Por Javier Gallego
El Diario.es,
22/10/2018.
Habíamos visto tribunales politizados, fallos judiciales
ideológicos, jueces enchufados por los partidos, fiscales que defienden a
corruptos o maniobras para que las élites eludan la ley, pero no habíamos visto
hasta ahora lo que ocurrió el viernes en el Supremo. La Sala Tercera de lo
Contencioso Administrativo dicta una sentencia que obliga a los bancos a pagar
un impuesto que hasta ahora se cargaba a los ciudadanos y el presidente de la
sala suspende la aplicación del fallo por su "enorme repercusión económica
y social". Creíamos que los jueces estaban para interpretar la
legislación, no para hacer cálculos financieros.
Los hagiógrafos de la alta magistratura, que haberlos
haylos, han corrido a socorrer al máximo tribunal. Nos explican que había una
sentencia anterior en la Sala de lo Civil que decía lo contrario y que por eso
hay que elevar el asunto al pleno para contrastar ambas. Falso. La segunda
sentecia anula expresamente la jurisprudencia previa, así que no había nada que
discutir, y se obliga a la banca a devolver a los clientes lo que pagaron por
error y eso es lo que no puede ser, que la banca pierda. La banca siempre gana.
Por eso había que detener este dislate antisistema de cuatro
magistrados bolivarianos del Soviet Supremo. Y ahí ha salido con el capote para
lidiar este toro el presidente de la sala, Luis Díez Picazo, diciendo que le
dejáramos tiempo para revisarlo con todo el pleno porque se había enterado del
tema por la prensa. Falso también. Él mismo firmó la admisión a trámite del
asunto en enero pasado. Pero no le ha gustado esta cornada a los bancos y la ha
cambiado por una puñalada trapera a sus compañeros de sala y a los ciudadanos.
No lo llamarán así, pero lo que ha ocurrido es un golpe
financiero al Estado de Derecho. Un presidente del máximo tribunal español ha
paralizado una decisión firme sin más motivo que defender los intereses
bancarios. De los creadores del rescate económico a la banca, llega ahora el
rescate judicial. Además de plutocracia, bancocracia. Todos los poderes a su
servicio, legislando a su favor, permitiendo cláusulas abusivas, indultando a
banqueros, revisando sentencias en contra. Todo por la banca.
Los bancos pueden pasar por encima de la ley, apoyando su
bota en la cabeza del Supremo, para sentar sus supremas posaderas en nuestra
cara y en las de la maltrecha Justicia española, pisoteada por quienes más
tienen el deber de protegerla. Quienes más tienen que defenderla se aprovechan
de su privilegio para saltársela. También hoy leemos que la Infanta tiene trato
preferente en las visitas a su marido en la cárcel y que Albert Rivera se saltó
un control de trazas de droga y explosivo en el aeropuerto.
Ya lo dicen los cerdos cuando llegan al poder en Rebelión en
la granja de Orwell: "Todos los animales son iguales pero algunos animales
son más iguales que otros".
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