Por Juan Tortosa
Público.es, 12/09/2014.
Me van ustedes a tener que
perdonar el desahogo, pero llego al fin de semana literalmente hasta las
narices de tanto turiferario, tanto pelotas y tanta plañidera impresentable
como he tenido que tragarme en los periódicos, las radios y las televisiones
tras la muerte de Emilio Botín.
Era claramente previsible, pero
la cansina elevación a los altares del fallecido presidente del Banco de
Santander ha conseguido superar todas las expectativas. Las portadas de este
jueves en, prácticamente, toda la prensa del país, quedarán para la historia
del periodismo como una de las mayores vergüenzas del oficio y como el mejor
ejemplo para que cualquier profesor de esta materia pueda explicar gráficamente
a sus alumnos el clima de desinformación, baboseo y obscenos lametones en el
que se movía buena parte del mundo de la información en España durante el año
2014. Para que catedráticos y conferenciantes puedan aclarar con suma facilidad
qué es lo que no hay que hacer cuando queremos hacer periodismo.
Si a algún ingenuo le quedaba
alguna duda sobre en manos de quién está la propiedad de un sustancioso
porcentaje de los medios de este país, no tiene más que buscar las portadas de
este jueves 11 de septiembre, donde se daba cuenta de la muerte de Emilio Botín.Tras
estudiar y analizar esas primeras páginas, “Público” difundió ese mismo
día un informe titulado “Botín o la hagiografía nacional”, un pormenorizado repaso en
el que, a medida que avanzas en su lectura, mayor es la vergüenza que sientes
ante el sonrojante y granado florilegio de halagos que llegaron a prodigarle a
quien, hasta el día anterior, había sido el verdadero “masca” de los
medios en España.
“Emperador de la banca”
“Un gran innovador”
“Banquero prudente y empresario
audaz”
“Un hombre comprometido”
Estos cuatro titulares y otros
muchos igual de vergonzosos aparecieron en el diario “El País” a las
pocas horas de la muerte de su egregio benefactor. Pero “El Mundo” no se
quedó atrás en tan rastrero pulso y decidió darle voz a un escogido manojo de
estómagos agradecidos que, por supuesto, no escatimaron ditirambos:
“Motor de expansión”
“Un empresario irrepetible”
“Figura clave”
“Hombre de visión y gran banquero”
De “ABC” y “La Razón”….
ya ni hablamos. Por supuesto, en ninguno de ellos, ni una palabra sobre los valores
Santander, un producto tan canalla como las preferentes y con cuya
adquisición se arruinaron miles de ahorradores, la mayoría de ellos jubilados;
tampoco una sola insinuación sobre los millones en Suiza… Con la coartada de
que ese día no tocaba y que lo importante era el dolor de la familia Botín y la
dimensión histórica del personaje, acabaron con las existencias de las fábricas
de jabón.
¿Hace falta recordar, como se hacía
en el informe de “Público“, que “el banco de Santander es accionista de
Vocento -editora de ABC y de los principales medios regionales como El
Correo- así como de El País?? ¿Hace falta añadir que la empresa
editora de El Mundo -Unidad Editorial, propiedad de los italianos de
RCS- está en conversaciones con Vocento en aras a una hipotética integración”?
Pues dicho y añadido queda.
Sí, señores. Emilio Botín era el
puto amo. Como desde el miércoles por la tarde lo es, su hija Ana Patricia. El
robo debe continuar. Los desahucios, por supuesto, también. Y los periódicos, a
menos que hagamos algo para evitarlo, seguirán mintiendo, halagando al poderoso
-ahora poderosa- y contando, abajo y en página par como mucho, algunos de los
numerosos dramas humanos que causa a diario la implacable y depredadora
actuación de estos vocacionales del beneficio.
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