Por Íñigo de Barrón
Diario El País, 21/3/2013.
El presidente de la patronal CEOE, Juan Rosell, dijo en un programa de Salvados, de La Sexta, que “la falta de
crédito es terrible, tremenda”. Bien. Pero a continuación afirmó que entendía
que las entidades financieras no concedieran más créditos: “Probablemente, yo
tampoco daría los créditos que rechazan las entidades porque el índice de
morosidad en España es muy alto; en estos momentos es del 11%”, se lamentó
Rosell. No fue una respuesta que tuviera buena acogida entre algunos de sus
correligionarios, que apuntaron que su respuesta podía estar influida por la
pertenencia de Rosell al Consejo de Administración de Caixabank.
El hecho cierto es que desde mediados
de 2009 hasta final de 2012 el crédito bancario al sector privado ha caído en
España un 9,2%, con una reducción en torno a 172.000 millones, equivalente al
17% del PIB, según el informe Las restricciones financieras de las pymes
españolas: la importancia del crédito bancario, elaborado para Funcas por Joaquín Maudos,
catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia. Las pymes —las
que tienen entre 10 y 249 trabajadores— son las que más sufren esta situación.
Y en España dan empleo al 74,5% de los trabajadores, según el informe citado.
Además de escaso, el crédito es más caro, porque el 80% de las pymes declara
que han aumentado los costes de financiación.
El problema de la falta de crédito
en España ha alcanzado cotas que no se veían desde 1963. La situación es algo
similar a un partido de tenis entre las empresas y la banca, que empezó a
complicarse en el año 2007. Lo más posible es que no haya ningún ganador. A
corto plazo, las empresas (sobre todo si son pymes) tienen más posibilidades de
perder pero, a medio plazo, la banca tampoco logrará el triunfo y las
consecuencias serán malas para toda la economía. La muerte de un negocio genera
paro, con posterior recesión por la caída del consumo y más morosidad bancaria.
En esta situación, el sector financiero se enfrenta a una mayor necesidad de
provisiones y, al mismo tiempo, a una caída de ingresos porque desciende la
actividad comercial. Es un cruce fatal. Esto provoca una necesidad de cerrar
oficinas y echar a parte de la plantilla… Algo que ya está ocurriendo.
Una de las razones que ha
generado este problema es que buena parte de los bancos, sobre todo los
procedentes de las antiguas cajas, ya han caído víctimas de su mala gestión y
de su apego al ladrillo y han tenido que ser socorridos por los contribuyentes
(los mismos a los que les rechazan el crédito). Estos zombis bancarios han
agudizado el problema del crédito. Los clientes de las antiguas cajas, sobre
todo si son pymes, se han quedado de la noche a la mañana sin prestamistas.
¿Dónde pueden ir las pequeñas empresas (muchas de ellas exportadoras y con
proyectos viables) de la Comunidad Valenciana, por ejemplo, si ha desaparecido
el Banco de Valencia, Bancaja y la CAM? Las entidades financieras que siguen vivas no les conocen
y no tienen su historial de crédito, un aspecto clave en un momento en el que
abundan las dudas sobre la posibilidad de cobrar deudas. Además, los bancos
sanos no pueden renovar el 100% del crédito con una empresa si antes le habían
concedido el 50% y lo compartían con otras entidades que ya están enterradas.
Precisamente por eso —dice el
ministro de Economía, Luis de Guindos—, se ha priorizado la reestructuración
bancaria. “Las entidades que se han nacionalizado o que han recibido ayudas del
Estado no estaban en disposición de ofrecer crédito hasta que recuperaran su
solvencia y su capital. Ahora ya lo tienen y podrán conceder crédito cuando
llegue el momento”, comenta. ¿Significa eso que Bankia, CatalunyaBanc y
Novagalicia van a conceder créditos después de haber recibido los 40.000 millones inyectados? En
teoría sí. “Tenemos tres magníficos bancos saneados y con liquidez. Hay que
utilizarlos de la forma más adecuada, tenemos que usar esa palanca para
impulsar la concesión de crédito”, dijo hace unos días De Guindos, en el
Congreso de los Diputados. Según el ministro, España ha emprendido una
reestructuración financiera que “no tiene parangón” y “gracias a eso, hoy
tenemos un sistema fuerte, saneado y solvente”.
No obstante, el propio responsable del FROB, Antonio Carrascosa, admite que es difícil que el crédito
regrese con fuerza en 2013. “La historia económica demuestra que así como el
crédito continúa concediéndose cuando aparece una recesión, también es cierto
que no vuelve a aparecer hasta que el PIB se recupera y sale de la recesión. Es
decir, el crédito no se antepone a una recuperación de la economía, sino que va
por detrás. La economía española debe arrancar con las reformas realizadas por
el Gobierno”, asegura.
Para engrasar la maquinaria del
crédito, el 23 de febrero pasado el Gobierno anunció una línea de crédito
extraordinaria de 22.000 millones del Instituto de Crédito Oficial (ICO), “en
condiciones más ventajosas que las que ofrecen los bancos”, a la que se sumarán
10.000 millones que movilizarán las entidades financieras. Sin embargo, los
expertos consideran estas cantidades pequeñas para solucionar un problema tan
grande como este.
Lo que hace más compleja la
situación es que lo que debería crecer por un lado, está obligado a disminuir
por otro. Es decir, es incuestionable que España llegó a la crisis con uno de
los mayores excesos de crédito del mundo. Como recordó José Ignacio
Goirigolzarri, presidente de Bankia, en el año 2000 el porcentaje de crédito
total sobre el PIB era del 194% en España. “Ocho años más tarde, esta ratio
pasó al 327%. España llegó a tener un récord mundial; había más gasto que
ahorro y un fortísimo endeudamiento exterior. Fue una trayectoria similar a la
de América Latina en la década de los noventa, cuando se endeudó masivamente en
dólares”, recordó. Y lo más grave es que cuando explotó la burbuja, entre 2007
y 2008, las Administraciones públicas pidieron todo el crédito que se denegaba
a las empresas. Así, la ratio de deuda sobre PIB siguió creciendo: en 2011
cerró con el 346% para bajar ligeramente, por primera vez en décadas, a
mediados de 2012.
Los economistas consultados
coinciden en el diagnóstico: España es un enfermo grave que debe sobrevivir con
menos crédito. Ahora, el total asciende a 2,87 billones. El tema es más grave
porque el caso español tiene otro elemento que pesa como una losa: la banca
sigue contaminada por el enorme peso del ladrillo, cuyos activos se deprecian y
lastran la recuperación del sector. No hay que olvidar que la mitad del
crecimiento del crédito en la burbuja estuvo relacionado con el negocio
inmobiliario, promotor, constructor e hipotecario. La caída de valor del
ladrillo está afectando incluso a las entidades más sanas y grandes, lo que les
paraliza a la hora de aceptar más riesgos, aunque sea en otras actividades
industriales. Por eso, muchos expertos consideran que no se ha culminado la
recapitalización de la banca y que la maquinaria del crédito no arrancará hasta
que se despejen del todo las dudas sobre si está correctamente tapado el
agujero del ladrillo.
La perspectiva no es buena. “El
sistema financiero tendrá problemas este año y el crédito caerá más que en
2012. Europa ha exigido unas medidas de restricción de préstamos a las
entidades nacionalizadas que no les animarán a conceder más, sino todo lo
contrario”, apunta José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. No obstante,
Bankia ha asegurado que destinará más de 44.000 millones de euros a créditos
para el desarrollo de actividades de pymes y autónomos durante los próximos
tres años. A los particulares destinará 8.000 millones hasta 2015.
Desde que empezó la crisis, los banqueros han negado que hayan cerrado el grifo
del crédito. Su respuesta siempre es que “no hay demanda solvente”. Incluso
algunos dicen que aprueban más operaciones, en porcentaje, que hace un año,
pero argumentan que los empresarios “no quieren invertir; las pymes tampoco y
las familias no compran coches ni pisos”. ¿Qué está fallando, la oferta o la
demanda? Ángel Laborda, director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de
Ahorros (Funcas), considera que las dos cosas. “La oferta de crédito por parte
de los bancos es menor que antes porque no pueden acceder a los mercados
internacionales y, por lo tanto, tiene escasa financiación y más cara. El
dinero que consiguen de sus clientes, captando depósitos, lo destinan
prioritariamente a sus vencimientos de deuda. Si la prima de riesgo está por
encima de 200 puntos básicos, se financian a precios muy caros. Falta bastante
tiempo para que se normalice la situación”, concluye.
Respecto a los clientes, Laborda
cree que la banca cada vez exige más requisitos “para ser solvente”. “Después
de una etapa en la que dieron créditos con mucha alegría, ahora son muy
severos”. Ante esta situación, prefieren colocar su dinero en deuda pública,
con menos riesgo y más rentabilidad.
Otro factor que frena a la banca
es que su relación entre créditos y depósitos es muy alta, alrededor del 140%.
Es decir, que por cada 100 euros en depósitos tienen concedidos créditos por
valor de 140 euros. Y los 40 restantes han sido financiados con préstamos de
inversores mayoristas que ahora exigen su dinero al llegar los vencimientos.
Europa ha exigido a la banca española que acerque esta relación hasta el 100%,
otro incentivo para no prestar. Por último, los informes de los analistas
auguran un incremento de la morosidad en hipotecas y pymes, como ha confirmado
Bankia. Es la profecía autocumplida: si cortas el crédito, aumentará la
morosidad, seguro.
Joaquín Maudos, catedrático de
Economía de la Universidad de Valencia, pone cifras a la situación: “Dudo que
una entidad rechace sin más dar un crédito si la empresa tiene un proyecto
atractivo, ya que los bancos viven de los créditos que otorgan. Dicho esto, sí
creo que hay una situación generalizada de corte de crédito (credit crunch)
como declaran las pymes españolas cuando contestan la encuesta del BCE sobre las condiciones de acceso a la
financiación. En la última encuesta del BCE, el 57% de las pymes españolas
declara que los bancos han reducido su predisposición a dar financiación,
frente a un porcentaje medio del 37% en la eurozona y por encima de las
empresas griegas, el 49%”.
A los bancos les preocupa este
tema, pero también les parece vidrioso. La prueba es que ni el Santander, ni el
BBVA, ni La Caixa han respondido a las preguntas sobre este asunto. La patronal
bancaria, AEB,
sí lo ha hecho. “Los bancos no recortan el crédito a todos los sectores de
forma indiscriminada. Continúan analizando todas las operaciones, con
independencia del sector que provengan, aplicando los criterios de solvencia y
rentabilidad ponderado por riesgo”, afirma la AEB, que insiste en que “no ha
habido ayudas públicas al sector financiero, sino a determinadas entidades en
dificultades”.
La confederación española de
cajas, CECA, sin embargo, apunta
a nuevas líneas: se podrían establecer “mecanismos públicos que permitan
identificar qué empresas son solventes y aportar una señalización que reduzca
el coste del crédito para estas empresas a través de garantías o dándoles
acceso a la obtención de calificaciones crediticias”. También apuntan otro
elemento que frena el crédito: “Las exigencias de capital cada vez más fuertes
que tienen las entidades limita su capacidad para la financiación”.
Desde el Banco Popular se niega
que hayan cortado el grifo. En el año 2012 “aumentaron los créditos un 18,6%”,
aseguran, y han puesto “en 2013 a disposición de las pymes 500 millones de
euros captados en los mercados, así como una línea de financiación de liquidez
de 3.000 millones”. En la entidad presidida por Ángel Ron consideran que hay un
factor que ayudaría a que las entidades aflojaran el cerrojo: “La adecuación de
la ponderación de los activos en el consumo de capital, porque los bancos
españoles están sufriendo un trato discriminatorio frente a sus pares
europeos”.
Fuentes del Banco Sabadell no
creen que reducir las exigencias de capital perjudique al crédito. Este banco,
que afirma intermediar “uno de cada cuatro créditos”, comenta que espera una mejoría
de la financiación “de los proyectos empresariales más rentables”.
¿Y qué piensan los del otro lado
de la barrera, las pymes? Jesús Terciado, presidente de la patronal Cepyme, cree
que la banca está fallando: “Es necesario que las entidades tengan en cuenta la
viabilidad de los proyectos empresariales y no solo la capacidad de responder a
las garantías exigidas. Lo importante es que las entidades valoren la
viabilidad del proyecto empresarial independientemente del sector de actividad
o del tamaño de la empresa”.
La Asociación de Trabajadores Autónomos, ATA, cuyo préstamo medio
es de 8.000 euros (sobre todo para circulante), reclaman que se desarrolle “un
sistema de microfinanciación de pequeños importes para afrontar la falta de
liquidez”. ATA culpa de la situación, en parte, a la lentitud con la que se ha
reestructurado el sector financiero.
Juan Sitges, director de Cofidis,
financiera europea especializada en créditos a distancia, comenta que en 2012
elevaron un 4,7% el crédito, y que la clave del problema está en “lograr un
equilibrio entre el endeudamiento y la capacidad de ahorro. Cualquier impulso
del crédito desde la Administración ayudará a las empresas”.
Mario Draghi, presidente del BCE,
negó la mayor: “Hoy los bancos españoles están bien capitalizados y en posición
de prestar”. Sin embargo, algunos expertos apuntan a Alemania, donde está la
sede del BCE, como culpable de la situación. El Servicio de Estudios de La
Caixa, en su informe de enero pasado, recuerda que Alemania está bajando su deuda
sobre PIB más que Portugal. “Sería altamente beneficioso que los países con
capacidad crediticia infrautilizada, no se desapalancaran”, dice.
Miguel Ángel Bernal, profesor del
Instituto de Estudios Bursátiles
(IEB), lo explica gráficamente: “No se puede luchar contra un tigre con un
matamoscas. Ante este gigantesco problema, no se pueden plantear temores
inflacionistas. Alemania debe impulsar su demanda interna y generar una leve
inflación, como ha hecho Estados Unidos. Quizá si el tren alemán echara a
andar, el temor de los bancos, que decía Rosell, fuera menor y la recesión
española se empezaría a alejar”.
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