Por Andreu Missé
El Diario.es, 06/02/2014.
Toda la gesticulación que realiza
el Gobierno para asegurar que la recuperación ya está ahí choca con el muro de
la banca, que sigue con el grifo del crédito cerrado. El crédito
a las empresas sigue encogiéndose, aunque el ritmo de reducción de préstamos se ha suavizado unas décimas durante los últimos meses. La velocidad de caída ha disminuido del 9,7% de mayo de 2013
al 8,5% del pasado noviembre, según el último estudio del Banco de España.
La realidad es que empresas y
familias disponen de 400.000 millones (el 40% del PIB) menos de crédito
bancario que en 2008. Esto es lo que los economistas definen como un
desapalancamiento de esta misma cuantía. Pues bien, después de esta atormentada
sangría, el stock de crédito seguirá cayendo en 2014. El Banco Sabadell, uno de
los más vinculados a la financiación de empresas, ya ha anticipado que en 2014
el crédito todavía caerá un 2%.
Los principales organismos
internacionales han advertido este problema y han lanzado duras advertencias
por las trabas al crecimiento y al empleo que supone la falta de financiación a
las empresas, especialmente las pequeñas y medianas.
Así vemos que el 23% de las pymes
españolas aseguran que el acceso a la financiación es el problema más acuciante
al que se enfrentan, según la Comisión Europea. Solo las empresas de Chipre y
Grecia están peor. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico
ha alertado de que las dificultades para conseguir financiación “seguirán
siendo un freno para el crecimiento”.
No hay acto de pequeños
empresarios en el que no se exprese su malestar por los efectos de asfixia
crediticia que está forzando el cierre de miles de
empresas o la reducción de sus plantillas. Estas inquietudes han sido
refrendadas por los investigadores. Los economistas Samuel Bentolila y Marcel
Jansen han estimado que con exclusión de la construcción, la falta de crédito
es la causante de la destrucción de empleo entre un 18% y un 35%. Los años
perdidos por el retraso en el saneamiento del sector financiero —que ha
precisado 172.302 millones de euros de ayudas públicas, de los que 55.691
millones han sido inyecciones de capital—han tenido un alto coste en cientos de
miles de puestos de trabajo.
Sin crédito no hay inversión y
sin esta no hay empleo. Las gráficas de la inversión y empleo van siempre
sincronizadas. ¿Por qué no hay crédito? Porque es prácticamente imposible que
los bancos presten dinero cuando registran una morosidad superior al 13%. Una
morosidad que sigue aumentando mes a mes y que superaría el 15% si no fuera por
el traspaso de más de 79.000 millones de euros de activos tóxicos al banco
malo (SAREB).
Es incomprensible que el Banco de
España y el BCE permitan que unos bancos que no dan créditos y con estas tasas
tan elevadas de morosidad, puedan distribuir
dividendos. Esto sí que es vivir por encima de sus posibilidades y repartir lo
que no se ha ganado. En buena parte, los dividendos que reparten son el fruto
del negocio fácil de tomar el dinero del
BCE a menos del 1% e invertirlo en deuda pública al 4%.
¿Por qué sigue creciendo tanto la
morosidad si los bancos dan cada vez menos préstamos? Porque los bancos nos han
engañado. Nunca contaron de verdad el inmenso volumen de activos dudosos o
realmente fallidos que tenían en sus balances. Y ahora van regularizando los
créditos malos camuflados en oscuras refinanciaciones y mes a mes van soltando
lastre. Nunca
sabremos cómo están los bancos.
La forma en que se ha realizado
el saneamiento de la banca está siendo tan costosa como la propia crisis. El
resultado es que las firmas siguen cerrando por el
corte del crédito. El impacto
negativo de la gestión de la banca privada para las empresas y
el empleo ha sido clamoroso.
En la mayoría de países europeos,
el sector financiero cuenta con una importante participación de bancos
públicos, cooperativos y cajas de ahorros, que en conjunto representan entre el
20% y el 50% de la cuota del mercado crediticio. En España, tras la liquidación
de la banca pública y de las cajas de ahorros, la banca cooperativa cuenta solo
con el 6,7% de cuota de mercado.
Ante este panorama
de escasez de
financiación, cobra especial relevancia la iniciativa de la Junta de Andalucía
de crear un Instituto Público de Crédito Andaluz para
el desarrollo de la economía regional. Entre los objetivos fijados para esta
entidad pública, social y ética destacan: “Mantener el
sector industrial, los servicios avanzados, la agroindustria, el tejido
productivo nacional más innovador y los sectores más competitivos
internacionalmente”. Llama la atención también su propósito de “evitar el
riesgo de exclusión financiera de las pymes, la
economía social y los trabajadores autónomos” y establecer “la colaboración
financiera con las empresas con más capacidad de crear empleo”.
Resulta sorprendente que visto el
fracaso de la banca privada, el Gobierno y el partido que lo sustenta pongan
trabas a una iniciativa tan necesaria para esta región. En
Catalunya, la plataforma Desbanka promueve una iniciativa para mantener el carácter público
de la nacionalizada Caixa Catalunya. El rechazo oficial
a ambas iniciativas pone al descubierto la dependencia
del Gobierno y autoridades de los intereses de la banca.
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