Por Diego Larrouy
El Diario.es,
24/06/2018.
Son casi diez años los que han pasado desde que estallara la
crisis financiera que sacudió a todo el sector bancario español. Sin embargo,
la banca todavía guarda en sus balances efectos de aquel boom inmobiliario cuyo
final acabó provocando un rescate en 2012, desaparición de la mayor parte de
entidades, fusiones y miles de despidos y cierres de oficinas.
Una de las huellas que sigue presente en los balances
bancarios son los conocidos como activos adjudicados, propiedades inmobiliarias
(suelo, locales, viviendas, oficinas, etc.) que recibieron en prenda como
impagos de los créditos hipotecarios que concedieron. Los ocho bancos cotizados
(Santander, BBVA, Sabadell, CaixaBank, Bankia, Bankinter, Liberbank y Unicaja)
suman algo más de 52.000 millones de euros en estos activos, según las cuentas
presentadas por todos ellos en el primer trimestre del año.
La principal procedencia de estos inmuebles son los créditos
a promotores y constructores que concluyeron en impago y, por tanto, en aumento
de los activos inmobiliarios de la banca. También las hay, aunque en menor
medida, viviendas procedentes de hipotecas a particulares. A 31 de marzo, el
banco con mayor volumen de activos adjudicados era CaixaBank, con casi 14.000
millones de valor bruto, seguido por BBVA, 11.500 millones, y Santander, 9.711
millones. La entidad con menores activos adjudicados era Bankinter, con 398
millones.
La cifra es más alta si se suman los activos de la Sareb. El
banco malo contaba a cierre de 2017 con 12.154 millones de euros en activos
adjudicados. Esta sociedad, propiedad en un 46% del Estado a través del FROB,
también esta participada por los principales bancos que traspasaron activos
inmobiliarios. Están presentes Santander, con el 22%, Caixabank, con el 12%, o
Sabadell, con el 6,6%.
Pero la exposición inmobiliaria de la banca va más allá de
los activos tangibles de suelo o inmuebles. Si se suman a los adjudicados los
préstamos dudosos, los cinco principales bancos españoles (Santander, BBVA,
CaixaBank, Sabadell yBankia) cerraron 2017 con una exposición al ladrillo de
106.000 millones de euros, según un informe de la consultora Álvarez &
Marsall de principios de año. Según Moody's, este tipo de activos suponen el
13% del total de activos de la banca española, en descenso desde 2014.
Lluvia de
desinversiones
Pero estas cifras son una foto fija de una realidad que
cambia de manera acelerada. La banca está centrada en aliviar el peso de su
exposición a los riesgos inmobiliarios y, por ello, se han repetido en el
último año y medio una cantidad importante de operaciones de desinversión. El
Banco Central Europeo ha urgido en repetidas ocasiones a las entidades a
desprenderse de estos activos improductivos y el Banco de España, en su memoria
de 2017 publicada en mayo, señalaba que las altas tasas de activos
problemáticos limita la concesión de crédito nuevo.
Las cifras previamente citadas ya descuentan la operación
más importante en este sentido, que fue la venta por parte de Banco Santander
del ladrillo de Popular al fondo Blackstone, una cartera de activos y préstamos
valorada en unos 30.000 millones. No se descuenta todavía, sin embargo, el
segundo gran acuerdo anunciado el pasado año pero que todavía está pendiente de
cerrarse. Se trata de la venta de una cartera de 13.000 millones de activos
inmobiliarios de BBVA euros a Cerberus. Se prevé que este traspaso esté
culminado antes del final de año. Con ello, la empresa reduce hasta niveles
mínimos su exposición inmobiliaria, más todavía después de anunciar esta misma
semana la venta de 1.000 millones de crédito promotor al fondo canadiense
CPPIB.
Sabadell también tiene en el mercado carteras de créditos y
activos inmobiliarios. Se informó en abril que quería desprenderse de dos
carteras que sumaban 7.500 millones de euros. En su plan estratégico 2018-2020,
la entidad se ha marcado el objetivo de reducir de manera anual en 2.000
millones sus activos improductivos.
En el caso de CaixaBank, la empresa se ha desprendido esta
semana de una cartera de 650 millones de euros de créditos inmobiliarios,
adquiridos por Cerberus, según fuentes financieras. La compañía también ha
realizado una operación en el sentido contrario. Ha recomprado del 51% de la
inmobiliaria Servihabitat, por 176 millones, al fondo estadounidense TPG. El
inversor había adquirido dicha participación en 2013 con un acuerdo de una
década con la entidad catalana, periodo que finalmente no se ha cumplido. La
entidad reconoció que esta operación supondrá un impact negativo de 200
millones en su resultado de este año, pero confía en obtener un retorno
positivo de 45 millones anuales. En el mercado se especula, según han informado
distintos medios, con la posibilidad de que se pudiera posteriormente revender
en una operación junto con una gran cartera de inmuebles, como hizo Santander
con Aliseda antes de desprenderse del ladrillo de Popular.
Las distintas entidades han mostrado su intención de seguir
desprendiéndose de estos activos. Así lo ha evidenciado Santander, a través de
su consejero delegado José Antonio Álvarez, quien señaló en la presentación de
resultados del primer trimestre que el objetivo era desprenderse del ladrillo
"lo antes posible" y que se realizarían nuevas operaciones.
Liberbank, que el pasado año vendió una cartera de 600 millones a Bain Capital,
también ha mostrado su intención de seguir reduciendo su cartera de
adjudicados, de 2.400 millones. Otras, como Bankia, muestran más un interés por
vender los activos inmobiliarios a clientes minoristas y no tanto en grandes
carteras.
Estas operaciones han sido bien recibidas por los expertos y
recientemente la firma de rating Moody's mejoraba la perspectiva de la banca
española. Una de las principales razones que daba para esta decisión era que la
venta de activos problemáticos de las entidades ya que aligeraba sus balances.
Sin embargo, la empresa de análisis apuntaba que los niveles en España de este
tipo de activos es superior al de otros países, pese a las ventas de grandes
carteras. Francia, Países Bajos, Reino Unido y Alemania tienen una tercera
parte de exposición. Moody's añade que "llevará todavía tiempo volver a
los niveles precrisis".
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