Por Vicenç Navarro
Revista digital SISTEMA, 16 de abril de 2010.
Una noticia que seguro Ud. no habrá leído en los mayores medios de información del país es la del movimiento que está ocurriendo en EEUU (centro de la crisis financiera), que goza de gran apoyo popular, que propone la creación de bancas públicas, tanto a nivel estatal como federal. En parte, ello se debe al enorme descrédito que la banca privada tiene en aquel país. Según las últimas encuestas, los bancos están entre las instituciones menos valoradas en la sociedad estadounidense. A pesar de las enormes cantidades de fondos públicos que los bancos han recibido, todavía hoy es difícil para las pequeñas y medianas empresas, así como para la mayoría de la ciudadanía, conseguir crédito bancario. En lugar de utilizar los fondos públicos para cumplir esta función social (el ofrecimiento de crédito), los grandes bancos han utilizado tales fondos para continuar con sus comportamientos especulativos (que causaron la crisis financiera) y para incrementar todavía más los salarios y bonos de sus directivos. Como consecuencia, la hostilidad de la población hacia los bancos se ha acentuado todavía más.
Pero la otra razón de que haya un
número creciente de representantes políticos que, presionados por la opinión
popular, estén proponiendo crear una banca pública es la experiencia positiva
de la banca pública en aquellos estados que tienen bancos estatales públicos.
De ellos el más conocido es el Banco Estatal del estado de North Dakota,
fundado hace noventa y un años, cuyo capital inicial se basó en los impuestos y
tasas estatales que continúan siendo la fuente principal de aquel banco. Según
sus reglas internas, tal banco estatal tiene prohibido realizar inversiones en
actividades especulativas, exigiéndosele, además, que invierta en el propio
estado de North Dakota. Ha sido uno de los bancos más solventes y menos
afectados por la crisis financiera que sufre el país. Y también uno de los
pocos bancos que previno la burbuja inmobiliaria, evitando las hipotecas basura
(subprime mortgages) en su práctica bancaria. Tal como escribe Ellen Brown en
su libro Web of Debt, tal banco público es responsable de que aquel Estado no
haya sufrido la escasez de crédito que han sufrido la mayoría de estados en
EEUU.
Ello explica que muchos otros
estados están pensando en constituir bancos públicos similares. Ha aparecido,
así, una ola de propuestas en los parlamentos estatales de varios estados
(Vermont, Virginia, Michigan, Washington State), que proponen el
establecimiento de bancos estatales públicos. Todas estás propuestas responden
al hartazgo de la población hacia el sistema bancario actual y la utilización
de fondos públicos para salvarlo. Reproduciendo el mismo enfado general, varios
parlamentos estatales han prohibido que los fondos del estado se inviertan en
bancos de inversión (Investments Banks) que consiguen sus beneficios a base de
inversiones especulativas que ponen en riesgo los fondos públicos.
Y otro dato importante, que tampoco habrá leído en los
mayores medios de información y persuasión españoles es que se empiezan a
escuchar voces en EEUU que están pidiendo también que se establezca un banco
público, voces que están encontrando una gran receptividad en la calle, e
incluso en algunos sectores del Congreso (que no han sido captados todavía por
los lobbies de la Banca). Entre estas voces está la del Premio Nóbel de
Economía, Joseph Stiglitz, que en un artículo reciente en la revista The Nation
indicaba que los 700.000 millones de dólares que se gastaron para ayudar a la
banca, debieran haberse utilizado en establecer una banca pública, evitando así
que EEUU tuviera el enorme problema de crédito que tiene hoy. Según Joseph
Stiglitz este dinero podría haber supuesto la creación de un Banco Público, a
partir del cual podría haberse alcanzado una actividad crediticia de 7.000
millones de dólares (siguiendo el criterio de seguridad de 1 a 10, incluso más
conservador que el de 1 a 30 que ha sido la práctica bancaria generalizada).
Tal cantidad significa una capacidad mucho mayor que la que hoy necesita el
país. Concluía Stiglitz, en su artículo, que la ayuda a la banca no había sido,
en realidad, una medida para facilitar el crédito, sino una intervención
pública con el objetivo primordial de salvar a los banqueros y a los
accionistas.
Estas noticias que Ud. no habrá
leído en los mayores medios de información y persuasión españoles son muy
relevantes para España también, pues la misma pregunta debiera hacerse en
nuestro país. ¿Por qué el gobierno español ha invertido tanto dinero en salvar
a la banca, con tan pocos resultados en facilitar el crédito? La población, así
como los medianos y pequeños empresarios (los empresarios que crean más empleo
en el sector privado en España), tienen enormes dificultades en conseguir crédito
y ello a pesar de que el gobierno ha invertido enormes cantidades en ayuda a
los bancos. Hubiera sido una medida mucho más eficaz y equitativa si el Estado
español (con el dinero invertido en ayudar a los banqueros y a sus accionistas)
hubiera creado un banco público, tal como, me consta, el Sr. Stiglitz sugirió a
las autoridades españolas sin que, por lo visto, tuviera ninguna respuesta.
Y el hecho de que no lo hicieran
es, una vez más, consecuencia del gran poder de la banca en España (el poder
fáctico de mayor fuerza en nuestro país), liderado por el Banco de España, cuyo
gobernador (nombrado por el gobierno socialista) es el máximo exponente del
pensamiento liberal, pensamiento que ha causado la enorme crisis actual, y
todavía hoy domina la cultura económica del país. La nacionalización de la
banca o la creación de una banca pública es uno de los grandes tabúes, de los
muchos que hay en la cultura política y mediática del país, que debiera
desaparecer para permitir un auténtico debate sobre la situación bancaria en
España, que, en contra de lo que promueve la sabiduría convencional en el país,
necesita realizar cambios muy sustanciales en sus sistemas de propiedad, de
gobierno y de funciones.
Disponible en:
<http://www.vnavarro.org/?p=4148>
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