Por Teresa Rodríguez
Público, 12/09/2014.
A la gente le ha dado por mí,
¡banquero!, a la calle no puedo salir, ¡banquero!, si en el fondo yo soy un
buenazo. Yo puedo ahora mismo repartir millones… de besos y abrazos, y puedo
decir con orgullo, que yo no tengo na mío, yo lo que tengo es tuyo, y tuyo, y
tuyo
Las verdades del banquero - Chirigota de Selu García Cossio
Botín, al que nada le era ajeno
(en todos los sentidos de la expresión), al parecer también opinó sobre Podemos
antes de morirse. “Lo de Podemos es muy preocupante. No me cabe duda de que
llegado el caso, con Rubalcaba el PSOE habría hecho un pacto con el PP; y
tampoco tengo dudas si liderase el partido Susana Díaz; con Pedro Sánchez,
aunque no he hablado con él, creo que tampoco habría problema”. No sé si le dio
tiempo a telefonear un ratito o sentarse a charlar con el nuevo Secretario
General del PSOE antes de que le llegara su día, seguramente lo tendría en
agenda. Botín, el que presumió de que su banco había ganado dinero con la
crisis todos y cada uno de los trimestres, el que dijo que “la situación es
excelente” mientras la gente las pasaba, las sigue pasando, canutas, opinó
también sobre la consulta catalana aludiendo a que es “cuestión de dinero”, de
un acuerdo de números entre Mas y Rajoy. Todo esto se cuenta ahora de una cena
del bisnieto, nieto, sobrino, hijo y padre de banqueros, recién difunto, con
periodistas hace unos días en Milán.
Nada le era ajeno, tampoco lo
que pasa en Palestina.
Justo antes de ésta dejé abierta
en otra entrada de este blog la posibilidad de hacer una segunda crónica de
nuestra visita parlamentaria a Palestina. Pues bien, todo lo que vimos después
fue bastante más desolador que lo del campo de
futbito. Una familia con miembros amputados por los bombardeos en
Gaza en un hospital de Jerusalén Este. La mirada de pánico ante la comitiva del
niño de apenas 5 años que había perdido casi la mitad de su dolorido cuerpecito
me impidió entrar. La reunión en el patio de la casa de la familia de Mohamed
Abu Jadeir, el chaval de 16 años que fue quemado vivo por colonos israelíes,
racismo puro que el conflicto y el sionismo están alimentando en la zona. “Le
llenaron el cuerpo y la boca de gasolina y le prendieron fuego”, decía su padre
inmutable mientras la hermana nos servía café. Su madre llegó tarde, con signos
claros de haber estado luchando consigo misma para salir a recibirnos, rota, sólo
dio un dato en el que nadie se había detenido hasta el momento: “el colegio
empezó hace tres días, mi niño no ha ido y estaba ya en el último curso”.
Y luego llegó Hebrón con su centro histórico desierto por la ocupación de unas
centenas de colonos radicales cuya barbarie vigilan y por la que velan unos
miles de soldados israelíes. Eso y ocupar casas de lata sobre los negocios de
los palestinos para lanzar basura y piedras que los resignados y arruinados
comerciantes palestinos tratan de detener con precarias redes de metal
improvisadas. ¿Se puede aguantar tanta humillación? No, no se puede.
Y eso qué tiene que ver con
Botín, se preguntarán ustedes. Pues será que traigo las gafas puestas de lo que
vi en Cisjordania, será que tengo palestinitis, pero de todas las “verdades del
banquero” que se mencionan de soslayo en estos días: su capacidad para salir
indemne de distintos intentos de procesamiento por cuestiones relacionadas con
el fraude fiscal, su escaño privilegiado y vitalicio en todas las legislaturas
de todos los gobiernos, sus 34 sociedades operativas en paraísos fiscales, su
salida elegante de la acusación de cohecho, sin que nadie le pusiera al
“querido Emilio” ni un pero; nadie se acordó de los obstinados y obstinadas
activistas de Justicia i Pau, Setem y el Observatorio de la Deuda en la
Globalización que llevan
desde 2008 pidiendo acciones prestadas para poder acudir a la Junta de
Accionistas del Santander a decirle a don Emilio en su cara que
no es ético enriquecerse financiando a la industria armamentística. Y de todas
sus denuncias, una se me clava en el corazón para no poder siquiera pensar en
lo humano de solidarizarse con un muerto: 3,06 millones de euros en 2013, por
ejemplo, para financiar a los fabricantes del AH-64, helicóptero Apache (no sé
por qué puñetas los yanquis se empeñan en bautizar con nombres indios a sus
helicópteros de combate) que, importado por Israel, sirve para matar niños en
Gaza, para matarlos o para cortarles las piernas y el corazón, para cortarles
la infancia, para hacerla imposible. Me pregunto por qué entre las peticiones
de pésame que desfilan en estos días por toda la prensa, nadie le preguntó a
los obstinados activistas que acudían nerviosos cada año, nerviosos y
cargaditos de papeles, de argumentos y de corazón, a pasar un mal rato a la
Junta de Accionistas del Santander para recordarle al señor Botín que la vida
es más importante que el dinero. No sé si han sentido la pérdida, me arriesgo a
sentir lo mismito que ellos y ellas en estos momentos.
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