Por David Torres
Público.es, 04/02/2014.
Blesa acudió ayer a la Audiencia
Nacional para hacer un remake de Wall Street,
aquel excitante thriller financiero donde Michael Douglas
iniciaba a un imberbe Charlie Sheen en los misterios sacrosantos de la bolsa.
Fue una lástima que para la segunda parte Oliver Stone insistiera otra vez con
Michael Douglas como mago negro de las finanzas: por mucha gomina que se unte y
muchas canas que se plante encima, el hijo de Espartaco no acaba de encajar en
el papel de Blesa.
No estoy muy seguro, puede que me
durmiera después de que matasen a Kennedy, pero creo que la diferencia entre
las dos versiones de Wall Street es que en la primera Gordon
Gekko acaba en el trullo y en la segunda recupera su imperio y se descojona del
mundo entero. Es decir, que una pertenece más bien al género de la
ciencia-ficción y la otra está rodada en España. Mientras se atusaba su zona
gris, Blesa dijo ayer muy serio que los jubilados y pensionistas no pueden
considerarse ignorantes financieros y en la sala lo único que faltaba era
Oliver Stone gritando “¡Corten!”.
Lo dijo sólo un poco antes o un
poco después de que Gerardo Díaz Ferrán, ex jefazo de la patronal y empresario
de fogueo, afirmara que él no tenía la menor idea de lo que era una preferente.
El hombre que jamás habría volado en su propia compañía expresó su ignorancia
acerca de un producto financiero de alto riesgo que, según el eminente
banquero, cualquier pobre pensionista podía descifrar con los ojos cerrados. De
hecho, los firmaban con los ojos cerrados. De repente, a los miles y miles de
ancianos estafados con las preferentes del señor Blesa se les puso la cara de
Charlie Sheen, aunque sin la cocaína, sin la limusina, sin el tupé y sin la
rubia de piernas infinitas. En Caja Madrid no había tanto presupuesto y se
conformaban con regalarles un juego de cacerolas o un viaje de fin de semana en
un autobús del Imserso.
El juez no vio conveniente
indicarle a Blesa que revelara a todos, puesto que es tan sencillo, el
mecanismo de las preferentes. Incluso, ya de paso, podía haberle pedido que le
descifrara un recibo de la luz. Hay que entender que el juez, visto cómo ha
acabado su antecesor, bastante tiene con conservar el cargo. A la salida, el
coche que escoltaba a Blesa corrió a toda mecha en dirección prohibida, como en
él es habitual, sin que a la policía le diera tiempo a tomar la matrícula
porque estaba muy ocupada evitando la avalancha de autógrafos. Disfrazados de
Charlie Sheen, los preferentistas estafados le arrojaron globos con agua, por
si tenía sed tras la declaración, y zarandearon un poco el coche, a ver si lo
llevaban a hombros hasta la Almudena. Pero por mucho que corrió, a Blesa no le
dio tiempo a llegar al Teatro Dolby para recoger la estauilla al mejor montaje.
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