Por Javier Onieva
Larrea
Noticias de Navarra,
29/07/2018.
El 20 de noviembre de 2014 publiqué, en este mismo diario,
un artículo titulado Medalla de oro a un fracaso, en el que, con motivo de la
concesión de la Medalla de Oro de Navarra, por el anterior Gobierno de UPN, a
los impulsores en 1964 del Plan de Promoción Industrial (PPI), escribía una
serie de reflexiones sobre lo que para mí significaba la concesión de esa
medalla a esos personajes y el momento político en el que UPN tomaba tal
decisión. Finalizaba el artículo resaltando que los entonces gobernantes, descendientes
ideológicos del homenajeado, no premiaban la idea, puesta a punto y resultados
del PPI, sino que condecoraban el sistema implantado por Félix Huarte para el
control y gestión de las cuentas públicas, en beneficio de unas élites
empresariales muy concretas. Y lo hacían en un momento en el que el sistema les
hacía agua. Se les estaba hundiendo el barco y esa medalla de oro, no era otra
cosa que un llamamiento a poner prietas las filas. Un grito desesperado en
defensa de un régimen que se les estaba escurriendo entre las manos. Y así
ocurrió. En mayo del 2015 el binomio UPN-PSN, que venía gobernando desde los
primeros años de la Transición, fue desalojada del poder, dando entrada a un
nuevo Gobierno en el que ni UPN ni PSN han formado parte. En mi artículo
intentaba explicar de qué manera la actuación del homenajeado Félix Huarte en
los años en que dirigía la Diputación Foral de Navarra, donde manejaba a su
antojo todos los ingresos de la Comunidad Foral, subvencionando industrias de
fuera y engordando en progresión geométrica las suyas propias. Dando origen a
lo que popularmente se denominó DIFONSA (Diputación Foral de Navarra Sociedad
Anónima). No distaba mucho de la forma de actuar, una vez inmersos en la
transición, empleada por sus sucesores empresariales. Con un ligero matiz, no
ejercían su poder directamente desde la presidencia del Gobierno de Navarra,
sino controlando a los partidos políticos gobernantes y usando como instrumento
financiero la creación de empresas públicas. Un repaso a los numerosos informes
que realizó la Cámara de Comptos sobre estas empresas públicas, a lo largo de
los gobiernos de UPN, deja muy claro cómo la gestión que llevaron a cabo en el
sector público empresarial navarro no difirió lo más mínimo de la gestión realizada
por Félix Huarte al mando de la Diputación Foral en el desarrollo del PPI.
Es indudable que fueron muchos los factores, circunstancias
y movimientos sociales que consiguieron llevar a cabo el cambio de gobierno en
2015. Pero las críticas y denuncias de todos los desfalcos y pérdidas de dinero
público llevadas a cabo por el mal uso y la pésima gestión de las empresas
públicas colaboraron, mucho, a que ni UPN ni PSN tengan la oportunidad, desde
mayo del 2015, de gestionar un solo euro del dinero público aportado al
Presupuesto con el esfuerzo de toda la ciudadanía navarra. Por eso, en todo lo
relacionado con la gestión del dinero público a través de las empresas
públicas, a un Gobierno que se le denomina del cambio, lo mínimo que se le debe
exigir es una forma de actuar radicalmente distinta a los usos y costumbres de
gobiernos anteriores. Así, cuando un alto dirigente en las empresas públicas
reconoce su responsabilidad personal en el mal empleo del dinero público, no se
debe poner como excusa el que los gobiernos de UPN también cometieron errores.
Más que nada porque las denuncias de esos errores llevaron a UPN a la
oposición, y porque se puede correr la misma suerte si se sigue con la defensa
a ultranza de las forma de actuar de empresas públicas como Sodena, cuya
dinámica no ha variado en sus 34 años de existencia, asumiendo y pagando con el
dinero de toda la ciudadanía navarra sus errores. No hay peor cosa que ejercer
de empresario sin aportar un euro y arriesgando el dinero de la gente. Y en los
temas públicos no es de recibo argumentar que a veces las inversiones en
negocios privados salen mal. Ante esto, y tal como refleja el acuerdo
programático, que en cuanto a las empresas públicas vamos con bastante retraso,
reformemos y reestructuremos empresas públicas como Sodena. Al respecto no
estaría mal aprovechar el debate y discusión que se está dando en la sociedad
navarra respecto al tema de la Banca Pública para realizar un estudio sobre la
viabilidad de reestructurar Sodena hacia ese fin. Pero sobre todo, no nos
enroquemos en la postura del avestruz, y modifiquemos las formas y maneras de
actuar en las empresas públicas, sin que nos tiemble el pulso a la hora de
renovar sus estructuras directivas. Desde los máximos responsables en sus
consejos de administración, cuando sus actuaciones así lo demanden, hasta
aquellas personas que forman parte de sus equipos [ y acarrean a lo largo de
estas dos últimas décadas demasiados “errores” en su gestión.
[El autor es consejero de la Corporación Pública Empresarial
de Navarra (CPEN), a propuesta del Parlamento de Navarra]
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