Por Enrique Utrera
Te interesa.es,
21/01/2014.
A
casi nadie le cabe ya la más mínima duda de que los test de estrés que las
autoridades europeas van a hacer al sistema financiero serán blanditos, tirando
a muy blanditos. Un estudio de la European School of Management and
Technology de Berlín en colaboración con la Universidad de Nueva York dice
que la banca europea tiene un déficit de capital de 770.000 millones de euros
de los que 285.000 corresponden a las entidades francesas y 199.000 a las
alemanas.
No es que las cifras sorprendan,
porque desde hace ya muchos meses los analistas han dejado claro que serán los
bancos de las dos grandes locomotoras europeas los que más van a sufrir en las
pruebas. Importa más que el estudio llegue desde Berlín y que coincida con el primer
gran ‘profit warning’ del año: Deutsche Bank se ha adelantado a la
presentación de sus cuentas trimestrales con el anuncio de que registrará unas
pérdidas brutas de 1.153 millones de euros y de que los ingresos caerán un 16%.
Se trata, claro está, del mayor
banco de la mayor economía de la Eurozona. Para que se hagan una idea, si BBVA
o Santander se permitieran el lujo de presentar unos números rojos de esta
calado a estas alturas de la película, se produciría un desplome de todo el
sector financiero español. ¡Nos han engañado con el proceso de saneamiento la
banca española!, bramarían los informes de los bancos de inversión
internacionales.
A nadie se le escapa que las
entidades financieras alemanas esconden mucha miseria bajo las alfombras. El
poder omnímodo de Merkel ha evitado que ‘sus’ cajas hayan pasado por los
anteriores exámenes de Bruselas. Y nadie ha abierto la boca para decir que
convendría saber al menos una pequeña parte de la verdad, no vaya a ser que los
250.000 en activos tóxicos que podrían esconder estas entidades acaben hiriendo
de muerte al sistema financiero europeo.
Frente a las brutales necesidades
de las entidades galas o germanas, las de los bancos españoles o italianos
suenan a broma. Son, según el estudio, de 92.000 y 45.000 millones de euros.
Con estas cifras en la mano, el radio de acción de Mario Draghi para
tensar la cuerda en las pruebas de estrés es mínimo… al menos para los
países fuertes.
Ahí está el anuncio de que la
deuda pública no se valorará a precios de mercado, lo que por
cierto habría favorecido mucho a los bancos españoles, tras la gran subida de
los precios de los bonos nacionales.
Como hay que mantener las
apariencias, Draghi sigue guardando celosamente el secreto sobre cómo cuál será
el escenario de estrés que se aplicará en las pruebas y sobre cuál será la
definición de capital. Pero a cambio va preparando al mercado para unos
test de perfil bajo como demuestra que la exigencia de capital se ha
reducido al 6% desde el 8% previsto. Una cifra que no hace reventar a los
bancos alemanes y franceses a los que ya no quedan armarios para guardar los
muertos.
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