Por Amanda Mars
El País, 09/04/2014.
Después de seis años de crisis y quiebras, después de
675.000 millones de euros salidos de los bolsillos de los contribuyentes para
pagar rescates, la banca europea sigue vista como algo sospechoso, como un
riesgo a la estabilidad, un mal aliado para la recuperación económica. Pese a
que el Fondo
Monetario Internacional (FMI) trata de destacar las mejoras
conseguidas —especialmente en boca del responsable de este departamento, José
Viñals, ex subgobernador del Banco de España—, sus papeles alertan de hasta qué
punto la debilidad de los balances y la montaña de morosidad están boicoteando
la salida de la crisis.
Hay hasta 800.000 millones de
euros en activos morosos en el conjunto de las entidades europeas, el doble que
en 2009, y los estados no pueden dar por concluida la época de los espaldarazos
a la banca. Según advierte el Fondo en su informe de primavera sobre la
situación fiscal, la revisión de la calidad de los activos en marcha “podría
señalar la necesidad de más ayuda pública en algunos países”. “La
reestructuración de la deuda del sector empresarial en la zona del euro se ha
visto estancada porque no ha concluido el saneamiento de los balances de los
bancos”, advierte el órgano que dirige Christine Lagarde.
Y la frase no corresponde al
informe del año pasado, ni del anterior, ni del otro, sino al de 2014. Los
primeros bancos cayeron en Europa en 2008 y hoy por hoy, algo sigue fallando en
Europa. La política monetaria expansiva “no se ha trasladado al flujo de
crédito que hace falta para respaldar una recuperación más fuerte, en
particular a las empresas pequeñas”, dijo Viñals.
El Fondo no quiere causar
incendios con Berlín y el Banco Central Europeo (BCE) pero cree que debería ser
más rápido y completo el proceso de la unión bancaria en marcha, que es la
medida estrella de la eurozona para romper el círculo vicioso que establecen
los riesgos soberanos y acabar con esa fragmentación financiera que hace de los
costes de los créditos resulten totalmente dispares entre unos países y otros.
Además, recalca que las nuevas pruebas de resistencia deben ser rigurosas, tras
el desastre de los experimentos previos, que dieron por sanas a entidades que
después acabaron rescatadas.
Y sí, los mercados parecen haber
bendecido las mejoras del sistema e incluso se han reconciliado con activos
antes tan sospechosos como los bonos españoles, les exigen menos intereses y el
sur de Europa respira tranquilo, pero tampoco eso permite lanzar las campanas
al vuelo, según advierte el Fondo en su informe de estabilidad financiera,
presentado ayer en Washington.
“La actitud del mercado con
respecto a los bancos y las entidades soberanas de la zona del euro sometidas a
tensiones ha mejorado notablemente, pero es posible que esa actitud se haya
adelantado al proceso de saneamiento de los balances que aún es necesario”,
dice el FMI . El órgano advierte además de que “hay un grupo de bancos que
serían incapaces de mantener sus ratios de capital con incluso relativamente
modestas pérdidas adicionales en sus créditos ya existentes”.
España, que tuvo que pedir el
rescate a Europa para buena parte de su sistema y con un largo proceso de
desapalancamiento aún por delante, parece especialmente señalada en todos estos
riesgos, pero por más exámenes públicos. “En España los ejercicios previos
realizados por Oliver Wyman ya habían procesado mucha información y reducido
notablemente el riesgo de sorpresas”, dijo Viñals, pero, como bien añadió, “las
sorpresas por definición no se anticipan y habrá que esperar al final del
ejercicio”.
La banca española, además, es una
de las más expuestas al riesgo de los mercados emergentes de América Latina,
que han dejado de ser las estrellas del crecimiento para convertirse en una de
las mayores inquietudes del Fondo por el efecto que pueda llegar a provocar el
repliegue estímulos de la Reserva Federal. El FMI calcula de los tipos de
interés que marca la Fed comenzarán a subir a mediados de 2015. No obstante,
Viñals señaló que dentro de esa zona, los países más vinculados a la banca
española, México y Argentina, “se están levando medidas de política económica
que nos permiten ser optimistas”.
El Fondo se ha esmerado reflejar
cómo el saneamiento de la banca será clave para que esa débil recuperación
europea gane brío. Los técnicos han realizado una serie de simulaciones y
proyectan que, por ejemplo en el caso de España, un aumento de 170 puntos
básicos en el ratio de capital y reservas (hasta alcanzar el nivel de la tasa
de morosos) llevaría a un aumento acumulado del crédito del 8% en cuatro años.
“Pero el crédito no solo necesita
la predisposición de los bancos sino también una demanda solvente”, apuntó el
consejero financiero del FMI, por eso “también es fundamental que se lleven a
cabo las actuaciones previstas para mejorar la situación de las empresas”, como
la reforma que ha aprobado el Gobierno para facilitar las reestructuraciones de
deudas. Es ese el círculo vicioso que no se rompe: la banca necesita empresas
fuertes a las que prestar y las empresas necesitan una banca fuerte que apuesta
por ellas.
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