Por Diego Larrouy
El Diario.es, 14/10/2018.
Recientemente se ha conmemorado el décimo aniversario del desplome de
Lehman Brothers. La primera ficha de dominó de una crisis financiera que se
convirtió en global. Como detonante figuró aquel producto financiero complejo
conocido como hipotecas subprime. Una década después, la banca en la sombra,
donde se encuadraría aquella práctica, está todavía de relieve y tanto el Banco
Central Europeo como el Fondo Monetario Internacional han puesto sobre la mesa
los riesgos que plantea todavía hoy.
Banca en la sombra es un término que hace referencia a aquellas
actividades financieras que se encuentran fuera del ámbito de los controles y
la supervisión a la que se enfrenta el sistema bancario. Engloba a vehículos
como los fondos de inversión, de pensiones, de capital riesgo y otra serie de
productos y derivados financieros. Surten al mercado de financiación sin
cumplir con las mismas normas que las entidades bancarias.
El caso de las hipotecas subprime es uno de los que se pone como
ejemplo de qué es la banca en la sombra. Un producto, las hipotecas de dudoso
cobro, que los bancos venden a terceros para sacar de sus balances riesgos y
así poder cumplir con las exigencias de capital y de solvencia a las que están
obligados. Sin embargo, este riego no desaparece, pero deja de estar bajo el
paraguas de la supervisión bancaria. Y así ocurre con otra serie de productos y
operaciones que se producen en los mercados financieros.
En los últimos días, el FMI en su congreso anual ha puesto este tema
como uno de los principales riesgos para la economía global, junto con las
guerras comerciales o el excesivo endeudamiento de empresas y estados. Se ha
sumado a un reciente informe del BCE en
el que aseguraba que "el fuerte crecimiento de la banca en la sombra de
los últimos años necesita un control más próximo".
Según datos del supervisor bancario europeo, el 40% de todo el sistema
financiero europeo está en manos de la banca a la sombra. Aunque el año pasado
tuvo un ligero freno, prácticamente no ha dejado de crecer desde el inicio de
siglo, cuando tenía un tamaño en torno a una cuarta parte del actual. La
llegada de la crisis y las restricciones de los bancos a la concesión de
crédito ha sido un catalizador para la búsqueda de otras vías de financiación
para empresas. No todo lo realizado por estos fondos se considera banca en la
sombra, pero sí cuando realizan operaciones bancarias.
De hecho, el BCE apunta que hay un efecto positivo con el crecimiento
de estos vehículos. Se surte a las empresas y los estados de vías alternativas
de financiación. Sin embargo, paralelamente, el hecho de que se realicen
actividades bancarias sin las mismas obligaciones que la banca tradicional,
puede añadir más riesgos al sector en caso de una nueva crisis en el mercado.
Aunque pueda parecer que la banca tradicional y estas formas
alternativas de financiación sean vehículos separados, lo cierto es que el BCE
sitúa como principal riesgo para el sistema su interconexión. En concreto, la
banca en la sombra es una fuente de financiación importante para el sistema
bancario, y ha crecido en los últimos años hasta alcanzar un nivel de 2,2
billones de euros, según el supervisor bancario.
Un estudio del FMI publicado en primavera sugería que era necesario
aumentar el estudio sobre el funcionamiento de la banca en la sombra ya que, en
la práctica, contenía un endeudamiento de la banca tradicional que se sitúa
fuera de su balance, debido a los derivados financieros o los contratos
conocidos como colaterales.
El FMI ha asegurado en los últimos días que aunque se han ido
solucionando algunos de los aspectos de la banca en la sombra que causaron la
crisis anterior, han surgido en los últimos años "nuevos riesgos
sistémicos". En concreto, apuntó al fuerte incremento que está teniendo en
China y en algunos de los mercados emergentes y que esto puede conllevar un
aumento de los riesgos para el resto del sistema.
Y es que otra de las ideas que aportan estos organismos es que la
banca en la sombra no se circunscribe a un mercado concreto, sino que hay una
conexión transnacional por la naturaleza de estos fondos. El Financial Stability
Board (FSB), un organismo que incluye a los bancos centrales de las principales
economías del mundo incluido España, asegura que existe una cierta
concentración por países, ya que buena parte de los fondos, con presencia
internacional, están en su mayoría controlados desde países como Luxemburgo,
Islas Caimán, Irlanda, Reino Unido o Estados Unidos. Esta concentración se vive
también a nivel europeo, con media docena de países, entre los que no está
España, donde se encuentra hasta el 90% de la banca en la sombra.
De hecho, el peso en España de la banca en la sombra es notablemente
inferior al de la media europea. Según un informe de este año del Banco de
España, esta financiación supone en torno al 6% del conjunto del sistema
financiero, muy por debajo del nivel europeo. Supone apenas el 0,7% del total
mundial. Pese a esto, el crecimiento de los últimos años llevaba al organismo a
hablar de la necesidad de "monitorizar" su evolución.
A los grandes fondos de inversión y otros vehículos financieros más
complejos, puede unirse en los próximos años las fintech dentro del seguimiento
a la banca en la sombra que hacen organizaciones como el BCE o el FSB. Ambos
organismos apuntan en sus respectivos informes que su rápido crecimiento puede
tener un impacto en este campo. Son empresas de carácter tecnológico que
aportan unos servicios financieros sin estar plenamente incluidos en la
regulación bancaria, esto puede suponer un aumento de los riesgos del sistema,
apuntan.
En definitiva, la banca en la sombra son instrumentos de inversión o
de servicios financieros plenamente legales y ninguna de las organizaciones
plantean prohibiciones. El temor de éstas se basa en la necesidad de que la
supervisión del sector financiero tenga a estos vehículos en cuenta y evite la
toma de riesgos excesivos para el sistema.
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