Por Eddy Sánchez
Público.es,
12/09/2014.
Es difícil encontrar el
momento que permita observar la coyuntura actual con cierta
perspectiva. La situación política se ha acelerado de tal forma, que solo
desde una visión “estructural” del momento que vivimos, evitará que la
izquierda caiga en la tentación electoralista a la que nos precipitamos por
momentos.
Lo coyuntural es la crisis, lo
estructural es la crisis de régimen, entendida en los términos del
viejo Aglietta. Si tomamos la situación actual desde ese punto de vista
convendremos que todo acontecimiento social o político tendrá una conexión,
aunque sean consecuencia de dinámicas diferentes.
La renuncia de Ana Botella a ser
candidata del PP al Ayuntamiento de Madrid y la muerte de Emilio Botín
corresponden a planos de la realidad diferentes, pero que son expresión de
la crisis de régimen de la que tanto se habla.
Lo primero a señalar es que
la base del capitalismo español, desde el desarrollismo franquista, es el eje
financiero, y dentro de ese eje, el resultado de dicha centralidad es el Banco
Santander. A diferencia de la banca vasca orientada en origen a la
industrialización o la banca mercantil orientada a la actividad comercial en
las zonas portuarias como Santander, el Banco de la familia Botín fue el
perfecto ejemplo del bloqueo a cualquier actividad productiva y la financiación
de toda actividad de una burguesía rentista, parasitaria y netamente
compradora, con perfecto encaje en la mentalidad nacionalista, atrasada y
anti-modernizadora de la España autárquica y después desarrollista.
Hegemonizada la banca madrileña
(Banesto, Central e Hispano Americano) por parte del Santander, llegó el
momento de la globalización, de los gobiernos del PSOE, la desnacionalización
de la economía española y de nuestra financiarización, objetivos a
los que se entregó con empeño Emilio Botín. Compra de bancos privatizados
en América Latina y en los países del Este europeo y entrada en el mercado
financiero de la City, a cambio de una España sin crédito, sin inversión y sin
soberanía económica. Éxito imparable hasta que llegó la crisis, y con ella, el
debilitamiento del pulmón financiero español, el desplazamiento de la
oligarquía española bajo el progresivo control del capital extranjero de
toda realidad económica en España.
Llega el fin de ciclo de nuestro
empresariado tradicional. Con la muerte de Botín padre y la llegada de Botín
hija ya nada será igual. Es el fin del banquero clásico, que decide e impone
todo, pone y quita gobiernos; a partir de ahora, también en las
finanzas españolas, manda Alemania.
Ana Botella renuncia a ser la
candidata del PP. Primera vez que el Alcalde del Partido Popular en la capital
no es el elegido en las urnas, y primera vez desde Álvarez del Manzano donde el
alcalde no será el candidato. ¿Será el resultado de la pésima gestión de
Botella?. Así nos lo quieren hacer vender pero mi opinión es que hay algo
más, y ese algo más, es lo sustantivo. La renuncia a las elecciones por parte
de Ana Botella es expresión de la crisis del bloque de poder en Madrid, que
tiene en el Partido Popular su forma política, y en la patronal madrileña de
Arturo, su forma económica. La fórmula política del relevo de candidato
no funcionó, la lógica política del transformismo no resulta, la fórmula
electoral del “partido de la gestión “ ha fracasado. Fin de ciclo del
PP en Madrid, fin de ciclo de un partido “dominante pero ya no dirigente”.
En su declive, el PP ya no marca
la agenda, no “vende” gestión y no tiene relevos nuevos. Para ganar sólo se
impone volver al pasado, y es aquí, donde aparece el marco de confrontación que
nos espera: el de un PP que buscará la máxima polarización política desde el
eje identitario y concentrar así, un voto conservador no mayoritario, pero sí
suficiente si la fragmentación de las fuerzas del cambio se profundiza.
Estamos ante el final de una era
que impone a la izquierda el reto de liderar la construcción de un nuevo modelo
de país. Nos debemos preparar para el mayor reto político, al tener que
reconstruir un país sin soberanía económica, más pobre y más periférico.
Nos debemos preparar
también, para la mayor confrontación política de nuestra historia
reciente, con un PP que jugará por primera vez en décadas a la defensiva, pero
sabedor que con la división de la izquierda y del voto del cambio, su táctica
le puede valer.
Se impone la unidad, la decisión
y huir de la especulación, porque cada vez más la decisión es converger o
Merkel; o converger o PP.
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