lunes, 24 de septiembre de 2018

El juego sucio de la banca australiana


Por Emily Cadman
Finanzas, 21/09/2018.

Tras superar la crisis de 2008 sin apenas un rasguño, para la mayoría de los observadores, los bancos australianos eran un dechado de virtudes. Nada más lejos de la realidad; o, al menos, eso opina Jeff Morris, planificador financiero del Commonwealth Bank of Australia, la mayor entidad crediticia del país. Desde dentro, fue testigo de una cultura tóxica y obsesionada con las bonificaciones, en la que los empleados más brillantes falseaban documentos e incitaban a los clientes a realizar, sin ser plenamente conscientes de ello, inversiones de alto riesgo que fracasaban con frecuencia. «Presencié cómo se cernían como carroñeros sobre gente inocente», afirma.

Morris no se quedó de brazos cruzados: formuló sus acusaciones contra la Comisión Australiana de Valores e Inversiones en 2008. Después, convencido de que aquellos problemas sistémicos estaban barriéndose debajo de la alfombra, hizo públicas sus inquietudes en el año 2013, provocando un enfurecimiento generalizado. Cinco años después, los anteriormente laureados financieros australianos debían rendir cuentas. En marzo, el Gobierno inició una investigación de estas irregularidades financieras que desveló una cadena aparentemente interminable de escándalos, entre los que se incluían el cobro de servicios a personas ya fallecidas, engaños a los supervisores, aceptaciones de sobornos e incitación a clientes a realizar malas inversiones y que, incluso, llegaron a perder sus casas.

Durante la investigación se identificaron miles de infracciones, algunas de las cuales pueden conducir a la imposición de sanciones penales. Los líderes de los bancos australianos, incluido Matt Comyn, presidente del Commonwealth Bank, se deshicieron en disculpas. No obstante, más allá de los escándalos relativos a la manipulación de tipos, operaciones de 'front running' con divisas e incumplimientos de la legislación contra el blanqueo de capitales, los hallazgos de la investigación marcaron un punto de inflexión para la tolerancia pública y política.

Esta mala praxis de los banqueros constituyó un elemento fundamental en las elecciones nacionales del año siguiente; la situación solo podía empeorar. Según un estudio reciente del Instituto de Gobernanza de Australia, los australianos clasifican el sector financiero como el menos ético de la economía. «Las instituciones deben pensar en los efectos de un comportamiento satisfactorio desde el punto de vista financiero», apunta Fahmi Hosain, exdirector de cultura y gobierno de la Autoridad Australiana de Regulación Prudencial, supervisora del sector financiero.

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