Por Federico Castaño
Vozpópuli, 26/11/2015. (Por su enorme interés, recogemos
ahora esta noticia que hemos encontrado con retraso).
Bankia y su actual presidente no tendrán nada que temer si
el PSOE gana las próximas elecciones y no queda prisionero de Podemos. Los
socialistas dan la espalda a los sindicatos y se abren a la privatización de la
entidad financiera siempre que su venta implique la recuperación “de todo o la
mayor parte de lo invertido por el Estado”.
El aterrizaje de Jordi Sevilla en Ferraz ha sido
determinante para que la postura final del PSOE se haya inclinado en contra de
los deseos de los secretarios generales de UGT y Comisiones a la hora de
encarar el futuro de Bankia, en el supuesto de que Pedro Sánchez gane las
próximas elecciones. En el capítulo financiero del programa con el que los
socialistas concurren al 20-D, se precisa que la estrategia respecto a esta
entidad financiera seguirá las siguientes pautas: no malvenderla, continuar su
privatización de acuerdo con Bruselas en el momento en que permita recuperar
“todo o la mayor parte” de los 22.000 millones largos invertidos por el Estado
y respaldar mientras tanto la gestión encaminada a convertir a Bankia en “un
banco comercial ejemplar”, de modo que su modelo de negocio y su gestión “sea
referencia para todas las entidades financieras españolas”.
La traducción que fuentes socialistas hacen de este apartado
del programa es muy directa: se apoyará la continuidad de José Ignacio
Goirigolzarri en el cargo para que pueda
seguir pilotando una gestión que dentro del PSOE se considera exitosa. Este
mensaje de confianza le ha sido trasladado personalmente a Goirigolzarri en
varias ocasiones por Jordi Sevilla, actor principal del programa económico que
acaba de ser aprobado por su partido. Fuentes de la entidad precisan que, en
cualquier caso, en estas conversaciones no se ha abordado la permanencia o no
de Goirigolzarri en esta responsabilidad después de las elecciones generales.
La apuesta por seguir con el proyecto de privatizar Bankia,
aunque sea en un horizonte temporal incierto, choca de lleno con las
aspiraciones de los dos principales sindicatos, así como de los sectores que
dentro del Partido Socialista añoran la existencia de una gran banca pública
como instrumento potente de financiación empresarial y creación de empleo.
El Instituto de
Crédito Oficial como sustituto
El propio Pedro Sánchez, en el último debate del estado de
la nación, celebrado en febrero pasado, avaló una resolución de su partido que
defiende la creación de una gran banca pública de inversión “que proporcione
financiación a la economía real y combata la sequía del crédito existente”. Con
esta iniciativa, el PSOE veía posible dinamizar la economía productiva, generar
empleo y consolidar numerosas empresas, reservándole al Gobierno la promoción
de políticas sectoriales. Se trataba, según la propuesta, de promover “una
banca capaz de prestar por sí misma y con capacidad de análisis de riesgo”, que
estaría regida por un modelo de gobierno corporativo “basado en una gestión
profesional” y sometido a la “rendición de cuentas”. Las mismas tesis, pues,
que siguen amparando UGT y Comisiones y que ahora, nueve meses después, el PSOE
ya no vincula con Bankia sino al papel que, a su juicio, debe desempeñar el
Instituto de Crédito Oficial (ICO).
En su oferta electoral, Pedro Sánchez promete para el
ICO abrir una ventanilla única que
atienda y canalice todas las líneas de financiación y productos financieros,
establecer una línea exclusiva para nuevas empresas y participar en proyectos
de internacionalización, además de introducir en el organismo “consejeros
independientes reconocidos en el ámbito financiero”.
La propuesta electoral sobre Bankia queda lejos, pues, de
las pretensiones sindicales y del ala izquierda del PSOE de convertir la
entidad en el principal pilar para el rescate de la banca pública. De ello han
hablado largo y tendido en más de una ocasión Pedro Sánchez y el líder de UGT,
Cándido Méndez, partidario de recuperar una banca pública como la gran
canalizadora del crédito hacia las pymes, en la vieja tradición socialista de
manejar desde el Gobierno una herramienta potente de política económica en una
coyuntura que necesitaría, en opinión del ala izquierda del partido, de una
especie de bypass crediticio para la reducción del paro, siguiendo el modelo de
países como Alemania, Francia, Suecia, Suiza, Noruega o Dinamarca.
Quienes dentro del PSOE defienden este criterio consideran
que las entidades públicas prestan más que el sector privado, evitan que la
crisis financiera se extienda a la economía real, tienen un papel relevante en
la reconversión de los sectores productivos tras la crisis y son consideradas
más seguras por los ahorradores. El hecho de que el Estado tenga, a través del
FROB, entre un 15 y un 20% del sector bancario en España, debe ser una
oportunidad, en opinión de los sindicatos, “para crear una banca pública de
tamaño relevante” e, incluso, para “impulsar un sistema de banca pública
regional como la alemana”.
Después de haber renunciado a este modelo dando la espalda a
UGT y Comisiones, la gran pregunta que se hacen ahora en el PSOE es si Pedro
Sánchez, en caso de ganar las elecciones, podrá prescindir de Podemos para
gobernar y respetar, así lo que dice en su programa, teniendo en cuenta que la
formación de Pablo Iglesias se ha comprometido a todo lo contrario: primero
cesaría a Goirigolzarri y más tarde nacionalizaría Bankia de forma definitiva y
completa, abriendo una auditoría interna para investigar posibles
responsabilidades de sus directivos. El capítulo final no se conocerá hasta
dentro de tres semanas.
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