Por Inés Abril
Expansión, 07/10/2018.
Este comportamiento supone un riesgo para todo el sistema, según el
banco central. La nueva regulación muestra sus efectos colaterales.
La tentación de hacer todo lo posible
a fin de año para embellecer las cuentas y salir más favorecida en la
fotografía del ejercicio ha ido más allá en el caso de la banca, y la nueva
regulación nacida de la crisis financiera tiene una buena parte de la culpa. Un
estudio del Banco Central Europeo (BCE) constata que los grandes bancos
utilizan esta práctica para reducir los requerimientos regulatorios que se les
van a exigir al año siguiente y que cuantas más exigencias tienen, más lo
hacen.
«El propósito del estudio es
evaluar si el marco regulatorio constituido para los bancos demasiado grandes
para caer [los llamados G-SIB; los 30 bancos más grandes e interconectados del
mundo entre los que se encuentra Santander] ha incentivado a los bancos a
embellecer» sus cuentas, señala la investigación incluida en el último boletín
macroprudencial del organismo. Este comportamiento, conocido en la jerga
financiera como window-dressing, implica realizar determinadas prácticas o
reducir ciertas actividades de negocio justo en el momento en que se cierra el
balance de cuentas para que los resultados muestren una realidad distintas (y
más beneficiosa) que la habitual.
Los investigadores del BCE son
conscientes de que la regulación ha supuesto un poderoso incentivo para los
bancos en este capítulo. Cada año se decide cuáles son los 30 bancos que
tendrán la consideración de sistémicos globales, lo que conlleva una mayor
carga de exigencias regulatorias para los nominados. También entre los 30
seleccionados hay grados, ya que hay cinco niveles o escalones de riesgo
distintos con unas exigencias de capital que se van incrementando de nivel en
nivel.
«Dado que la valoración para
elegir a los bancos sistémicos (G-SIB) se realiza usando los datos de cierre de
ejercicio, los bancos involucrados en este ejercicio pueden verse tentados a
reducid sus indicadores de riesgo en el último trimestre del año para ser
colocados en un escalón con requerimientos de capital menos estrictos o para
evitar que sean resituados en un nivel más alto de riesgo que implique un aumento
de las exigencias», escriben los autores.
Impacto negativo
Este comportamiento no es
neutral. «Puede tener efectos perniciosos para la estabilidad financiera por,
al menos, dos razones», dice el BCE. La primera es que puede llevar a que se
subestime la importancia sistémica de un banco. La segunda, que el
funcionamiento de todo el mercado puede verse adversamente afectado si los
bancos reducen la provisión de ciertos servicios a final de año para rebajar su
riesgo.
Los expertos del BCE han tomado
los datos de 97 bancos europeos (incluidos todos los que tienen la condición de
demasiado grandes para caer) desde 2014 a 2017 y han hecho una simulación de
cuál habría sido el resultado del test para determinar su inclusión o no en la
lista de bancos sistémicos en cada trimestre, no solo en el cuarto de cada año.
Santander y BBVA han sido los bancos españoles elegidos para la muestra.
«Los resultados sugieren que
tanto los bancos sistémicos como los que tienen obligaciones de reportar
información han reducido a final de año sus niveles de riesgo global, al igual
que algunos de sus indicadores de riesgo, con más probabilidad que los otros
bancos de la muestra», señalan los resultados del informe.
Es más, los bancos que el año
anterior habían registrado un nivel de riesgo global que estaba a medio camino
entre dos posibles escalones de clasificación (el de arriba con más
requerimientos que el de abajo) fueron más proclives a reducir su puntuación a
final del ejercicio que el resto de los bancos.
La conclusión del informe del BCE
es que el marco regulatorio para los bancos sistémicos ha llevado a las
entidades a reducir su perfil de riesgo, así que ha cumplido parte de su
propósito principal. Pero a cambio ha hecho que algunos bancos tengan
incentivos para embellecer sus cuentas, «lo que podría distorsionar la
clasificación de la importancia sistémica de los bancos y tener efectos
adversos en el funcionamiento de los mercados de capital y la provisión de
servicios financieros».
Los autores sugieren un cambio
para evitar que esto suceda: realizar los cálculos de riesgo con la media anual
en lugar de con los datos de cierre de ejercicio.
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