Por Xavier Caño Tamayo
Periodistas en español.com,
08/03/2014
Dos ventas recientes en el sector
financiero del Reino de España ratifican el timo enorme que ha devenido el
sector bancario privado para los legítimos intereses de la mayoría ciudadana.
La privatización de Nova Galicia Banco y la venta del 7.5% del capital de
Bankia; un primer lote hasta su privatización total.
En ambos casos, se ha aplicado el
obsceno principio de socializar pérdidas y privatizar beneficios. El Estado ha
volcado ayudas multimillonarias para sanear esas entidades que se precipitaban
a la quiebra, no solo por incompetencia manifiesta y pésima gestión, sino
también por desmedida codicia. Y, una vez saneadas con dinero de todos, se
entregan al sector privado.
Nova Galicia Banco se ha vendido
al grupo sudamericano Banesco por 1.003 millones de euros. Esta privatización
supone una pérdida de 8.580 millones de euros para el Estado. Más del doble de
lo recortado en Educación en España.
Y la segunda venta es la del 7.5%
de acciones de Bankia por 1.360 millones de euros. Pero el Estado invirtió
22.000 millones en Bankia, además de que BFA-Bankia ha recibido más de 124.000
millones en diversas ayudas públicas.
Pero no es solo cuestión de esas
dos entidades bancarias. Ojalá. En ayudas diversas, el Estado ya ha aportado
137.000 millones de euros a las entidades financieras que ha nacionalizado para
evitar su quiebra. Banco de Valencia, Catalunya Caixa, Banco Mare Nostrum… De
esas ayudas, 43.529 millones de euros han sido inyección de capital. El Estado
no recuperará ese dinero de todos. Y sucede que todo el sistema financiero
español estaría en quiebra de no ser por las ingentes ayudas públicas, que
alcanzan ya la cantidad de 632.000 millones de euros, incluyendo los préstamos
del Banco Central Europeo.
Éric Toussaint dice que el oficio
de banquero es demasiado serio para confiarlo a los bancos privados. El sector
del ahorro y la inversión ha de ser público por su importancia para los
intereses de la ciudadanía, así como por el efecto devastador que su mala o
criminal gestión tiene en la economía real. Los ahorros de la ciudadanía no
pueden estar en manos de quienes solo se mueven por el beneficio y, para
conseguirlo, perpetran lo que sea.
Desde 2008 hemos comprobado una y
otra vez como una indecente minoría ha provocado la mayor crisis financiera del
último siglo. Y, pasado el primer susto, que apenas les duró hasta principio de
2009, han saqueado el Estado en perjuicio atroz de la mayoría ciudadana. Han
dinamitado el Estado que aseguraba buena parte de derechos sociales han causado
la mayor desigualdad que se haya conocido e incrementado la pobreza
brutalmente. Y, por su inestabilidad e insolvencia real, continúan siendo un
riesgo que puede estallar en otra crisis aún peor en tiempos próximos
venideros.
Parece evidente que la banca
privada ha de quedar reducida a la mínima expresión y, la que permanezca, muy
controlada, aunque, a fuer de sincero, mejor sería que desapareciera. ¿Utopía?
Utopía es el territorio que no hemos alcanzado aún. Utopía era la libertad de
los esclavos cuando el esclavismo era el modo de producción. Y el esclavismo
desapareció. ¿Por qué no conseguir un sistema financiero en el que la banca
privada pinte poco?
La alternativa es la banca
pública, controlada democráticamente, social y transparente. Porque el dinero
es un bien público y no se puede dejar en manos privadas al obsceno albur de
también privados intereses. Y no es cuestión de “expertos” sino de decisión
política, que responde indefectiblemente, se reconozca o no, a intereses de
clase.
En verano de 2012 la revista Mientras
Tanto proponía, para sanear el sistema financiero español, minimizarlo
porque está muy sobredimensionado. También, no enterrar dinero público para
salvarlo, porque no podía recuperarse. Asimismo, dedicar los fondos para esa
recapitalización imposible a créditos directos para la economía real. Y
liquidar ordenadamente las entidades en crisis, asegurando las coberturas y los
planes de pensiones de los empleados con la venta de activos inmobiliarios
reales y sólidos. Pero a la vista está que no les hicieron el menor caso sino
todo lo contrario.
Contra la banca privada hay una
larga batalla de por medio. El sector financiero privado es un tumor con
tendencia a la metástasis que se debe extirpar.
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