Por Aurora Martínez
(Attac)
Nueva Tribuna.es, 05/09/2018.
En el acto que Attac celebró para presentar el libro
"10 años de Crisis", Isabelle Bourboulon (autora del libro) señalaba
cuatro síntomas de otra nueva crisis: altos niveles de deuda, burbuja de bonos,
burbuja inmobiliaria, Brexit… Desarrollaremos qué puede suceder con la burbuja
de bonos.
¿Hay una burbuja de
bonos?
Alan Greenspan (presidente de la Fed de 1987 a 2006) decía
en una entrevista a Bloomberg en 2017 que “estamos creando una burbuja, no en
precios de las acciones, sino en los precios de los bonos”. Hay una deuda
mundial de 247 billones de dólares (más de tres veces el PIB mundial), pero la
más problemática es la de 5,5 billones en dólares de economías emergentes si
los tipos de interés aumentan. Son datos del último informe del Instituto
Internacional de Finanzas, el principal lobby bancario. La deuda pública ha
crecido de modo muy preocupante en Brasil, Argentina, Arabia Saudi, Nigeria….
Pero la deuda global que más crece es la de las empresas, sobre todo de las
grandes multinacionales no financieras. Apple emitió 7.000 millones de dólares
de deuda el pasado noviembre para financiar la recompra de sus propias
acciones, justo dos meses después de emitir 5.000 millones de deuda en bonos
corporativos y varios meses después de haber emitido más deuda. Mattel Inc, la
compañía de juguetes, ha visto bajar su calificación de solvencia por la
agencia de rating Moody a bono basura
por su elevado nivel de apalancamiento en bonos,.
Y no se hace nada
El Fondo Monetario Internacional señala los principales
factores responsables de la expansión imparable de la deuda mundial en las dos
últimas décadas: la globalización de la banca y el fácil acceso al crédito y a
la emisión de deuda.
Porque la normativa de Basilea III y la actuación de los
bancos centrales no ha servido para controlar esos factores. Por una parte, no
se ha legislado para evitar el aumento de tamaño de los bancos, ni tampoco su
concentración, ni se ha regulado el mercado de capitales. Por otra parte, la
exigencia de más capital en los bancos no ha impedido el aumento irresponsable
de créditos y préstamos a las empresas como ha ocurrido en Turquía, Chile o
Polonia…, porque se pueden utilizar los beneficios de los bancos para aumentar
la ratio de capital de nivel 1. En otras palabras, la regulación de Basilea III
es procíclica. Si verdaderamente se quiere limitar la concesión de créditos,
habrá que limitar directamente la concesión de créditos, sobre todo créditos en
inversiones financieras, no reales.
En qué consiste esa
burbuja de bonos
La subida continua y desorbitada del precio de los bonos (y
como consecuencia la bajada de su rentabilidad, pues los intereses cobrados son
constantes) está muy relacionada con la actual política monetaria de los bancos
centrales de los países desarrollados desde la crisis financiera de 2007-2008.
En concreto, la Reserva Federal de EEUU y el Banco Central Europeo han aplicado
una política monetaria similar a la de Japón en su crisis de los 90. Se ha
buscado la expansión de la demanda (consumo, inversión, gasto público y
exportaciones) para hacer crecer la producción y la renta del país. Pero por
vía indirecta, apoyando a los bancos, no directamente a los agentes económicos-
(familias, empresas, Estado). Para ello se abrió una barra libre de liquidez a
los bancos y se compró masivamente deuda pública y bonos de grandes compañías
que los bancos tenían en sus balances. Todo ello con un tipo de interés al cero
por ciento. Así, la Reserva Federal pasó de un balance de 1 billón de dólares
en 2008 a 4,5 billones en 2015. Y el Banco Central Europeo, de 1,2 billones de
euros a 4,5 billones.
Michael Hudson opina sobre esta cuestión que “el crash
siempre es resultado de una quiebra o de destapar un fraude. El punto débil hoy
es la deuda corporativa. Las empresas están muy endeudadas. Se recurrió a la
deuda para pagar dividendos y recomprar acciones. Porque se premia a los
gestores cuanto suben sus títulos no por ventas ni por contratar a más personal
para generar más negocio. Es pura ingeniería financiera”.
Recordemos la causa
de la crisis
Hay acuerdo en que la causa de la crisis está en el aumento
escandaloso de la deuda potenciado por una bajada del tipo de interés. Y ha
ocurrido porque las autoridades reguladoras han creído que los mercados
financieros pueden auto-regularse, principal mentira del pensamiento
neoliberal. Siguiendo a Richard Koo, el origen de la crisis está en el
sobre-endeudamiento privado de la mayor parte de economías de los principales
países desarrollados, especialmente en deuda inmobiliaria (EEUU, Reino Unido,
Irlanda, España…). Y cuando el activo que se ha inflado pincha, es decir cuando
baja el precio de las acciones, bonos, suelo y viviendas, se inicia una crisis
de recesión de balances: una contracción prolongada y grave de la demanda
(consumo e inversión privada).
Ni las empresas ni los particulares quieren gastar. Su
objetivo es disminuir deudas. Pasaron 15 años hasta que Japón tuvo un crédito
positivo neto. No es que no haya crédito, es que no hay ganas de invertir o
consumir y el sector público, aumentando su gasto, es el único que puede evitar
que la recesión se prolongue indefinidamente. "La reducción de los
déficits públicos se puede hacer cuando el sector privado está bien y toma
dinero prestado”, recuerda Richard Koo. La solución efectiva de la crisis no
estaba en rescatar la banca, sino en rescatar la economía real. Pero no se hizo
ni se quiere hacer. Michael Hudson señala que “el mundo se prepara para una
nueva recesión. Muchos pensaron que, al rescatar a la banca, la economía se
recuperaría. Pero no ha sido así. Aunque Wall Street está inflado gracias a la Reserva
Federal, el mercado de bonos ha tenido el mayor boom de su historia y el
mercado inmobiliario está boyante”.
La burbuja de bonos
pinchará si se produce una subida significativa del tipo de interés
Si hay una subida de tipos, todos quieren vender porque
bajará el precio de los bonos. Y si todos lo hacen al mismo tiempo, los efectos
serán aún más perniciosos. El Banco Central Europeo lo decidirá cuando
compruebe que la economía crece de forma consistente. Los primeros que se
venderán serán los de rentabilidad negativa que ascienden a unos 10 billones de
dólares. La cuestión es si los bancos centrales podrán evitar otra crisis. Pero
esta subida es necesaria para que no se financien actividades inviables, que
pueden fallar en cualquier momento.
Podemos ver dos escenarios tras el pinchazo de bonos: una
simple desaceleración económica o una gran recesión global.
El primero es el que quieren los bancos centrales de los
países desarrollados. Salir de la burbuja sin provocar otra crisis, aumentando
lentamente los tipos de interés y dispuestos a evitar la quiebra de cualquier
banco grande. Por eso Mario Draghi ha propuesto empezar a subir los tipos de
forma prudente desde el verano de 2019. Pero la crisis se podría iniciar en
Europa en 2020, si el alemán Jens Weidmann sustituye a Mario Draghi y acelera
la subida de tipos. Aunque mientras EEUU crezca con prácticamente pleno empleo
es difícil que haya crisis global a corto plazo.
El segundo escenario es que tras el pinchazo de la burbuja
de bonos haya una segunda recesión más agresiva que la de 2008, como pronostica
Juan Laborda, “porque el activo primigenio alrededor de esa burbuja, la deuda
soberana, afectará a la sostenibilidad del propio sistema”.
En ese sentido Michael Hudson opina que “la deuda no se
puede pagar, y no se debe pagar. Y si el sistema no acepta que se condone buena
parte de la deuda, quebrará”. Esa condonación debería ser soportada por
accionistas y acreedores de los bancos y grandes corporaciones. Pero éstos no
están dispuestos a ello por lo que “solo habrá cambios importantes si hay una
gran crisis que haga indiscutibles los cambios
necesarios”.
La inflación, que parece despertar, puede ser el
desencadenante de esa posible Gran Crisis, pues forzaría a una subida de tipos
más enérgica. De momento Europa y los países más endeudados en dólares no lo
podrían soportar y muchas grandes corporaciones tampoco podrían atender su
deuda. En todo caso exijamos a nuestros gobernantes el control democrático de
las finanzas.
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