Por Ricardo Patiño
Ministro de Relaciones
Exteriores y Movilidad Humana del Ecuador
Público.es, 22/0472014.
En el pasado reciente, Ecuador
fue penosamente conocido a nivel mundial por su inestabilidad política. Sólo
entre 1996 y 2007, el Palacio Presidencial de Carondelet vio desfilar a siete
Jefes de Estado. A la corrupción, mediocridad y anti-patriotismo de la mayor
parte de la dirigencia política, se le sumó el nefasto neoliberalismo en boga,
variables todas que condujeron a una debacle económica y social -a fines del
siglo pasado- sin precedente en la historia republicana del Ecuador. Las
interrupciones de las presidencias de Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio
Gutiérrez estuvieron motivadas por protestas sociales que exigían la salida de
dichos gobernantes. En síntesis, el Ecuador vivía una profunda crisis de
representatividad entre mandantes y mandatarios, alejados éstos de los
intereses de los primeros.
Millones de compatriotas
emigraron de Ecuador entre finales del siglo XX e inicios del actual.
Expulsados de su Patria por la crisis bancaria de 1999, afectados por una
estafa financiera de dimensiones colosales, muchos de ellos -aproximadamente
medio millón-, se instalaron en España, cuando ese país se encontraba en plena
fase expansiva de un ciclo económico, que se revelaría más tarde como una
burbuja inmobiliaria inflada por la especulación financiera. En búsqueda de un
futuro mejor en la península ibérica, y a la vez que aportando con la economía
española, la mano de obra ecuatoriana no imaginó que, una década más tarde, su
sueño se convertiría en una pesadilla, como la de muchos españoles más. Para
nuestros compatriotas, el inescrupuloso y voraz afán de lucro del capital
financiero nuevamente se salía con las suyas.
Como suele pasar a los globos
cuando se pinchan, los banqueros que provocaron la crisis hipotecaria en España
se esfumaron en el aire, mientras que las víctimas de su falta de escrúpulos,
los estafados, los que han hipotecado sus vidas, se han quedado al límite de
sus posibilidades. Recordemos además que muchos bancos no sólo concedieron
préstamos superiores al valor de los inmuebles, sino que fueron los mismos
bancos los que incentivaron la firma de esos contratos
Este drama aún no termina. De
hecho, se ha desarrollado con mayor fuerza producto de la crisis económica en
Europa, y a causa de las mismas políticas neoliberales que condenaron a
nuestros países de América Latina al aumento de la pobreza y la desigualdad en
los años noventa del siglo pasado. Esa crisis europea se traduce en España en
una tasa de desempleo del 26%. Es decir, son las trabajadoras y los
trabajadores, de España, de Ecuador, y de tantos otros países, los más débiles
de la cadena, los que pagan los excesos de otros. Y ahí, nuevamente, son miles
las familias ecuatorianas que se han quedado sin ingresos; no ya para hacer
frente a sus hipotecas, sino para atender incluso sus necesidades básicas. Se
agrava aún más el panorama con la inhumana práctica del desahucio, la que también
ha afectado a entre ocho y quince mil familias ecuatorianas en España.
Para el Gobierno de la Revolución
Ciudadana, constituye un imperativo el mantenerse ligado a los intereses de las
grandes mayorías de las y los ecuatorianos, tanto dentro como fuera de su país.
En este sentido, el Presidente Correa ha sido muy enfático al denunciar la
inmoral subordinación que todavía sufren tantos seres humanos, sus vidas y las
de su entorno, respecto al capital financiero.
Pero nuestro Gobierno no sólo
denuncia sino que también adopta decisiones y medidas concretas. Cierto es que
no está en sus manos legislar sobre el sistema financiero español; ni mucho
menos transformar las prácticas especulativas de una importante porción de la
banca internacional. Sin embargo, es decisión del Estado ecuatoriano proteger
los derechos de nuestros compatriotas allá donde se encuentren. Por esta razón,
la primera medida que tomó el Gobierno, cuando comenzó a multiplicarse el
número de afectados ecuatorianos, fue declarar que las deudas hipotecarias
contraídas en España no pueden ser cobradas en el Ecuador. De este modo, nos
aseguramos que nuestros compatriotas tuvieran al menos un refugio donde evitar
el acoso bancario, tras haber perdido sus viviendas.
Sin embargo, esta medida solo mitigaba
parte del drama humano que acompaña a esta crisis, y por ello, creímos
necesario ir más allá. De esta forma, a través del trabajo conjunto con la
Defensoría del Pueblo, y mediante la labor de nuestra Embajada en Madrid, y
nuestros Consulados en toda España, se ha facilitado asesoría legal y
acompañamiento a los afectados. Así, desde 2012 se han prestado unos 10.500
servicios de asesoría individual, y se ha acompañado en más de 650
negociaciones de compatriotas con los bancos, además de haber organizado
talleres y jornadas de orientación a lo largo de todo el territorio español. En
estas actividades ha sido clave el apoyo que hemos obtenido por parte de la
sociedad civil española, organizada en la Plataforma de Afectados por la
Hipoteca –PAH-.
Aún nos queda mucho por hacer
para paliar los estragos de esta crisis. En horas de incertidumbre y
desasosiego, nosotros afirmamos que es también tiempo de reivindicar y ejercer
derechos. Y sobre la base de esta afirmación, hemos actuado, y seguiremos
actuando.
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario