Por Juan Torres López
Público.es, 27/03/2014.
El Banco de España (BdE) acaba de
pronosticar que la economía española se recupera y que lo hará incluso más que
lo previsto por el gobierno. Afirma que el Producto Interior Bruto crecerá un
1,2% en 2014 y un 1,7% en 2015, dos décimas más de lo que dijo Rajoy en el
último debate sobre el estado de la Nación.
El efecto de esta previsión del
BdE es evidente e inmediato: corroborar la sensación de recuperación que el
gobierno, la patronal bancaria y algunos grandes medios de comunicación están
tratando de generalizar desde hace unos meses. Casualmente, antes de que se
celebren unas elecciones, las europeas, en las que el Partido Popular que ahora
gestiona los intereses de los grandes grupos económicos y financieros podría
darse un batacazo histórico a consecuencia de sus incumplimientos electorales y
del fracaso de las políticas que viene realizando.
¿Qué fundamento tienen estas
predicciones del BdE?
A mi juicio, casi ninguna. Tanto
es así, que el propio BdE las pone en sordina por varias vías en algunos casos.
Por ejemplo:
- Ni siquiera las da por hechas,
pues afirma que es posible que el gobierno tuviese que llevar a cabo un ajuste
fiscal en 2015, lo que provocaría “un avance más moderado de la actividad ese
año”.
- La estimación del BdE se basa
en un crecimiento del 5% y 6% de las exportaciones en esos años pero el propio
Banco de España dice que eso solo se daría si se consolida la recuperación en
la Eurozona y no se frena el crecimiento de las economías emergentes. No tiene
en cuenta, sin embargo, que lo más probable es que el euro siga apreciándose
(dificultando las exportaciones), que todos los informes apuntan a una caída en
la actividad de los países emergentes y, por tanto, de sus compras al exterior,
y que la recuperación en Europa es dudosa teniendo en cuenta todo ello y el
proceso deflacionario en el que estamos (el propio BdE deja caer que los
efectos negativos de la deflación pueden ser mayores de los esperados).
- Vincula también el mayor
crecimiento a una mejora (débil, en todo caso) en el nivel de empleo que a su
vez impulsaría la demanda interna por la vía del consumo. Pero no tiene muy en
cuenta que hoy día lo decisivo a este respecto no es que aumente el empleo sino
la evolución de la renta familiar disponible, que es muy posible que apenas
crezca (incluso aunque aumente el empleo) por el carácter tan precario y
empobrecedor de los puestos de trabajo que se están creando.
A mi juicio, las predicciones del
Banco de España sería distintas y no tan favorables a los intereses del
gobierno y de los banqueros, empeñados en decir que todo mejora para tratar de
salvar los muebles en las próximas elecciones, si en lugar de esas hipótesis
tan débiles se tuvieran en cuenta otros hechos. Por ejemplo, la evolución
negativa de las ventas de grandes empresas, de las ventas interiores y de la
actividad industrial, el estancamiento real de las exportaciones, la caída de
la renta familiar, el aumento de la desigualdad, la evolución negativa de las
pernoctaciones en las zonas turísticas, el incremento de la deuda, el
estancamiento del crédito, la complicación de la situación política que se
puede producir y el predominio en Europa de los intereses alemanes que son muy
contrarios a los nuestros, entre otros.
Si se tuvieran en cuenta este
tipo de variables las predicciones del Banco de España sería casi con toda
seguridad un fiasco y que no se van a cumplir.
Y no será la primera vez que eso
ocurra.
Según la Diana Económica de la
Escuela de negocios ESADE, que refleja el mayor o menor nivel de acierto en las
predicciones de diversas instituciones económicas, el Banco de España fue la
institución que menos acertó, después del Gobierno de España, en 2012 y 2013,
casualmente los años de gobierno del Partido Popular.
Lo mismo que ha ocurrido en otras
ocasiones. Como demostré en otro artículo (El Banco de
España frente a la crisis), esta institución, cuyos directivos
gozan de más privilegios que ningún otro empleado público, ha hecho del error
una práctica normal y de la connivencia con los intereses privados una guía de
actuación. Así lo demuestra también que una vez que van concluyendo sus
funciones en el Banco los gobernadores, subgobernadores y directores generales
pasen sin solución de continuidad a las entidades financieras privadas o a sus
patronales.
El Banco de España reclama
independencia pero la utiliza para apoyar mejor a los intereses de unos pocos
privilegiados. Sus predicciones, disimulos y complicidades ante todo lo que ha
pasado es un escándalo y el que nadie le haya pedido cuentas por sus errores y
por el coste tan grande que han tenido es una muestra clara de cómo funciona
nuestra democracia y de sus limitaciones ya insoportables.
En mayo de 2006, la Asociación de
Inspectores de Entidades de Crédito del Banco de España escribió al entonces
vicepresidente del Gobierno y Ministro de Economía y Hacienda para denunciar
que el gobernador, Jaime Caruana, mantenía una actitud pasiva ante los
problemas que se estaban generando en el sector financierto, que hacía una
lectura complaciente de lo que ocurría y de no tomar medidas para evitar lo que
se venía encima (pdf).
¿Qué partido le pidió cuentas? Ninguno. ¿Qué fiscal intervino? Ninguno. ¿Dónde
está ahora ese exgobernador que dejó crecer la burbuja de crédito y la quiebra
de la banca española? Es el Director General del Banco Internacional de Pagos,
que se supone que es la autoridad que controla a los bancos centrales. Y
efectivamente así es, los controla para que sigan haciendo lo que hace el Banco
de España, estar al servicio de la oligarquía financiera que está arruinando a
España.
Y ahora, que cada lector o
lectora conteste por sí mismo a la pregunta que encabeza este artículo.
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