Por Genoveva López
El Salmón Contracorriente, 29/04/2016.
La economía especulativa ha alcanzado dimensiones
inimaginables. La grandísima complejidad que el sistema financiero ha adquirido
en los últimos años, junto con la amplia desregulación que se le ha aplicado
especialmente desde la década de 1980, hace difícil su control y la previsión
de consecuencias ante determinadas decisiones.
Tras la crisis
del 2008 medios, analistas y economistas comenzaron a realizar la distinción
entre economía especulativa y real, distinción que muchas no entendíamos. A
pesar de que la última crisis capitalista se ha desarrollado en la espera
financiera, millones de personas en todo el mundo se han quedado sin trabajo.
¿Por qué?
Economía
real y Economía financiera
La economía real y financiera son
interdependientes. Por economía real se entiende la economía productiva, la que
genera empleo, la que está basada en la agricultura y la industria y que se
basa en un tejido productivo sólido. La economía financiera es la que se
desarrollo en los mercados financieros, los mercados de valores y las grandes
inversiones. En la economía financiera el dinero se mueve muy rápido, es
altamente especulativa y está poco regulada.
La crisis de 2008 tuvo su origen en la esfera
financiera. Con la caída de uno de los gigantes de la banca de inversión,
Lehman Brothers, los mercados e inversores entraron en pánico, lo que provocó
una crisis de liquidez. El flujo de efectivo (el dinero circulante) se redujo,
por lo que las personas de a pie consiguieron menos créditos para sus pequeñas
empresas y tuvieron que cerrar. Se quedaron sin empleo y dejaron de pagar su hipoteca.
Fueron desahuciadas y las bolsas de pobreza aumentaron drásticamente. Las
diferencias de renta se hicieron abismales. De una manera muy simplificada,
esta fue una de las situaciones tipo que ocurrieron hace 8 años y que siguen
ocurriendo a fecha de hoy.
En el sistema
económico en el que vivimos hoy en día, existen a grandes rasgos, dos tipos de
banca: la banca comercial o de depósitos, [1] la cual cuando trata con personas
se llama banca minorista (préstamos para casas o automóviles, por ejemplo) y
cuando trata con empresas se llama banca corporativa (ofrecen servicios
específicos para que las empresas puedan desarrollar su actividad) y la banca
de inversión, cuya principal función es ayudar a las empresas a conseguir
inversores. Generalmente, aunque no siempre, la banca corporativa y de
inversión suelen ser ramas de un mismo banco. Por ejemplo, Barclays tiene bajo
el nombre de Barclays Bank SAU los servicios de banca minorista, gestión de
patrimonios y banca corporativa. Barclays Bank PLC lleva la banca de inversión.
Otros bancos como Goldman Sachs operan solo como banca de inversión.
La
complejidad del sistema financiero
Los bancos de inversión son gigantes financieros
que actúan lejos de la economía real. No gestionan clientes minoristas, sino grandes
inversores o inversores institucionales, los denominados fondos de inversión.
Los fondos más
importantes que existen son: los de pensiones (invierten los ahorros de
jubilación de las personas), los fondos soberanos (manejan los activos públicos
de los países, como en Noruega, por ejemplo), los fondos de inversión colectiva
(gestionan el dinero de pequeños inversores), los fondos de cobertura o hedge
funds (invierten en activos de alto riesgo y alto rendimiento) o los fondos de
capital riesgo (similares a los hedge funds pero especializados en comprar
empresas, reestructurarlas y venderlas a un precio superior). Los fondos
titulizados son los que se encargan de invertir en los productos de deuda
titulizada. Los bancos de inversión además de gestionar estos fondos para sus
clientes, realizan operaciones de autocartera, es decir compran y venden
acciones con su propio dinero en estos fondos.
La
imaginación de la banca
Desde los 80 y especialmente desde los 90, los
bancos de inversión se han dedicado a la creación de nuevos productos
financieros, por ejemplo, los productos de deuda titulizada: productos
financieros basados en deuda que serán cobrados en el futuro. Dentro de los
productos de deuda titulizada está el bono de titulación de activos (ABS en inglés),
que agrupa muchos préstamos y lo transforma en un bono compuesto. Estos
productos tienen un alto riesgo, porque es posible que los prestatarios finales
no pueden devolverlos. Debido a este riesgo, los ABS son difíciles de vender a
otros inversores. La solución es agrupar muchos ABS, de tal manera que el
producto contenga tantos préstamos en sí mismo que se reduzca el riesgo del
impago, ya que es más difícil que miles de prestatarios no puedan devolver sus
préstamos a la vez. Al reducir el riesgo se convierten en comercializables y
vendibles en el mercado financiero. Un ejemplo de esto son los títulos
respaldados por hipotecas (RMBS en inglés) o en Estados Unidos, préstamos
hipotecarios subprime (la crísis de 2008 también ha sido denominada la crisis de
las subprime, ya que fueron este tipo de hipotecas las que hundieron los
mercados financieros).
A pesar de la ya suficiente complejidad, se ha
dado un paso más: los ABS se pueden "estructurar" y convertir en
obligaciones garantizadas de deuda (CDO en inglés), es decir, se puede elegir
un tipo de ABS como por ejemplo los RMBS y convertirlo en un CDO (no es broma).
El CDO es otro bono compuesto que se puede a dividir según tramos de riesgo,
los tramos senior son tramos seguros, es decir que serán fácilmente cobrados y
los junior los más inseguros.
Aquí es donde
aparecen las agencias de calificación o de rating, que son las agencias que
califican la deuda como segura o insegura, algunos ejemplos de estas agencias
son Standards & Poors, Moody’s o Fitch. Empresas de capital multimillonario
que han demostrado su sucio papel a la hora de calificar tanto deudas como a
deudores.
Los derivados financieros
Además de los
productos de la estructuración de deuda, que disemina el riesgo y lo disimula
pero no lo elimina, existen los derivados, que se llaman así porque su valor
"deriva" del valor de otras cosas y no de su valor intrínseco. Las
cosas en las que se basan los derivados se denominan subyacentes, los cuales
pueden ser desde materias primas hasta acciones o índices bursátiles.
Estos derivados
pueden ser vendidos en mercados organizados (es decir, la bolsa), en cuyo caso
se denominan forwards. El forward es un contrato a largo plazo entre dos partes
para comprar o vender un activo a precio fijado y en una fecha determinada.
Otro derivado que existe
son los contratos de futuros. Un contrato de futuros es un contrato o acuerdo
que obliga a las partes contratantes a comprar o vender un número determinado
de bienes o valores (activo subyacente) en una fecha futura y determinada, y
con un precio establecido de antemano. Es importante tener en cuenta que
"los futuros consisten en acuerdos que obligan a las partes contratantes a
comprar o a vender un número determinado de bienes o valores en una fecha
futura determinada" (ODG, 2012). La diferencia con los contratos de
futuros es que los forward se contratan en operaciones over the counter es
decir fuera de mercados organizados. Los mercados no organizados son los que se
negocian directamente entre dos partes. Los mercados organizados son las bolsas
de valores. [2]
En la infografía se
pueden comprar las dimensiones alcanzadas por los derivados financieros. Para
las cifras más conservadoras hablamos que los derivados multiplican en 126
veces el dinero en circulación. No obstante, conviene aclarar que nadie conoce
el tamaño de los derivados financieros a fecha de hoy, ya que el mercado ha
conseguido una complejidad tal que es imposible de calcular.
La desregulación permite la especulación en
los mercados financieros
Generalmente la
justificación de los derivados es que permiten reducir riesgos, ya que puedes
comprar o vender a un precio fijo en el futuro, [3] sin embargo, los derivados
también permiten especular. Esta especulación despegó especialmente en los años
80.
En 1982 dos
organismos reguladores en Estados Unidos- el SEC y el CFTC- acordaron que los
contratos de derivados no implicarían la entrega de la materia subyacente sino
que se podía resolver en dinero, lo que supuso que el mercado de derivados
pasara de cosas reales como las materias primas, a cosas abstractas como los
índices bursátiles. Tal y como afirma Ha-Joon Chang "a partir de entonces,
la imaginación fue el único límite al tipo de contratos derivados que se podían
crear".
Hasta la década de
los 80 los derivados eran mercados marginales y hasta la década de los 90 los
productos de deuda titulizada eran escasos. Pero a partir de entonces han
alcanzado dimensiones bárbaras, debido en gran medida a la desregulación
financiera. Tal y como afirma Arribas Haro de la Agencia Estatal de
Administración Tributaria de España, "los mercados financieros en la
mayoría de los países están escasamente regulados, existiendo una
liberalización de las operaciones transnacionales, con ausencia de controles de
cambio o límites a las entradas y salidas de capital. Esta libertad financiera
ha permitido que el capital, cualquiera que sea su origen, lícito o ilícito, se
movilice desde cualquier lugar para ser invertido en cualquier país, lo que ha
generado un desarrollo considerable de las bolsas de valores y de los mercados
de capitales".
Ha-Joon Chang
afirma que:
"Empezando por
Estados Unidos y el Reino Unido en la década de 1980, un país tras otro han
relajado, si no directamente abolido, un aplico abanico de regulaciones
financieras: la regulación prudencial de los bancos comerciales (...), los
tipos de interés máximos que los prestamistas pueden cobrar; las restricciones
a los tipos de activos que pueden poseer las distintas firmas financieras
(...), las normativas sobre la agresividad de los préstamos, (...), y la
suavización, y a menudo abolición, de las restricciones de los movimientos
transfronterizos de capital (...)". Todo ello ha hecho que por un lado, se
produzca una orientación al corto plazo, fomentando las operaciones
especulativas que dan altos rendimientos de manera rápida pero son altamente inseguros,
y una concentración del sistema financiero global. El ejemplo más claro lo
podemos ver en estos días: cómo las élites a nivel mundial operan en paraísos
financieros con empresas fantasma, altamente especulativas. Es difícil que se
ponga coto a esta situación cuando los que regulan son los que defraudan y los
que defraudan son los que regulan, única y exclusivamente para sí mismos.
Notas:
[1] El tipo de
banca existente es más amplia. Se puede dividir en función del tipo de
propiedad y del tipo de actividad. Para una clasificación más detallada:
http://www.economiasimple.net/tipos-de-bancos.html
[2] Los mercados no
organizados son los que se negocian directamente entre dos partes. Los mercados
organizados son las bolsas de valores.
[3] Si el
subyacente cuesta más, ganaré, si cuesta menos, perderé. Supongamos que he
realizado un contrato derivado de futuro sobre el petróleo: he acordado que
dentro de un año compraré 5000 barriles a 100 dólares. Si dentro de un año el
petróleo cuesta 90, perderé, porque mi contrato era de 100. Si cuesta 120
ganaré, porque lo estoy comprando 20 dólares más barato que el precio del
mercado. Por eso se dice que reduce los riesgos, porque sé de antemano a cuánto
lo voy a comprar.
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario