Por Vicente Soria
El Salmón
Contracorriente, 08/12/2015.
Cuando salimos a la calle vemos comercios de todo tipo:
supermercados, carnicerías, panaderías, tiendas de móviles, aseguradoras,
sucursales bancarias… lugares que tendemos a englobar inconscientemente en la
misma categoría, dado que comparten el mismo tipo de exposición en la calle, y
la dinámica común de que son lugares en los que una persona entra a hacer algo.
Son lugares que no son un misterio para nadie. No obstante, en el caso de las
sucursales bancarias, mucha gente no tiene ni la más remota idea de lo que se
mueve en la trastienda, detrás de los números y porcentajes.
Vemos que estos bancos adornan sus grandes cristaleras con
anuncios publicitarios en los que aparecen imágenes de familias felices abrazándose
(tienen buena salud por un seguro de sanidad privado), pensionistas que se dan
la mano y se miran sonriendo (los medios de comunicación les aseguraban que se
quedarían sin pensión y lo han solucionado en el banco), una madre que juega
sonriente con su hija en una tablet (se la han regalado por dejar la nómina)…
todo son escenas agradables, de felicidad, de tranquilidad. Un contraste brutal
con la realidad profunda.
La banca no vive del aire, tiene que hacer su negocio, que
desde hace años y cada vez con más frecuencia va mucho más allá de ganar dinero
con los intereses sobre préstamos a particulares o empresas. Por desgracia, los
supervisores siguen dejando hacer a la banca sus especulaciones de siempre, y
más ahora que el BCE sigue con su riego masivo de liquidez semana tras semana.
Como ya sabemos, la banca hace negocio con todo y por todo
el mundo. De forma directa o indirecta, no hay entidad financiera (incluyendo
aseguradoras, fondos de inversión y fondos de pensiones) que se resista a
obtener algún mínimo rendimiento derivado de la participación de empresas
armamentísticas, incluyendo las productoras de armamento nuclear, en el mercado
global.
Los bancos de nuestras calles participan activamente en este
negocio mediante la emisión y gestión de bonos y acciones, o mediante la
concesión y participación (directa o sindicada) en préstamos a la industria
armamentística.
Afortunadamente, desde hace ya algunos años tenemos la
posibilidad de conocer detalles de los entresijos de estos vínculos entre la banca
y la industria armamentística. En España tenemos al Centre Delàs, que desde el
2010 se centra en temas relacionados con el desarme y la paz. En su página web
y vinculados al territorio español, podemos encontrar tanto informes que se
centran en aspectos concretos (como el gasto militar, exportaciones o
presupuestos del Ministerio de Defensa), como los que analizan concretamente
los medios y cantidades de financiación de la banca española a la industria
armamentística.
El último informe tiene como título Evolución de la banca
armada en España (año 2013). Los 26 informes publicados a fecha de hoy están
disponibles en la página web, donde también podemos consultar fuentes oficiales
y cifras, que nos permiten hacernos una idea de la maraña y la estructura profunda
que sirven como base a la relación entre el mundo financiero y la industria
armamentística a escala mundial.
Desde el 2011 contamos también con investigaciones en el
ámbito del armamento nuclear. La organización PAX, junto con otras
organizaciones y la campaña internacional ICAN son quienes año tras año
elaboran el informe DON’T BANK ON THE BOMB, analizando y actualizando los
vínculos entre el sistema financiero y las empresas productoras de armamento
nuclear. Ambas iniciativas se centran en señalar y denunciar el aspecto de la
financiación, ya que sin esta, obviamente la industria armamentística tendría
serias dificultades para seguir con su negocio.
Misiles Trident II-D5, misiles Trident III, submarios M51,
misiles Minuteman III, etc. La breve conclusión que saca el Centre Delàs sobre
el último informe DON’T BANK ON THE BOMB revela, de nuevo, la profunda
implicación de parte de la banca española en la industria armamentística
nuclear.
Las cifras revelan que el BBVA sigue siendo el banco español
más involucrado en este negocio con 3.171 millones de dólares (2.820 millones
de euros). Desde el año 2012 hasta la actualidad, BBVA ha dado créditos a
empresas de armamento nuclear por un valor aproximado de 2.776 millones de
dólares. De esta manera, vemos como el BBVA colabora en dos de los tres
préstamos que se otorgaron a la empresa norteamericana Boeing, empresa que
abastece, repara y realiza el mantenimiento, tanto en el ejército americano
como en el ejército británico, de misiles Trident II-D5, misiles balísticos
intercontinentales para submarinos M51, siendo capaz, cada misil, de lanzar 12
cabezas nucleares a 12 objetivos distintos. Igualmente el BBVA participa en la
emisión de bonos de empresas como Aecom, parte activa en el mantenimiento de la
infraestructura de Nevada National Security Site, un complejo clave en EEUU
para la producción de armas nucleares. Al igual que con otras empresas como,
por ejemplo, Airbus Grup o Honeywell International especializadas en la
fabricación de submarinos-lanzadera M51, así como en los circuitos de los
misiles Trident II.
Le sigue el Banco Santander, manteniendo la segunda posición
de años anteriores, con 1.675 millones de dólares (1.490 millones de euros). El
Banco Santander mantiene préstamos desde el año 2012 hasta la actualidad por un
total aproximado de 1.441 millones de dólares. Uno sus es Safran, empresa
francesa que desarrolla submarinos M51 para el trasporte y el lanzamiento de
misiles de cabezas nucleares
El tercer lugar en cuanto a bancos españoles vinculados a
empresas productoras de armamento nuclear es para el Banco Sabadell, que con 29
millones de dólares (26 millones de euros) también saca tajada de este negocio.
El Banco Sabadell Participa con 17 y 12 millones de dólares en dos préstamos
otorgados a la empresa Orbital ATK. Esta empresa estadounidense centra parte de
su actividad en la construcción de cohetes de propulsión de los misiles Trident
II.
En los tres casos el grueso de su implicación con dichas
empresas armamentísticas se basa en la concesión de préstamos, pero también en
la emisión de bonos y en la gestión de acciones de las mismas.
Todavía hay una gran carencia de información oficial de cara
al público sobre el uso, producción, comercialización y almacenamiento de
armamento nuclear, así como de las inversiones existentes en empresas que
producen este tipo armamento.
No podemos permanecer inertes frente a estas fechorías del
sector financiero en general y de la banca en particular, y más cuando estas
entidades nos rodean impunemente cuando caminamos por la calle, en nuestro día
a día. La información referente a este tipo de informes debe ser difundida para
que el público general conozca dónde se invierte el dinero que depositan en sus
cuentas bancarias. Tampoco podemos quedarnos indiferentes sabiendo que
financian medios de comunicación que moldean la opinión pública (como es el
caso del Banco Sabadell con Atresmedia). No podemos permitir que sigan jugando
en bolsa –también- con la posibilidad de obtener beneficios por la venta de
armamento.
No olvidemos que detrás de esas caras sonrientes con dientes
blancos perfectamente alineados de los anuncios publicitarios, puede
encontrarse un misil con capacidad para almacenar cabezas nucleares.
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