Por Juande Portillo
Cinco Días, 06/05/2016.
En la eurozona las cinco mayores entidades financieras
controlan el 50% de la cuota de mercado. Es un alto nivel de concentración. No
es Grecia, donde el porcentaje es el 90%, pero es alto y, a priori, más
concentración lo asociamos a menos competencia”, exponía ayer el catedrático de
Economía Aplicada Antonio Garrido, autor del informe “La banca en la eurozona:
un sector en proceso de transformación”.
El documento, del Grupo de Opinión y Reflexión en Economía
Política EuropeG, presentado ayer en un acto de la APIE, analiza cómo la crisis
financiera ha reducido el número de entidades y su presencia en mercados
vecinos, “provocando una mayor concentración en la banca de la eurozona, como
en Alemania, Italia y por supuesto, en España”.
“En 2007, los bancos europeos presentaban de hecho un grado
de internacionalización más elevado que sus homónimos estadounidenses y
japoneses”, rememora el informe, exponiendo que con el estallido de la recesión
las entidades han iniciado un repliegue estratégico a sus mercados de origen en
el que “los grandes grupos bancarios europeos han reducido también su presencia
física en el exterior vendiendo activos o cerrando sus redes operativas” o
saliendo de los segmentos de negocio secundarios.
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Esta “vuelta a casa de los grandes bancos europeos”, aduce
el informe, “ha acentuado uno de los rasgos que presentan los principales
sistemas bancarios de la eurozona, esto es, la posición hegemónica que ostentan
en ellos las entidades nacionales”. Así, detalla Garrido, en países como España
la banca local controla el 90% de la cuota de mercado, lo que supone una nueva
vuelta de tuerca a la concentración financiera.
“El elevado tamaño que los bancos alcanzan en Europa unido
al creciente grado de concentración de la industria bancaria es muy perjudicial,
en la medida que genera un mayor nivel de riesgo sistémico y un menor ritmo de
crecimiento económico”, advierte el informe, haciéndose eco de la opinión de
algunos expertos económicos.
En este sentido, y teniendo en cuenta la “ineficiente asignación
del crédito” por parte de las entidades durante los años de bonanza y su fuerte
e inmediata reducción al estallar la crisis, “reducir los subsidios –implícitos
o explícitos– de que gozan los grandes bancos (exigiéndoles mayores niveles de
capital u obligándoles a separar sus actividades) son algunas de las medidas
que sería necesario tomar” para mejorar la financiación a la economía real.
Garrido asume que algunos de estos avances en el campo
legislativo ya se han conseguido, pues hemos pasado de la desregulación total
previa a la crisis a un tsunami regulatorio actual, pero también es cierto que
el ajuste del sector –y su consecuente concentración– no parece haber
culminado.
“Entre 2008 y 2014 se han cerrado en la eurozona 29.000
sucursales y eliminado más de 200.000 empleos. La mitad del ajuste en términos
de oficinas (y un tercio del que ha tenido lugar en el empleo) lo explica
España”, subraya el informe, que apunta como principales motivos del
adelgazamiento a la concentración del sector, las limitaciones impuestas a las
entidades rescatadas, el debilitamiento de la economía y la “pérdida de
importancia de la sucursal como canal de relación con la clientela”.
“Pese a todo lo anterior, el tamaño del sistema bancario de
la eurozona sigue siendo muy elevado”, prosigue el informe, y su autor asegura
que España, que “sigue siendo, junto con Chipre, el país que cuenta con más
sucursales en relación con su población”, aún tiene recorrido a la hora de
ajustar su modelo bancario.
Aunque esta parece ser la opinión compartida por el sector
financiero y de las propias autoridades supervisoras, Garrido asegura que la
presión para un proceso de consolidación es mucho mayor sobre la banca alemana
o italiana que en la española, donde la gran asignatura pendiente sería la
reducción de su pesada carga de activos improductivos.
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