Por Amanda Mars e Íñigo de Barrón
El País,
31/08/2018 (Joyas de la Hemeroteca).
El 31 de agosto de 2012 entró en vigor en España el Real
Decreto que establecía por primera vez el mecanismo para liquidar entidades y
regulaba el conocido popularmente como banco malo. Esta es la crónica que
publicó aquel día EL PAÍS:
La legislación de los Gobiernos, el actual y el anterior,
siempre ha ido por detrás de la crisis bancaria española. Las cuatro reformas
realizadas hasta el momento se anunciaron como grandes cambios trascendentales,
pero al poco tiempo se revelaron incapaces de taponar los agujeros financieros
que provocó el deterioro económico y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.
Ahora llega el quinto intento, una vez el Estado ha tenido
que pedir a Europa el rescate para la banca. Bruselas ha tomado el toro por los
cuernos y ha impuesto, a través del Ejecutivo, la mayor reforma financiera
conocida en España ante la magnitud de la crisis, que parece interminable. La
norma establece por primera vez el mecanismo para liquidar entidades, fija las
bases para intervenir bancos o cajas de forma urgente —antes incluso de que
incumplan los criterios de solvencia— y crea la tan traída y llevada figura del
banco malo para ayudar a la banca a liberarse de sus activos tóxicos.
Los expertos coinciden en que el cambio que supone el
decreto que aprobará hoy el Gobierno “es un vuelco completo a la legislación
bancaria y supone establecer un mecanismo de resolución de crisis financiera
del que España carecía”, apunta Alfonso García Mora, socio de Analistas
Financieros Internacionales (AFI). La contrapartida no es otra que el auxilio
de hasta 100.000 millones comprometidos por Europa.
El decreto ha repartido los poderes de intervención o de
cierres de bancos entre el Banco de España y el Fondo de Reestructuración
Ordenada Bancaria (FROB). Por una parte, el Gobierno ha cedido poderes
sancionadores al supervisor, tal y como le obligaba el Memorándum de
Entendimiento de julio pasado (el MoU); pero, por otro, ha dotado de gran
capacidad de intervención al FROB, que está controlado por el Ministerio de
Economía.
“A partir de ahora, en el FROB mandará el Ejecutivo, que es
el que pone el dinero”, resume un ejecutivo de una entidad, que pide el
anonimato. Otro colega advierte del riesgo que supone la politización de la
intervención de entidades. También comenta que “el FROB se ha convertido en el
cuerpo de actuación especial, que acude con la munición de la inspección del
Banco de España”.
En el sector también se destaca la “enorme pérdida de
soberanía que supone que sea Bruselas la que realice una reforma radical de
algo tan delicado como el sistema bancario. Otros países, como Francia o
Alemania, no lo hubieran permitido”, se lamentan. La cesión de poder ya se hizo
con la petición del rescate, del que es fruto el MoU, que ya era muy severo con
la banca española.
Además del reparto de poderes entre el Banco de España y el
FROB, entre las grandes novedades del real decreto destaca el mecanismo de
“intervención temprana”. Para evitar los actuales problemas para tomar el
control de entidades con problemas, el Gobierno establece: “Cuando una entidad
incumpla o existan elementos objetivos conforme a los que resulte
razonablemente previsible que no pueda cumplir con los requerimientos de
solvencia, liquidez, estructura organizativa o control interno (...) el Banco
de España podrá adoptar todas las medidas” de esta legislación.
Es decir, no hará falta que se incumpla la normativa, sino
solo con que sea “previsible” que no lo haga, se podrá intervenir la entidad.
“Estamos en manos del supervisor porque esta normativa es muy amplia”, se
lamenta el presidente de un banco. Algunas fuentes en el sector creen que
cuando se conozca el resultado del examen que la consultora Oliver Wyman está
realizando a los 14 grupos bancarios, el Gobierno decidirá qué entidades podrán
seguir adelante en solitario.
El 'banco malo'
En cuanto al banco malo, lo más interesante quedará en el
desarrollo reglamentario, que debe estar listo para diciembre. Por el momento,
se creará una sociedad anónima que tendrá manos libres para comprar y vender
todo tipo de activos, así como realizar emisiones de deuda. El banco malo no
estará sometido a toda la legislación mercantil, para ser más ágil en su
funcionamiento.
Aún falta saber si asumirá solo los activos inmobiliarios
adjudicados, o también los créditos dudosos o subestándar (que están al
corriente de pago pero presentan riesgos), así como si el Banco de España podrá
trasladar a esa sociedad los activos de entidades no tengan ayudas públicas. Si
el banco malo compra estos activos dañados a precio real de mercado, es decir,
bajos, las entidades sufrirán grandes pérdidas que tendrán que recapitalizar (y
pueden necesitar ayudas públicas), mientras que si ignora esa depreciación (se
habla de hasta un 60% desde 2007 y los bancos han provisionado alrededor de un
35%), estará subvencionando a la banca. El éxito a la hora de recuperar ese
dinero público dependerá del precio al que venda esos activos.
Las provisiones reglamentarias
Otra consecuencia del banco malo será que unificará
criterios en el sector. En este momento hay entidades que han provisionado casi
al 100% créditos con clientes de dudosa solvencia que otros competidores tienen
cubiertos al 50%. Con la llegada del banco malo se acabará esta dicotomía, para
desgracia de los segundos.
El último ejemplo de un banco malo en España fue la
actuación del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) de los bancos en 1993, con
la quiebra de Banesto. En aquel caso, la historia se saldó a favor del
Santander ya que el FGD adquirió los activos a un precio que no pudo revender y
acabó asumiendo pérdidas superiores a los 1.000 millones de euros, después de
muchos años de gestión.
Nota de Carlos J.
Bugallo: Artículo interesante pero que no profundiza en el significado
económico del “banco malo”. Ante la falta de liquidez que provocó la crisis
financiera de 2008 en los bancos, estos se vieron en la necesidad perentoria de
vender activos inmobiliarios; pero si lo hacían todos a la vez, los precios de
mercado se hundirían y los bancos no saldrían del aprieto. La solución del “banco
malo” supuso que el Estado se haría cargo de esos inmuebles y los iría
vendiendo poco a poco para controlar una evolución desfavorable de los precios.
Y aquí está el quid de la cuestión: el mercado, como mecanismo de asignación de
precios y de recursos económicos, tenía que ser esquivado si se quería resolver
la crisis bancaria. ¡Los mayores beneficiarios y apologistas del libre mercado
creaban un mecanismo que lo cuestionaba!
Disponible en:
https://elpais.com/elpais/2018/08/30/actualidad/1535623780_941943.html
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