Por Paco
Cerdà
Diario Levante-EMV,
01/07/2013.
El 15 de mayo de 2011 estalló
una guerra. Fue una contienda sin heridos, una batalla sin víctimas, una lucha
incruenta entablada en las plazas. Las balas eran verbales: lemas y
eslóganes en pósits, carteles o grandes pancartas exportadas vía Twitter al
ciberespacio.
Por aquellos días, el joven filólogo valenciano
José Manuel Martín Corvillo recorrió sin descanso la Plaça de l´Ajuntament de València
y la Puerta del Sol de Madrid. Al principio, como simpatizante del movimiento. Pero desde la segunda semana,
colgó el mono de activista „por ética profesional„ y se enfundó el de
investigador filólogico. Con una cámara fotográfica en la mano, retrató todos
los lemas que encontraba a su paso. En total, más de 900. Y eliminando los
repetidos salieron 620 eslóganes. Quería analizar, desde el punto de vista
lingüístico, esa ingeniosa y efectiva guerra verbal de los indignados
valencianos y madrileños. Ahora, tras dos años de intenso trabajo, acaba de
defender en la Universitat de València la primera tesis doctoral sobre el 15-M
que analiza la entropía comunicativa del movimiento que agitó la
política española. Es una anatomía lingüística de la indignación validada por
la Academia. Constituye una radiografía del esqueleto del 15M,
de su arma más mortífera en aquella guerra: la comunicación.
«Considerando que estamos en mitad de una guerra mental,
hemos de tener en cuenta que la agresión sobre la ciudadanía es de tipo legal
(reales decretos, rescates a la banca o dictados europeos), y que la respuesta a esta agresión es emocional y,
por tanto, comunicativa», sintetiza José Manuel Martín Corvillo. Según su
investigación, la clave del éxito comunicativo del 15M reside en tres aspectos.
Primero, la concreción de los mensajes: menos es más. Segundo, la postergación
de temas secundarios y la primacía de preocupaciones comunes y muy generales
como la austeridad, la corrupción, el empobrecimiento de la población o el
desempleo. Y tercero, los juegos inteligentes de palabras para captar la
atención del receptor y estimular la propagación del mensaje con más pancartas
o el reenvío masivo del lema a través de las redes sociales. Esos juegos
léxicos se nutrían de parasitismo: esto es, la utilización de eslóganes
publicitarios con un uso muy diferente, o la utilización manipulada de lemas
provenientes de campos como la música, la literatura o la teoría política
antigua.
Es revelador el listado de palabras más empleadas en los
lemas de carteles y pancartas: son los vocablos «democracia, somos, políticos,
mundo, revolución, todos, pueblo, miedo y nosotros».
Los campos semánticos más recurridos reflejan, según Martín
Corvillo, que «se trata de un problema político y económico, de un descontento
con la democracia, pero también se trata de una guerra mental entre quienes se
aprovechan del sistema, reescribiéndolo y alterando las normas del juego, y
quienes protestan porque sufren o empatizan con quienes sufren las
consecuencias de este juego sucio».
«Nosotros» contra «ellos»
Se palpa en el lenguaje indignado
esta oposición latente entre «nosotros» y «ellos». El choque comunicativo
diferencia a los dos grupos en combate: «La gente que está utilizando el
sistema ilegítimamente, a través de la economía de casino y de la corrupción
política, contra los que somos llamados antisistema y que realmente sólo
pedimos un respeto al sistema. Todo forma parte, añade el ya doctor en
Filología Inglesa de una guerra mental. Antes se invadían territorios para
violar a mujeres y aprovecharse de los recursos. Luego se pasó a guerras por
conversiones religiosas. La guerra actual es mental. Y el arma principal es la
comunicación. Aquí, a la gente se la intenta convencer de que la crisis es
culpa de todos y de que hemos de seguir siendo obedientes, cuando en realidad
la crisis es culpa de quienes no han respetado el sistema que ellos mismos han
diseñado», señala.
Una nueva conciencia
En esta guerra comunicativa librada en las plazas del 15M, José Manuel Martín Cervillo destaca el uso simultáneo de «unas herramientas complementarias como la plaza y el Twitter, lo físico y lo virtual». Las repercusiones de esta combinación de activismos, el tradicional y el 2.0, tienen largo alcance. A juicio del autor, está creándose un «inconsciente en red». Se está configurando, dice, «un nuevo tipo de conciencia, que es grupal y que depende de una conexión a internet. Esta conciencia hace que los colectivos adopten actitudes consensuadas a través de intereses compartidos», afirma.
En esta guerra comunicativa librada en las plazas del 15M, José Manuel Martín Cervillo destaca el uso simultáneo de «unas herramientas complementarias como la plaza y el Twitter, lo físico y lo virtual». Las repercusiones de esta combinación de activismos, el tradicional y el 2.0, tienen largo alcance. A juicio del autor, está creándose un «inconsciente en red». Se está configurando, dice, «un nuevo tipo de conciencia, que es grupal y que depende de una conexión a internet. Esta conciencia hace que los colectivos adopten actitudes consensuadas a través de intereses compartidos», afirma.
En el aspecto formal estudiado, José Manuel Martín Corvillo
concluye que en la comunicación de aquellos días agitados en que todo parecía
posible, que se tradujo en una victoria aplastante del PP en las urnas„ «la
gente no gritaba ni preguntaba, sino que afirmaba porque tenía certezas».
Predominaron las formas verbales de presente y las no temporales aludían al
momento presente. «Se estaba buscando, por tanto, la resolución de un problema,
no su creación», explica en la tesis.
A través de la comunicación, «sin ella, el 15M no hubiera
sido nada», advierte el investigador, el fenómeno de los indignados «posee una
condición determinista e inevitable» como resultado de unas circunstancias
sociales pésimas y unas nuevas vías de comunicación. Martín Corvillo se
explica, y tal vez aquí resida la gran importancia del movimiento. «El 15M y
los movimientos análogos modifican cognitivamente a corto plazo a parte de la
sociedad, lo cual implica una modificación inevitable de la mayor parte de la
sociedad a largo plazo. Esta modificación cognitiva está muy relacionada con el
subconsciente colectivo y con la manera de percibir al resto de la sociedad.
Como consecuencia, estamos en una fase de crecimiento y asimilación de la
empatía social».
Es decir: nos identificamos más con el prójimo y somos
menos egoístas. Demostramos mayor conciencia por la sociedad y menos
ombliguismo. «El motor de este cambio es netamente comunicativo», advierte. Y
remata: «Tan sólo un apagón o una catástrofe natural puede frenar un proceso
que es, de acuerdo con la lógica de sistemas, inexorable». Bajo los adoquines,
si bien no esté la arena de la playa prometida en el París del 68, aún quedan
las palabras para empezar a transformar la realidad.
Un estudio «descriptivo» que se publicará en libro
Dirigida por los profesores Ricardo Morant Marco y Montse Veyrat Rigat, la tesis titulada «15M: Análisis de la entropía comunicativa» reviste una originalidad y un interés fuera de discusión. De hecho, su autor ya ha acordado con una editorial la publicación de un libro con la esencia de esta investigación de 490 páginas defendida con éxito el pasado 3 de junio. José Manuel Martín Corvillo está satisfecho de haber evitado caer en el alegato panfletario y haber escrito una tesis «muy descriptiva y muy estadística» que ha seguido como perspectiva teórica la Teoría del Caos.
Dirigida por los profesores Ricardo Morant Marco y Montse Veyrat Rigat, la tesis titulada «15M: Análisis de la entropía comunicativa» reviste una originalidad y un interés fuera de discusión. De hecho, su autor ya ha acordado con una editorial la publicación de un libro con la esencia de esta investigación de 490 páginas defendida con éxito el pasado 3 de junio. José Manuel Martín Corvillo está satisfecho de haber evitado caer en el alegato panfletario y haber escrito una tesis «muy descriptiva y muy estadística» que ha seguido como perspectiva teórica la Teoría del Caos.
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