Por José María Vals
Tiempo,
22/08/2016.
La crisis de la banca italiana, de la que ya habla
abiertamente incluso el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario
Draghi, va a convertirse en piedra de toque para ver cómo se resuelve un
problema financiero de gran magnitud con los mecanismos de los que se ha dotado
la Unión Europea.
El propio Draghi es partidario de que en circunstancias
excepcionales los Estados miembros puedan acudir al rescate de sus sistemas
financieros, porque en su opinión la banca es un sector extremadamente
importante para el funcionamiento general de la economía. Reconoce, sin
embargo, que no es fácil que algunos Gobiernos, con el alemán a la cabeza,
acepten sin más las ayudas públicas. Y es que con los nuevos mecanismos, quien
tiene la última palabra es la Comisión Europea.
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De cualquier manera, el problema de verdad de la banca
italiana es que tiene más de 350.000 millones de euros de créditos
improductivos (no dan ingresos reales a las entidades que los concedieron) y de
ellos se calcula que unos 200.000 millones son difícilmente cobrables en su integridad.
Quizás por eso Draghi, que fue gobernador del Banco de Italia antes que
presidente del BCE, pide que se busquen soluciones no rígidas para una crisis
que debe ser resuelta de la mejor manera posible y sin crear un perjuicio
irreparable para los millones de italianos que tienen su dinero invertido en
productos bancarios de riesgo.
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