Por Álvaro Romero
Diario El
País, 1/07/2013.
El crédito
concedido por la banca española a las empresas se ha desplomado un 27% desde
los máximos de 2009 hasta mayo, según ha publicado el Banco de España, cuya
estadística no solo constata que el grifo del crédito sigue cerrado un año
después del rescate, sino que además se agravan las restricciones a la
financiación.
Según el supervisor, el saldo
vivo del crédito, que equivale al dinero pendiente de devolver, cayó a 691.481
millones en mayo. Esta cifra es un 15% inferior a la del mismo mes de 2012
mientras, en términos de flujo de efectivo, que compara los niveles del crédito
en función de la variación neta de los activos y que es la que utiliza el Banco
de España, el recorte es del 9,7%. Este descenso, independientemente de cómo se
mida, se trata de una caída sin igual en toda la serie histórica, que arranca
en 1995. La concesión de hipotecas a las familias, de su lado, también está
sufriendo los mayores retrocesos que se recogen la estadística. El total de la
financiación a los hogares está, además, en su nivel más bajo desde antes del
estallido de la burbuja, en 2007, con 811.969 millones.
El problema es que, tal y como
recuerdan los expertos, hasta que el crédito no toque fondo y se reactive el
préstamo, la recuperación no alcanzará la necesaria velocidad de crucero que
precisa para dejar atrás la crisis.
Las razones que están detrás del
desplome están en que “los problemas de fondo —del sector financiero— no se
están solucionando”, afirma Paula Papp, analista de AFI, que pone el énfasis en
que ahora se controlan mucho más los riesgos y, por tanto, los requisitos para
acceder al crédito son mucho más altos. Esta aversión al riesgo, continúa,
parte del hecho de que una vez superadas las tensiones de liquidez, persisten
las dificultades de las entidades para reforzar su capital. Esto es, su
solvencia.
En este apartado del capital,
tanto Papp como María Jesús Fernández, del Gabinete de Coyuntura de Funcas,
llaman la atención sobre el problema añadido de los cambios normativos. “Como
decía Isidro Fainé —presidente de Caixabank— hace pocos días, a cada poco hay
nuevas exigencias legales que suponen aumentar las provisiones”, advierte
Fernández en relación con la reciente modificación sobre refinanciaciones. Y si
hay que aumentar las provisiones, añade, “habrá menos recursos para prestar”.
También, si prestas menos, rebajas las necesidades de capital exigidas.
En cualquier caso, el recorte del
crédito es, asimismo, una imposición de Bruselas. Entre las condiciones del
rescate, explica Fernández, estaba la de que las entidades nacionalizadas
reduzcan tamaño, algo para lo que la vía directa es recortar el crédito.
Con vistas al futuro, los
expertos no esperan un cambio rápido de tendencia por mucho que la reciente
publicidad del fondo estatal de rescate (FROB) asegurase que “ha llegado el
momento de abrir el grifo”. “El conjunto del crédito tiene que disminuir,
aunque esto no significa que haya que hacer algo y reconducir la financiación a
la demanda solvente”, advierte Santiago Carbó, catedrático de la Bangor
Business School y economistas de Funcas, que también pone bajo el foco que el
precio del crédito ha aumentado. "La recuperación del crédito no está a la
vuelta de la esquina ni tan cerca como nos hacen pensar", advierte.
“En un contexto de elevadas tasas
de morosidad, la banca tiene una menor disposición a asumir riesgos.
Lógicamente, el apetito por el riesgo tiende a aumentar en las fases expansivas
y a disminuir en las fases recesivas del ciclo económico”, afirma en este
sentido Manuel Illueca, profesor de Economía de la Universidad Jaume I e IVIE.
En su opinión, “el menor apetito por el riesgo se traslada también a las
empresas” y muchas sociedades solventes “prefieren renunciar al crédito para
exponerse menos a los posibles shocks de demanda”.
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