El Diario.es,
26/09/2014.
Los leaks (filtraciones) en el mundo financiero están
de moda. Propublica, una de las web estadounidenses más importantes en el
modelo de periodismo fuera de los grandes medios, ha publicado las grabaciones que una exempleada de la Reserva Federal de
Nueva York, Carmen Segarra, hizo dentro de la institución. Son 46
horas de grabaciones en las que Segarra trata de demostrar la connivencia del
regulador con los bancos, sobre los que hizo la vista gorda. En esta ocasión,
es el cazador cazado.
Segarra – en este link hay una descripción detallada de esta mujer de
origen portorriqueño– actuó durante siete meses como un inspector o examinador
empotrado en uno de los bancos regulados. En este caso, el que se consideraba
más conflictivo en EEUU en términos de gobernanza: Goldman Sachs.
La figura del inspector empotrado
es habitual en España, donde inspectores del Banco de España trabajan vigilando
desde dentro a las grandes instituciones, pero en EEUU se tomó como una medida
extraordinaria tras la crisis para intentar entender lo que había sucedido en
las instituciones financieras. A diferencia del supervisor español, la Fed les
contrató como empleados externos. Segarra fue despedida apenas siete meses
después. Alega que el motivo fue por haberse negado a retirar un informe
negativo sobre Goldman, tras sufrir fuertes y reiteradas presiones de la
Reserva Federal (el regulador).
La historia da un salto desde el
otro lado del océano a España porque una de las cintas que aporta Segarra
involucra directamente al Banco Santander. Los hechos se remontan al viernes 6
de enero de 2012 a las 15.54 de la tarde. A esa hora, un alto cargo de Goldman
envió un correo electrónico a la Fed, poniendo en copia a Segarra y otros
miembros del equipo de supervisión, en el que quería notificar una operación
que acababa de cerrar con Banco Santander. Aparentemente, Santander ya había
recibido la aprobación de los reguladores españoles, pero Goldman quería la
aprobación de los suyos para cerrar la operación.
En aquel momento, recuerda Propublica, la Autoridad Bancaria Europea (conocida
por sus siglas en inglés EBA), estaba exigiendo a los bancos europeos que
subieran sus ratios de capital para frenar pérdidas futuras. El capital es el
colchón que tiene un banco para hacer frente a crisis como la de 2008. Son
activos de la máxima calidad que pueden responder ante deterioros de otros
menos buenos. Por las mismas fechas, Oliver Wyman estaba haciendo los test de
estrés a la banca española.
Según Propublica, por el acuerdo
al que llegaron Santander y Goldman, el banco español le transfirió las
acciones de su filial brasileña lo que causaba el efecto de reducir las
necesidades de capital del banco presidido entonces por Emilio Botín. A cambio
de una comisión, Goldman las guardaba durante unos años y luego las devolvía.
Gracias al acuerdo, Santander anunció que había conseguido los requisitos de
capital exigidos seis meses antes del límite marcado. El 9 de enero, tres días
después del anuncio, se publicó la noticia en los medios españoles. En el hecho
relevante que Santander envió a la CNMV, se reconoció que había
"transmitido" parte de sus propiedades en Brasil.
En las grabaciones, un empleado
de la Reserva Federal de Nueva York dice que Goldman realmente solo
"cobraba por vigilar el maletín". Por esa tarea tan liviana, la
comisión pagada por Santander fue de 40 millones de dólares (unos 35 millones
de euros) y, según la publicación, el banco norteamericano pudo ganar varios
cientos de millones más de negocio con la intermediación de los títulos con los
que se quedó.
Otro de los supervisores de la
Fed que trabajaba con Segarra, Michael Silva, también estaba al tanto de la
operación y no le gustaba. Aunque reconocía que parecía "perfectamente
legal", a Silva creía que no estaba bien ayudar a que Santander pareciera
que estaba más "sano" de lo que era en realidad, y así se lo comunicó
al equipo de supervisores adjudicado a Goldman. La operación se cerró
finalmente el viernes posterior al envío de ese mensaje.
Ante la imposibilidad de evitar
legalmente la operación, los supervisores intentaron en los meses siguientes
hacer entender a Goldman por qué no era correcto este tipo de tratos. Segarra
lamenta que solo emitían este tipo de recomendaciones desde el plano moral sin
causar ningún efecto en el banco estadounidense.
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