajo
ataque. Familias multimillonarias ahora son capaces de gastar cientos de
millones de dólares para comprar los candidatos de su elección. Estas personas
poseen la mayor parte de la economía. Ahora también quieren controlar nuestro
Gobierno. Los hermanos Koch, la segunda familia más rica de los Estados Unidos,
planean gastar unos 900 millones de dólares en las próximas elecciones
presidenciales, más dinero gastado que en cualquier otra elección. Eso no es
democracia. Eso es oligarquía”.
Sanders se refiere a Charles y David Koch, la quinta y sexta
personas más ricas del mundo, que impulsan una decidida estrategia, de un tiempo
a esta parte, apoyados en anuncios televisivos y marketing a todos los niveles,
para que el Partido Republicano recupere los centros de poder en Estados
Unidos.
“Para restaurar nuestra democracia en la que cada persona
tiene nada más y nada menos que un voto, el Congreso debe aprobar una enmienda
constitucional para revocar la decisión del Tribunal Supremo y para avanzar
hacia la financiación pública de las elecciones”.
La derrota sin paliativos que Sanders infligió a Hillary
Clinton en New Hampshire hizo mella en la otra candidata demócrata a la
designación presidencial. En su discurso de reconocimiento de la derrota
admitió que su candidatura no había trabajado lo suficiente entre los jóvenes y
los desencantados de la política atizados por la crisis económica. Aseguró que
lo haría a partir de ahora.
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